POR ASOCIACIÓN DE CONTRIBUYENTES
En el Perú, la mayoría de las explotaciones son familiares, representando un 97.6% de las unidades agropecuarias, y de estas, el 88% corresponde a agricultura de subsistencia. Esta alta proporción de unidades pequeñas y familiares implica que muchos agricultores producen para el autoconsumo, con limitadas oportunidades de comercialización. La agricultura de subsistencia crítica, es decir, aquella en la que la producción es apenas suficiente para la sobrevivencia, representa un 49.3%, destacándose en la sierra (94.9%). Esto reduce las posibilidades de inversión en infraestructura y dificulta la formalización, ya que muchos agricultores no ven beneficios inmediatos de integrarse al sistema formal, al no poder cubrir costos básicos de modernización.
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El impacto de esta fragmentación y dependencia en la agricultura familiar de subsistencia tiene repercusiones directas en la baja productividad del sector y en la baja tasa de formalización. Las pequeñas unidades familiares no pueden beneficiarse plenamente de los avances tecnológicos ni competir eficientemente en mercados más grandes, lo que también afecta su capacidad de acceder a créditos y servicios financieros, los cuales se concentraron en solamente 131,222 productores en 2022. Otro problema grave que viene acentuándose con el tiempo es el envejecimiento de la población dedicada a la agricultura, según se aprecia en el gráfico de este informe.
Este fenómeno, por lo tanto, da lugar a explotaciones dispersas y de pequeño tamaño, lo que afecta la eficiencia y limita el acceso a tecnología y recursos, y hace que sea más difícil generar economías de escala y, por ende, mejorar la productividad y formalización del sector. ¿Qué hacer entonces frente a este obstáculo para el desarrollo de una pequeña y mediana agricultura más productivas y rentables?
La Asociación de Contribuyentes, analizando la literatura sobre el tema y la opinión de diversos especialistas, propone cinco posibles reformas para el sector agrícola.
1. Fortalecer, promover y generar regímenes laborales flexibles que se adapten al carácter estacional de la industria agrícola, facilitando la contratación rápida de capital humano, sin barreras ni obstáculos de modo que los trabajadores formales puedan tener más oferta laboral rápida y a su vez, más capacidad de elegir la mejor del mercado.
2. Promover la asociatividad de pequeños agricultores en alianza con el sector privado de modo que se promueva su dedicación a cultivos rentables, atractivos y demandados y accedan a tecnología y financiación, reduciendo su ineficiencia e informalidad.
3. Promover programas con el sector privado y la sociedad civil de capacitación en buenas prácticas de manufactura, asistencia técnica y riego tecnificado, infraestructura de riego, temas fundamentales para aumentar la resiliencia de las empresas y reducir las vulnerabilidades socioeconómicas de los agricultores.
4. Se debe acelerar y culminar proyectos de gran envergadura, como Majes-Siguas II y Chavimochic III, que representan oportunidades para ampliar la producción y fomentar empleo formal en el sector. Al mejorar las condiciones para los agricultores, Perú puede consolidar su crecimiento agrario y reducir las vulnerabilidades socioeconómicas de este sector crucial.
5. Atracción de inversión privada: el marco legal y los beneficios tributarios deben volver a ser un imán para la inversión privada nacional e internacional en el sector. Esto ayudó a financiar nuevos proyectos, expandir áreas de cultivo, y modernizar técnicas agrícolas, contribuyendo a un sector agrícola más competitivo y productivo.
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