Supercopa de Europa conquistada y gol de Kylian Mbappé en su estreno (2-0). El guion ideal del Real Madrid para lograr, contra el Atalanta italiano, su sexto título en el torneo se cumplió; aunque para ello tuvo que escapar de la incertidumbre que le generó un primer tiempo con poco brillo y empezar a dar muestras de su mejor versión en el segundo.
Se encontró el conjunto blanco en el arranque con un rival de ideas claras; intenso en la presión, dispuesto a salir cuando podía a la contra en grupo y rápido, desprovisto de complejos para buscar el contacto cuerpo a cuerpo a la mínima necesidad.
Una amarilla antes de los diez minutos contuvo el ímpetu en general y el de Éderson en particular, vital en el eje del centro de campo toda vez que su compañero de faena, el capitán Marten de Roon, estaba entregado en cuerpo y alma a su papel de sombra de Jude Bellingham. Anulado el inglés, a los suyos les faltó chispa para sacar el balón desde atrás y agitar el ataque.
Llegaron entonces gestos esporádicos de desesperación entre los de arriba, con problemas para encontrar continuidad en sus acciones y generar peligro. Así, a la media hora el vigente campeón de Europa solo se había acercado en un golpeo desde dentro del área de un volátil Mbappé, tapado por la defensa; y en un centro desde la derecha de Dani Carvajal que no lograron desviar hacia la portería Rodrygo Goes y Vinicius Jr.
Demasiado poco que llevarse a la boca para un equipo que parecía buscar soluciones y solo encontraba más dudas mientras se diluía su favoritismo; obligado a acelerar en cuarenta y cinco minutos su proceso de readaptación. Pese a todo, Rodrygo Goes se encontró con el larguero en el añadido de la primera mitad.
Replicó de esta manera el sonido metálico que previamente había escuchado en la otra portería el Atalanta al desviar Éder Militao un centro de Marten de Roon. Fue lo más que pudo pescar el Atalanta, expectante y a lo suyo; deseoso de que su orden y su voluntad le acercasen de una manera u otra al gol, aunque fuese por mero azar.
O sin él, porque en el inicio de la segunda parte hizo las cosas bien para que Mario Pasalic rematase solo de cabeza desde el punto de penalti. El enésimo milagro de Thibaut Courtois, kilométrico en su estirada, evitó el que hubiera sido un disgusto imprevisto.
El susto agitó al Real Madrid, que se levantó con energías renovadas de su mal sueño. Y entonces sí, comenzó a carburar con Vinicius Jr. al volante. No necesitó demasiado el brasileño para venirse arriba y cuando lo hizo pasaron cosas positivas. La más importante de ellas el 1-0, servido por él tras una excelente acción individual en el lado izquierdo y rematado a placer bajo el larguero por el uruguayo Fede Valverde.
Hubo más, porque el 'siete' madridista tuvo el segundo en sus botas, pero falló en el mano a mano con Juan Musso después de una excelente entrega en profundidad de Bellingham. Pudo también anotar el inglés, pero el portero se lo negó con acierto hasta en dos ocasiones. Bellingham estuvo genial en la segunda mitad y fue clave en el triunfo del Real Madrid.
El partido había entrado en un punto óptimo para el Real Madrid, con un Atalanta que había dejado de dar constantes vitales aunque seguía en cuerpo sobre el campo. Pese a todo faltaba ponerle el sello y de eso se encargó Mbappé, que no se marchó de la oficina en su primer día sin facturar.
Lo hizo con brillantez, lanzando un desmarque hacia el borde del área primero y cortando acto seguido hacia el punto de penalti para poner el balón en la escuadra tras un gran pase atrás de Bellingham.
El triunfo no solo ayuda a engrosar las ya de por sí pobladas vitrinas madridistas, sino que además abre las puertas de la historia del club al croata Luka Modric, ya el futbolista con más títulos con 27. Ese paso definitivo hacia la gloria en solitario espera darlo también pronto Carlo Ancelotti, que alcanza los 14 trofeos e iguala en la cima al mítico Miguel Muñoz.
EFE