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Sergio Ibarra: "El Perú es como mi segunda mamá”
El 'Checho' vive un amor de película, no sólo con su mujer, la popular ‘Patrona’, sino con la comida y la vida en el país.
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Cordobés de nacimiento, peruano de corazón. (Renzo Salazar/Perú21)
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Cordobés de nacimiento, peruano de corazón. (Renzo Salazar/Perú21)
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Cordobés de nacimiento, peruano de corazón. (Renzo Salazar/Perú21)
Fecha Actualización
Llegó de Córdoba, Argentina en 1992 con 19 años al Perú para jugar fútbol, y nunca imaginó que 27 años y 275 goles después, este país le daría una familia, una vida y sobre todo, mucha comida. A pocas horas de Fiestas Patrias, Sergio ‘Checho’ Ibarra, nos cuenta por qué se siente un peruano más.
¿Cómo y cuándo es que llegas al Perú y cuánta diferencia encuentras entre ese día y hoy?
Llego en 1992, Ciclista Lima me compra el pase con 19 años, llego directamente de Atenas de Córdoba. Cuando llegué aún existía el terrorismo. Justo cuando llegué, me pusieron en un hostal cerca de la calle Tarata y recuerdo que veía por la noche un partido de fútbol y de pronto se siente la explosión, se rompieron vidrios, cayeron muebles. Imagínate, estaba como a diez cuadras, recién llegado y me pasa esto. Poco tiempo después es que capturan a Abimael Guzmán. Pero además de eso, existía el toque de queda, no se podía salir de noche, era un poco complicado vivir en Lima en esa época. Fue un año bueno en lo deportivo, pero con un poco de temor por lo que se vivía.
¿Cuándo te sale la posibilidad de venir al Perú, ya conocías algo de lo que ocurría aquí o viniste a ojos cerrados?
A penas me dijeron de Perú, no sabía ni dónde quedaba. En esa época jugaba al fútbol e iba al colegio de noche y se hablaba muy poco del fútbol peruano, no había mucha información, sobre todo a mi edad. Recién cuando se estaba por concretar mi llegada es que comencé a informarme, comencé a saber de Machu Picchu, la cultura inca, que ya había visto más que todo en primaria. Ya cuando llegué comencé a meterme en la vida y la idiosincrasia peruana
¿Qué fue lo primero que te llamó la atención?
El tema del terrorismo fue una de las principales cosas, me sorprendió mucho porque no conocía de lo que se vivía en ese momento. Luego vino la comida. Yo comía en el hotel y me ponían siempre ají y al inicio pensé que era el pimiento morrón que nosotros comemos seguido en Argentina y recuerdo que me sorprendió mucho. Sentía la comida muy rica, pero con un sabor muy intenso, picante ya que nosotros no condimentamos mucho.
Y ahora se te ve totalmente adaptado
Si, olvídate, ahora te como todo. Al inicio sí me costó un poquito, en general la vida. No era de salir mucho, existía ese temor de la época. Ya luego vino adaptarse al fútbol de acá. Desde el inicio vi que el peruano era talentoso, habilidoso. También vino adaptarse al mar cuando entrenábamos en Cantolao, que está detrás del aeropuerto y llamaba la atención porque es algo que no tenemos en Córdoba.
Probaste varios platos peruanos al inicio, pero cual fue el primero que te enamoró?
Recuerdo clarito que los jugadores de Ciclista me invitaron a comer carapulcra. En ese tiempo no podía ni pronunciar carapulcra, se me hacía dificilísimo. Pregunté qué era, si era picante y me dijeron que pruebe. No lo olvido más, lo cocinó una de las madres de los jugadores, fue un poco picante, pero hasta hoy no puedo dejar de comerlo. Son casi 27 años de eso y hasta hoy recuerdo a esa señora y su carapulcra. Pero en sí, me gustan todos los platos típicos, arroz con pollo, lomo saltado, ají de gallina, tantas cosas que tiene el Perú, pero hasta hoy la carapulcra no la cambio más.
Con todo lo que dices que te gustan los platos típicos, sabes cocinar alguno de ellos?
No, no. Yo soy más de parrilla. A mí me pones cualquier bicho y te lo hago a la parrilla, al chimichurri. Pero en la cocina, nada. Yo estoy casado con una piurana y no sabes lo que cocinan ella y mi suegra. Así que ahí ni me meto, me sacan al toque de la cocina. Te hago lo básico, capaz arroz o el desayuno, que sí los hago yo. Pero algún plato típico, no. Primero porque no me atrevo y segundo porque sé que no me va a salir. La patrona manda en la cocina y yo en la parrilla, así quedamos
Pasaron los años, te iba bien en el fútbol, jugabas en equipos importantes. ¿Era solo el fútbol lo que te mantenía aquí o había algo en el país que te jalaba más que el fútbol?
Cuando llegué, la idea era cumplir con los dos años de contrato que firmé con Ciclista y luego volver a Buenos Aires a intentar jugar en Primera. Pero me va bien en el primer año, pero en el segundo no logro jugar porque no permitían extranjeros en Segunda División, entonces me iba a volver. Pero justo sale una prueba en A. Atlético en Sullana y quedo. Firmo contrato y la idea era jugar un año más para ahí sí volver a intentar suerte en Buenos Aires, pero a los tres meses conozco a mi mujer y a los ocho meses nos casamos. En Sullana me va bien y Lander Aleman me hace un contrato por más años, así que termino quedándome por amor y por trabajo. Obviamente más por amor a mi mujer.
Has pasado por un sinnúmero de equipos peruanos, por ende, has pasado por la misma cantidad de ciudades. ¿Cuál es tu top 3 de las ciudades en las que más disfrutaste vivir y por qué?
Primero me quedo con Sullana, porque ahí aprendí a comer el ceviche que me encanta. Ahí conocí a mi mujer, me trataron muy bien por allá. Es la ciudad que me dio la oportunidad de debutar profesionalmente porque en Ciclista jugué en Segunda. Luego viene Cusco. Hay un sentimiento especial por Cienciano, por lo que ganamos, por lo que significó en mi carrera y también por la comida. Allí probé el cuy chactado, lechón, las distintas sopas que hay. Y luego por la infraestructura que ya todos conocemos. Y luego sería Chiclayo, por su cabrito, el seco.
Me estás narrando un tour gastronómico
(Entre risas) Me gusta mucho comer. Pero además de la comida, cada ciudad en la que he estado ha tenido su comida típica, pero he conocido lugares espectaculares, cada lugar con su idiosincrasia, su gente siempre me ha tratado bien donde haya estado, en Inca, Huaral, Cusco, Huancayo, donde estuve, siempre saqué algo positivo, ya sea comida, gente o infraestructura. La pachamanca de Huancayo, por ejemplo, era algo impresionante, siempre que veía humo por ahí, pasaba y la gente me invitaba, y nunca me cobraban. En general siempre disfruté donde estuve, por eso me resulta complicado tal vez elegir.
Había vida fuera de las canchas, entonces
He disfrutado mucho. He comido pachamanca en la Laguna de Paca, humitas dentro de una de las casitas de la isla de Uros. He estado en todos lados. El río Vilcanota, he caminado arriba del Señor de Huanca, por ahí me metía a las casitas a comer choclo con queso. Era lindo, la gente te reconocía y te trataba bien. Si hubiese existido la tecnología de hoy, me hacía famoso haciendo películas de todo lo que me pasaba y dónde estaba.
Cuéntame alguna muestra de cariño que recibiste
En Cusco, cuando ganábamos los domingos, la gente te golpeaba la puerta a las seis de la mañana y te traían cajas con diez, doce cuyes chactados, lechones enteros, pan de chota. No sabes lo que era. Felizmente por donde voy me reciben bien.
Has jugado en Costa, Sierra, pero te faltó la Selva. ¿Por qué nunca se dio?
Tuve ofertas de CNI de Iquitos y de La Loretana de Pucallpa. Pero no quise jugar en la Selva. Cuando voy a un lugar voy con la familia y hay un tema con el calor. El calor de la Selva es muy diferente al calor del norte. Es pegajoso, transpiraba mucho. Sentía que no me hacía bien cuando iba a jugar allá y si a mí no me hacía bien, sentía que no le iba a hacer bien a mis hijos. La Selva es hermosa, porque la he conocido bien y podría ir de vacaciones, pero para vivir siento que hubiese sido complicado porque eran chicos por esa época.
Has jugado en China, El Salvador, Colombia. Cuando estuviste por ahí, extrañabas el Perú?
Para que tengas una idea. Cuando voy de vacaciones a Córdoba, a Argentina, pasan quince días y ya extraño estar acá, ya me quiero regresar. En China estuve solo y me costó muchísimo, por eso volví rápido. Colombia me encantó, me fui hasta con los gatos y el cuy de mascota que tenía. Y solo estuve tres meses en El Salvador, pero siempre extrañé Perú. Hice mi vida aquí. En Argentina están mis viejos y mis hermanos que ya tienen su vida y yo tengo todo aquí.
¿Dónde elegirías terminar tus días, en Argentina o Perú?
No sé qué pueda pasar más adelante. Aquí tengo mi casa, mi vida, mi trabajo. Mis hijos se están haciendo aquí, tengo una nieta incluso en el colegio. Estamos todos aquí. Si bien todos los años iré a Córdoba a ver a la familia, la idea es terminar aquí. Ahora, capaz la patrona se quiere ir a vivir a Italia o donde sea y habrá que irse (risas).
Para cerrar. ¿Qué significa el Perú para tí?
(Silencio largo y suspiro) No hay palabras para el agradecimiento que tengo con el Perú. Me dio una familia, una vida, un trabajo, una forma de vivir. No se cambia por nada y no se compra por nada lo que me ha dado el Perú. Es como mi segunda mamá, siempre voy a llevar al país en el corazón. Es muy difícil imaginarme en otro lugar que no sea aquí.
Llego en 1992, Ciclista Lima me compra el pase con 19 años, llego directamente de Atenas de Córdoba. Cuando llegué aún existía el terrorismo. Justo cuando llegué, me pusieron en un hostal cerca de la calle Tarata y recuerdo que veía por la noche un partido de fútbol y de pronto se siente la explosión, se rompieron vidrios, cayeron muebles. Imagínate, estaba como a diez cuadras, recién llegado y me pasa esto. Poco tiempo después es que capturan a Abimael Guzmán. Pero además de eso, existía el toque de queda, no se podía salir de noche, era un poco complicado vivir en Lima en esa época. Fue un año bueno en lo deportivo, pero con un poco de temor por lo que se vivía.
¿Cuándo te sale la posibilidad de venir al Perú, ya conocías algo de lo que ocurría aquí o viniste a ojos cerrados?
A penas me dijeron de Perú, no sabía ni dónde quedaba. En esa época jugaba al fútbol e iba al colegio de noche y se hablaba muy poco del fútbol peruano, no había mucha información, sobre todo a mi edad. Recién cuando se estaba por concretar mi llegada es que comencé a informarme, comencé a saber de Machu Picchu, la cultura inca, que ya había visto más que todo en primaria. Ya cuando llegué comencé a meterme en la vida y la idiosincrasia peruana
¿Qué fue lo primero que te llamó la atención?
El tema del terrorismo fue una de las principales cosas, me sorprendió mucho porque no conocía de lo que se vivía en ese momento. Luego vino la comida. Yo comía en el hotel y me ponían siempre ají y al inicio pensé que era el pimiento morrón que nosotros comemos seguido en Argentina y recuerdo que me sorprendió mucho. Sentía la comida muy rica, pero con un sabor muy intenso, picante ya que nosotros no condimentamos mucho.
Y ahora se te ve totalmente adaptado
Si, olvídate, ahora te como todo. Al inicio sí me costó un poquito, en general la vida. No era de salir mucho, existía ese temor de la época. Ya luego vino adaptarse al fútbol de acá. Desde el inicio vi que el peruano era talentoso, habilidoso. También vino adaptarse al mar cuando entrenábamos en Cantolao, que está detrás del aeropuerto y llamaba la atención porque es algo que no tenemos en Córdoba.
Probaste varios platos peruanos al inicio, pero cual fue el primero que te enamoró?
Recuerdo clarito que los jugadores de Ciclista me invitaron a comer carapulcra. En ese tiempo no podía ni pronunciar carapulcra, se me hacía dificilísimo. Pregunté qué era, si era picante y me dijeron que pruebe. No lo olvido más, lo cocinó una de las madres de los jugadores, fue un poco picante, pero hasta hoy no puedo dejar de comerlo. Son casi 27 años de eso y hasta hoy recuerdo a esa señora y su carapulcra. Pero en sí, me gustan todos los platos típicos, arroz con pollo, lomo saltado, ají de gallina, tantas cosas que tiene el Perú, pero hasta hoy la carapulcra no la cambio más.
Con todo lo que dices que te gustan los platos típicos, sabes cocinar alguno de ellos?
No, no. Yo soy más de parrilla. A mí me pones cualquier bicho y te lo hago a la parrilla, al chimichurri. Pero en la cocina, nada. Yo estoy casado con una piurana y no sabes lo que cocinan ella y mi suegra. Así que ahí ni me meto, me sacan al toque de la cocina. Te hago lo básico, capaz arroz o el desayuno, que sí los hago yo. Pero algún plato típico, no. Primero porque no me atrevo y segundo porque sé que no me va a salir. La patrona manda en la cocina y yo en la parrilla, así quedamos
Pasaron los años, te iba bien en el fútbol, jugabas en equipos importantes. ¿Era solo el fútbol lo que te mantenía aquí o había algo en el país que te jalaba más que el fútbol?
Cuando llegué, la idea era cumplir con los dos años de contrato que firmé con Ciclista y luego volver a Buenos Aires a intentar jugar en Primera. Pero me va bien en el primer año, pero en el segundo no logro jugar porque no permitían extranjeros en Segunda División, entonces me iba a volver. Pero justo sale una prueba en A. Atlético en Sullana y quedo. Firmo contrato y la idea era jugar un año más para ahí sí volver a intentar suerte en Buenos Aires, pero a los tres meses conozco a mi mujer y a los ocho meses nos casamos. En Sullana me va bien y Lander Aleman me hace un contrato por más años, así que termino quedándome por amor y por trabajo. Obviamente más por amor a mi mujer.
Has pasado por un sinnúmero de equipos peruanos, por ende, has pasado por la misma cantidad de ciudades. ¿Cuál es tu top 3 de las ciudades en las que más disfrutaste vivir y por qué?
Primero me quedo con Sullana, porque ahí aprendí a comer el ceviche que me encanta. Ahí conocí a mi mujer, me trataron muy bien por allá. Es la ciudad que me dio la oportunidad de debutar profesionalmente porque en Ciclista jugué en Segunda. Luego viene Cusco. Hay un sentimiento especial por Cienciano, por lo que ganamos, por lo que significó en mi carrera y también por la comida. Allí probé el cuy chactado, lechón, las distintas sopas que hay. Y luego por la infraestructura que ya todos conocemos. Y luego sería Chiclayo, por su cabrito, el seco.
Me estás narrando un tour gastronómico
(Entre risas) Me gusta mucho comer. Pero además de la comida, cada ciudad en la que he estado ha tenido su comida típica, pero he conocido lugares espectaculares, cada lugar con su idiosincrasia, su gente siempre me ha tratado bien donde haya estado, en Inca, Huaral, Cusco, Huancayo, donde estuve, siempre saqué algo positivo, ya sea comida, gente o infraestructura. La pachamanca de Huancayo, por ejemplo, era algo impresionante, siempre que veía humo por ahí, pasaba y la gente me invitaba, y nunca me cobraban. En general siempre disfruté donde estuve, por eso me resulta complicado tal vez elegir.
Había vida fuera de las canchas, entonces
He disfrutado mucho. He comido pachamanca en la Laguna de Paca, humitas dentro de una de las casitas de la isla de Uros. He estado en todos lados. El río Vilcanota, he caminado arriba del Señor de Huanca, por ahí me metía a las casitas a comer choclo con queso. Era lindo, la gente te reconocía y te trataba bien. Si hubiese existido la tecnología de hoy, me hacía famoso haciendo películas de todo lo que me pasaba y dónde estaba.
Cuéntame alguna muestra de cariño que recibiste
En Cusco, cuando ganábamos los domingos, la gente te golpeaba la puerta a las seis de la mañana y te traían cajas con diez, doce cuyes chactados, lechones enteros, pan de chota. No sabes lo que era. Felizmente por donde voy me reciben bien.
Has jugado en Costa, Sierra, pero te faltó la Selva. ¿Por qué nunca se dio?
Tuve ofertas de CNI de Iquitos y de La Loretana de Pucallpa. Pero no quise jugar en la Selva. Cuando voy a un lugar voy con la familia y hay un tema con el calor. El calor de la Selva es muy diferente al calor del norte. Es pegajoso, transpiraba mucho. Sentía que no me hacía bien cuando iba a jugar allá y si a mí no me hacía bien, sentía que no le iba a hacer bien a mis hijos. La Selva es hermosa, porque la he conocido bien y podría ir de vacaciones, pero para vivir siento que hubiese sido complicado porque eran chicos por esa época.
Has jugado en China, El Salvador, Colombia. Cuando estuviste por ahí, extrañabas el Perú?
Para que tengas una idea. Cuando voy de vacaciones a Córdoba, a Argentina, pasan quince días y ya extraño estar acá, ya me quiero regresar. En China estuve solo y me costó muchísimo, por eso volví rápido. Colombia me encantó, me fui hasta con los gatos y el cuy de mascota que tenía. Y solo estuve tres meses en El Salvador, pero siempre extrañé Perú. Hice mi vida aquí. En Argentina están mis viejos y mis hermanos que ya tienen su vida y yo tengo todo aquí.
¿Dónde elegirías terminar tus días, en Argentina o Perú?
No sé qué pueda pasar más adelante. Aquí tengo mi casa, mi vida, mi trabajo. Mis hijos se están haciendo aquí, tengo una nieta incluso en el colegio. Estamos todos aquí. Si bien todos los años iré a Córdoba a ver a la familia, la idea es terminar aquí. Ahora, capaz la patrona se quiere ir a vivir a Italia o donde sea y habrá que irse (risas).
Para cerrar. ¿Qué significa el Perú para tí?
(Silencio largo y suspiro) No hay palabras para el agradecimiento que tengo con el Perú. Me dio una familia, una vida, un trabajo, una forma de vivir. No se cambia por nada y no se compra por nada lo que me ha dado el Perú. Es como mi segunda mamá, siempre voy a llevar al país en el corazón. Es muy difícil imaginarme en otro lugar que no sea aquí.
DATOS
• Se nacionalizó peruano en 1999
• En 1993 se casó con Rocío González Prada
• Con ella tiene tres hijos: Pamela (24), Valentina (20) y Facundo (17)
• Además, Pamela le ha dado a su primera nieta, Catalina, de cinco años
• Es el goleador histórico del fútbol peruano con 275 tantos marcados en 14 equipos diferentes en 22 años en el país.
• Desde que llegó al Perú, emigró a El Salvador, China y Colombia
• Se nacionalizó peruano en 1999
• En 1993 se casó con Rocío González Prada
• Con ella tiene tres hijos: Pamela (24), Valentina (20) y Facundo (17)
• Además, Pamela le ha dado a su primera nieta, Catalina, de cinco años
• Es el goleador histórico del fútbol peruano con 275 tantos marcados en 14 equipos diferentes en 22 años en el país.
• Desde que llegó al Perú, emigró a El Salvador, China y Colombia
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