Sus piernas temblaban. Desde que se había metido a escuelas de karate a los seis años, nunca había sentido tantos nervios. Esta era su primera competencia internacional representando al Perú. Era el año 2007 en el Coliseo Eduardo Dibós de San Borja. Tenía 17. Sus compañeras del equipo de kata le llevaban entre tres a cuatro años. Ellas intentaban calmarla en vano. La presión fue más fuerte en aquel momento. Doce años después, Saida estuvo firme en cada uno de sus movimientos sobre el tatami (el piso del karate). Había un lleno completo en el Polideportivo de Villa El Salvador para los  . Su seguridad fue inquebrantable. Y, aunque se terminó llevando a regañadientes la medalla de bronce, siente que hizo historia. 

Ahora que acabaron los Panamericanos, Saida Karlen Salcedo Hermoza nos recibe en el parque Manco Cápac de La Victoria. Es un sábado por la mañana. Luego de ganar el bronce en karate de kata por equipos, se está tomando unas merecidas vacaciones. Por ahora, se dedica a apoyar las actividades de los Parapanamericanos, que inician este viernes 23 de agosto. Tiene la cara pintada con la bandera peruana y está feliz de seguir colaborando. 

Pese a estar desde temprano obsequiando fotos a los curiosos que pasan, jugando con algunos paratletas y dando declaraciones a medios, Saida no pierde el vigor y, con mucha amabilidad, deja conocerse mejor. 

Saida Salcedo, medallista de bronce en karate de kata por los Juegos Panamericanos 2019. (Fotos: Naoko Ivazeta)
Saida Salcedo, medallista de bronce en karate de kata por los Juegos Panamericanos 2019. (Fotos: Naoko Ivazeta)

UN NOMBRE QUE PERDURARÁ

Las expectativas de Saida Salcedo para estos Juegos Panamericanos eran muy altas. Quería la medalla de oro a como de lugar. Sus logros la respaldaban. Consiguió ser bicampeona panamericana de karate de kata por equipos en 2017 y 2018, además de ganar sudamericanos y torneos nacionales. 

Sin embargo, errores mínimos le costaron el pase a la gran final. Junto a Sol Romaní y Andrea Almarza, Saida quedó segunda de su grupo y tuvo que disputar el repechaje por el bronce. "Fue bastante doloroso", acepta. Cuando iba a salir al tatami para demostrar toda su preparación, le dijeron que ya había ganado la medalla porque sus contrincantes no se presentaron. "Nunca habíamos tenido tanta exposición con cámaras, nunca nos habían ponchado. Y cuando vimos nuestras reacciones después, estábamos asadas", recuerda con evidente fastidio. 

No pasó mucho tiempo para que vuelva a ver cada video suyo en competencia. "Somos (con Andrea y Sol) muy inmediatas. Hacemos una presentación y ya estamos corrigiendo", asegura. Aún tiene una espina que no logra quitarse del todo, pero, cada vez que mira esa medalla de bronce, se enamora más.

"Hicimos historia", dice cuando cae en cuenta de la magnitud del evento que disputó, como si ella misma despertara del disgusto. Se le abren los ojos y asienta con la cabeza: "Esto es algo histórico, que difícilmente se pueda repetir". Nunca había sentido tanta gente apoyándola y gritando su nombre. Se emociona al vivir nuevamente aquella experiencia, colgándose la presea, con el "estadio que retumbaba". 

Saida Salcedo, medallista de bronce en karate de kata por los Juegos Panamericanos 2019. (Fotos: Naoko Ivazeta)
Saida Salcedo, medallista de bronce en karate de kata por los Juegos Panamericanos 2019. (Fotos: Naoko Ivazeta)

LA VIDA DE LA DISCIPLINA

En Zarumilla, límite del Cercado de Lima y San Martín de Porres, se crió. "Era bien pata de perro", recuerda entre risas cómplices. Sus padres no sabían qué hacer con su hiperactividad. Paraba más en la calle —y vaya calle para movida— que en el hogar. Además, había sido diagnosticada con pie plano. El médico le recetó que haga una actividad física descalza, y, de paso, les mencionó a su papá y mamá que así podía botar sus excesivas energías. No lo dudaron ni un segundo: la inscribieron en la primera escuela de karate que encontraron. El padre de Saida ya había practicado este deporte y le pareció buena idea que su hija se discipline. 

"Yo, al hacer el deporte, no he sufrido de nada. Hasta ahora soy deportista y tengo mejor balance que cualquiera. No me caigo, tengo buenas reacciones y se puede decir que no tengo pie plano. Pero, si ves mi pie, plano, plano. Se vuelve un mito", menciona apretando las cejas en señal de seguridad. 

Fue así como inició su trayecto en el karate. Primero lo vio como un pasatiempo, pero, cuando conoció a su entrenador Rolly López, empezó a competir desde los 13 años. No tenía idea de que se podía enfrentar a otras personas, tanto en el contacto (kumite) y en el kata (demostración de movimientos del karate). Probó dos veces ingresar a la selección peruana y no la agarró. La tercera fue la vencida para Saida en el 2007. Su primer campeonato internacional en un Sudamericano fue ese año, el día que le temblaban las piernas. A pesar de los nervios, consiguió medalla; y no paró de cosechar triunfos en cada torneo al que asistía.

En una oportunidad hizo kumite en el 2011. La jalaron para completar una plaza e igual se metió al podio. Pero no le iba tan bien como quisiera en esta modalidad, por lo que optó seguir con el kata. Era muy vehemente y no sentía los golpes. Por ello, decidió canalizar sus energías demostrando técnica y agresividad en solitario, o en parejas —solo que la "batalla" era invisible, sin un oponente tangible. Se hizo imponente repartiendo patadas y golpes al aire, manteniéndose en un pie, girando con solvencia y en perfecta armonía. 

Esa misma imagen también la reflejó en el barrio y el colegio. Viene de una zona picante, donde las pandillas "pasaban con sables y mataban gente". Saida se hizo amiga de los "líderes". "Gracias a Dios, pude cambiar a un líder de pandilla. Hablándole y hablándole, ahora está en Chile con su propia orquesta. Imagínate", dice con serenidad. 

En el colegio "era la más jodida". Para su fortuna, el Santa María de Breña le otorgaba permisos para llegar a la hora que terminaba de entrenar en la Villa Deportiva Nacional (Videna). Tocaba las puertas de su centro de estudios a las 9 o 10 de la mañana, cuando ya todos estaban en clases. Tenía en la mano su quinua y el periódico del día. "Me decían: 'Anda, hijita, desayuna y luego ingresas'", recuerda entre risas. Sus compañeros le tenían mucho respeto. Nadie se atrevía a molestarla. Pero, una vez, otra Saida cometió el peor error de su vida: provocar a la Saida medallista. "Le doblé la muñeca y al día siguiente llegó enyesada", confiesa tapándose un poco el rostro y la sonrisa que se le delinea. Siendo pequeña de estatura, se convertía en una gigante para los demás.  

También demostró disciplina en el ámbito académico. Egresó de la carrera de Administración y Negocios Internacionales en la Universidad San Martín. Sus padres estuvieron siempre con ella, ambos empresario avícolas que se forjaron desde cero. Le concedieron un año sabático por pedido de Saida. Antes de empezar su vida universitaria, ella quería enseñarles que el karate podía ser parte de su formación, y que era una profesión más. La campeona no desaprovechó la oportunidad. Se internó en el gimnasio con una membresía ilimitada: iba hasta tres veces por día. Bajó de 65 kilos a 53, para estar en forma y de acuerdo con su estatura y los huesos anchos. 

Jhon y Saida, un amor con disciplina. (Instagram)
Jhon y Saida, un amor con disciplina. (Instagram)

El karate no solo le dio un trabajo, sino que encontró el amor. Sale con el oro en los Panamericanos, John Trebejo. Ya han cumplido siete años juntos, viviendo en la Videna y viajando por el mundo practicando el deporte que adoran. Con él y los medallistas Ingrid Aranda, Oliver Del Castillo y Carlos Lam, emprendió su propio negocio: la Academia de Karate Bushinkan, que ya tiene nueve locales en Lima con alumnos de 3 a 69 años.

Trabaja, compite y pasa el tiempo libre con John. Aunque tiene solo una demanda. "Soy una chica muy perfeccionista. Soy mucho de anticiparme a las cosas. Nadie cumple con mis expectativas", dice tajante sobre su enamorado que, hasta ahora, no ha podido darle el regalo que espera por su aniversario. Ya llegará el día, y ella lo sabe bien. Gracias al karate, aprendió a "ser más comprensible y dejar que cualquier cosa la sorprenda". Él es más de planificar y ella —recién ahora— es la espontánea de la pareja.

De izquierda a derecha, Saida, Sol y Andrea. Las tres consiguieron la medalla de bronce en karate de kata por equipos femenino. (GEC)
De izquierda a derecha, Saida, Sol y Andrea. Las tres consiguieron la medalla de bronce en karate de kata por equipos femenino. (GEC)

Con sus compañeras de equipo también debió suavizar su carácter. "Soy muy disciplinada con mi entrenamiento. He tenido que doblegarme y dejar pasar muchas cosas. Y eso significa hacer equipo: entender varias situaciones. Debo ponerme en su lugar", asegura. Saida ha batallado consigo misma para no perder el control cuando una de las chicas del combinado de kata llegaba sin ganas de entrenar, desenfocada o deprimida.

Sin embargo, el grupo que se ha constituido ahora y que le regaló al Perú un bronce va por un gran camino. "Nos llevamos bien porque las tres somos muy graciosas. Les hago bromas. Soy la más fregada de todas", aclara con humor. "Andrea es la que tiene más ocurrencias. Sol es la más callada y la más exacta en hablar, dice lo necesario. Por ser tan diferentes es que congeniamos tan bien y marchamos como equipo", afirma. 

Hace poco vivió la anécdota más entretenida con ellas. En un torneo internacional en Turquía, donde ya había conseguido el oro, se iba por el bronce en equipos. Andrea llegó con un brebaje antes de competir en su última presentación definitoria. Era una combinación misteriosa que prometía despertarlas. "Estaba agradable", recuerda moviendo la boca y pasando saliva, como si el sabor aún le quedara. Pasó media hora y Sol sintió un retortijón. Andrea estaba igual. Saida se preguntaba "qué será". Cuando estaban por salir al tatami, en la fila, llegó el dolor a su estómago. "¡Es tu cochinada, Andrea!", reclamó Saida. Y así se fueron a disputar la presea. Todavía con el malestar presente, recibieron los halagos por haber ganado el bronce. "Gracias, gracias, y de frente al baño". Ahora Andrea ya no es de fiar; por lo menos, no con las bebidas.

Saida estuvo en Palacio de Gobierno junto al presidente Martín Vizcarra y parte del Ejecutivo. (GEC)
Saida estuvo en Palacio de Gobierno junto al presidente Martín Vizcarra y parte del Ejecutivo. (GEC)

LOS QUE SE SUBEN AL COCHE

Saida nos sugirió una nota sobre los congresistas que rechazaron la realización de los Juegos Panamericanos Lima 2019, pero que, meses después, estuvieron en la foto premiando a los medallistas. Pues, acá le daremos el gusto. 

Víctor García Belaunde, Luz Salgado, Karina Beteta, Marvin Palma y Carlos Tubino pensaban que el gasto del torneo era innecesario. "Quiero pedirle al presidente de la República que el dinero de los Panamericanos sea destinado para reconstruir las localidades que sufren los estragos de la naturaleza como Piura", dijo Palma de Cambio 21. "Lo entiendo por los deportistas. Frente a una emergencia tan grande, yo personalmente creo que deberíamos decir hasta aquí nomás", declaró la fujimorista Salgado. Todos estos 'padres de la patria' asistieron al reconocimiento de los atletas en el Parlamento, día en el que Saida estuvo ausente. Ella se tomó una foto grupal con Martín Vizcarra, parte del Ejecutivo y más deportistas en Palacio de Gobierno. La posición del Gabinete, por el contrario, siempre fue a favor de los Juegos. 

Saida asegura que el mandatario es una persona "asequible". Ese día, Vizcarra tomaba una infusión y ella se acercó para tomarse un 'selfie'. Los guardias querían detenerla. Ella mostraba su medalla y, cuando el presidente la vio, le dijo que pase. Cree firmemente que sí hay personas que trabajan por el deporte. "Pero la difusión debe ser mayor, para que, por qué no, llegar a ser una potencia mundial", sueña en voz alta.

Saida Salcedo, medallista de bronce en karate de kata por los Juegos Panamericanos 2019. (Fotos: Naoko Ivazeta)
Saida Salcedo, medallista de bronce en karate de kata por los Juegos Panamericanos 2019. (Fotos: Naoko Ivazeta)

EL KARATE PERUANO Y UN SUEÑO GRANDE

"Ya le podemos dar un 'stop' a los deportes colectivos, hablando de los más conocidos como el futbol y vóley. Hay que tener más exposición para deportes como taekwondo, judo, karate", dice Saida sin ánimos de desmerecer a otros deportistas. Han sido largos años en los que su deporte ha sido eclipsado. Ahora, con la difusión de los Juegos, cree que hay una oportunidad para que más se sumen.

El gran problema que todavía persiste en el karate de kata es que "existen mujeres que entrenan, pero no todas llegan al nivel deportivo". "Lo ven como un estilo de vida y eso es lo máximo. No se está pasando a un alto rendimiento para representar al Perú como se debe", afirma. 

Ahora con la realización de los Juegos Panamericanos Lima 2019, Saida tiene la esperanza de que el karate se propague. Su sueño es llegar a unos Juegos Olímpicos. En Tokio 2020 sacaron el karate de kata por equipos, y pusieron breakdance. "No sé dónde está el deporte allí", dice insatisfecha. Queda el individual, pero solo clasifica el top 10 del mundo y ella es la número 50. "No voy a parar hasta conseguir el podio mundial", promete y los ojos le brillan.

"Creo que, si las empresas privadas apuestan por los deportistas por un plazo largo, sí se podría (contribuir con el crecimiento del deporte)". Saida explica que el gasto para un karateca es fuerte. Ajustando los costos, se puede llegar a invertir 8 mil soles por año, solo en indumentaria para competencia. Para entrenar, ya es una realidad distinta. Pide que tanto empresas, el Gobierno, y los medios se unan para apoyar a nuestros atletas. "A veces gana el tema de la farándula; pero, si tú le quitas pantalla, las personas van a tener que dejar de verla, y así generamos una cultura", asegura.

"Practiquen deporte. Difundan más el deporte. Obviemos las cosas negativas y sigamos para adelante, que el Perú puede crecer si jugamos todos y nos apoyamos entre todos. Porque un peruano sí es amigo de otro peruano", es el mensaje de Saida Salcedo para los que ya la ven como un ejemplo. Lo dice debajo de la estatua de Manco Cápac, el fundador del imperio incaico. Tal vez Saida siente que también tiene el rol de expandir una cultura por todo el Perú, la cultura del karate.

Saida Salcedo