En el 2013, tras el título mundial, Miguel Sarria viajó a Tailandia y entrenó muay thai al mismo estilo de la clásica película Retroceder nunca, rendirse jamás. "Mi fortaleza interior me la dio el deporte de contacto, las artes marciales. Muchas veces uno se desmoraliza, pero, si tienes un sueño, debes perseguirlo", cuenta.