Cementerio de barcos, de Ulises Gutiérrez Llantoy.
Cementerio de barcos, de Ulises Gutiérrez Llantoy.

Solo un personaje de cualidades extraordinarias ameritaba que su historia sea contada como en Cementerio de barcos, la más reciente novela de Ulises Gutiérrez Llantoy. Amigos y quienes compartieron tiempo con él reúnen sus voces en este libro, cuyo narrador principal es un antiguo compañero de estudios. Si en el cuento “En el bosque”, de Akutagawa, se reconstruye un crimen en base a distintos testimonios, aquí se arma pieza a pieza la historia de Elmer Ccasani, un estudiante nacido en Huancavelica, cuya inteligencia y sensibilidad especial impactaron a quienes lo conocieron. Y las preguntas saltan mientras uno va avanzando en estas páginas: ¿qué le pasó?, ¿por qué hablan de él como si hubiera hecho algo inesperado?

La narración se inicia en 1990, que es el año en que Elmer ingresa a estudiar Ingeniería Mecánica en la UNI, y se prolonga hasta dos décadas después. Conocido con el apelativo de ‘Gato’, nos enteramos cómo es que llegó a Lima —desde su natal Occoro— y cómo su facilidad por aprender cosas nuevas lo rescata de la zona lumpen donde transcurre su niñez y adolescencia. Todo ello subraya el temple de este joven que encuentra en la poesía una vocación y una perspectiva de la vida. Tal convicción lo enfrentará a cuestionamientos muy razonables. Su pasión por las letras contradice al significado de su apellido en quechua: “sentir frío”.

Un gran acierto del autor es sembrar con sutileza la intriga sobre un hecho crucial en la vida de Elmer e hilvanarlo con las versiones de las personas que lo conocieron. El título de la novela alude a un poema escrito por el protagonista y es una metáfora que el lector comprenderá cabalmente en la segunda parte del libro.

Ulises Gutiérrez, autor del libro de cuentos The Cure en Huancayo (2008) y de la estupenda novela Ojos de pez abisal (2011), nos presenta una historia emotiva sin caer en maniqueísmos. Combina las técnicas del relato de aventuras y del policial a través de distintos puntos de vista. Aunque por momentos se desdibuja, sale muy bien librado de la acrobacia que constituye darle forma oral a los testimonios en diversos registros y variantes del español. Con Cementerio de barcos estamos ante una de las más gratas sorpresas literarias de este año.

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