Rosalía Tineo: "Un gran regalo de Navidad sería que nuestros políticos se dejen de vainas"

“Mi abuela fue muy pobre, pero de mucho talento. Mi papá también era humilde. Aunque yo me siento rica en conocimiento. Cuando fui a nuevo México, dije: yo no tendré el conocimiento de los políticos, pero en mi arte soy mejor”, nos dice la heredera del arte tineo.
(César Campos)

De las hijas de Leoncio Tineo, Rosalía es la única que acabó la secundaria. “Tal vez él pensaba que yo sería una profesional”, me dice la artesana ayacuchana. No es doctora ni ingeniera, pero tiene talento innato, es una maestra y heredera del arte Tineo, que habría empezado en las manos de su abuela María Ochoa.

A mediados de año, Rosalía recibió la medalla Joaquín López Antay, una de las más importantes que ofrece el Perú a los artesanos. Y hoy es parte de la feria Ruraq Maki - Hecho a Mano, exposición-venta que se realiza en el (Av. Javier Prado Este 2465, San Borja), de 10 a.m. a 8 p.m., ingreso libre, y que va hasta este sábado.

Su sustento diario es la venta de abarrotes, en Ayacucho. Pero busca espacio para dedicarle una media hora del día a sus trabajos de artesanía. Allá no tiene una tienda o stand para las obras de arte que produce. Sus piezas las vende casi anónimamente. Tenerla en Lima es un privilegio.

¿Cómo se recibía la Navidad en su infancia, en Ayacucho?
Mi infancia la pasé en Huanta. Allá por los años sesenta. Pero en Navidad no conocí nunca regalos ni chocolatada. Nada (risas). Pero sí se festeja con danzantes de tijeras en un pueblo que ahora se llama Nueva Barcelona. Se celebraba el nacimiento de dos niños, pero en toda la comunidad. Uno se llama Chichi, que es más grande, y el otro es Patrón, que es más chico. Se hacía contrapunto entre ambos y los danzantes se agrupaban alrededor de cada niño; como un mano a mano.

¿A esa edad usted ya ayudaba a Leoncio en las artesanías?
Sí. Yo tenía 8 años. Me mandaba a pintar y bruñir. Pero en ese momento no tenía pensado a lo que podía dedicarme. A este arte me abracé cuando formé mi propio hogar. A los 19 años tuve a mi primer hijo y no tenía sustento; entonces, me dediqué a este arte. Por la necesidad lo convertí en mi profesión. Empecé elaborando piezas pequeñas. El trabajo que hacíamos con mi papá se iba a ferias internacionales.

¿No pensó en dedicarse a otra cosa?
No, ya vi platita y tenía que seguir (risas). Aunque cuando llegó el terrorismo no había venta.

¿Cómo le afectó esa época?
Mucho y a toda mi familia. Por eso nacieron mis piezas sobre la violencia. A mi papá lo torturaron delante de mi mamá. Los ronderos lo tildaron de terruco. Y a mi mamá también. No sé si lo hicieron por envidia. Al pueblo de mis papás lo señalaron como zona roja. Claro, los senderistas pasaban por ahí. Hay muchos desaparecidos hasta ahora. A mi esposo también lo acusaron de terrorista, pero por un caso de homonimia.

¿Y la confección de nacimientos de dónde vino?
De mi papá. Mi abuela tenía la tradición de crear piezas que eran a la vez pitos. Pero mi papá dejó atrás esa tradición y yo lo sigo. Y también hago piezas sobre la inclusión social.

Hace 23 años falleció don Lencio, su padre. ¿Qué sintió que se fue con él?
Al contrario, me dio más fuerzas para abrazar este arte. Le puse más dedicación.

¿Y qué siente que le dejó?
El talento de sus manos, que ahora es mi sustento. Si no supiera esto, ¿qué haría? Aunque él no me enseñó este arte. Todo lo aprendí mirando y ayudándolo. Tal vez él pensaba que yo sería una profesional, porque de sus hijas fui la única que acabó la secundaria.

No tendrá una profesión convencional, pero tiene un talento innato.
Así es. Me siento una maestra. Es un trabajo muy importante. Gracias a este trabajo hasta tuve la oportunidad de viajar al extranjero. Me fui a Nuevo México. Solo espero que mi hijo Leoncio se dedique a este arte. Porque si yo muero, ¿quién seguirá con la tradición de mi familia?

¿Por qué es importante que este arte no se pierda?
Esta cerámica estilo Tineo está en extinción. Por una piecita de mi papá han pedido mil dólares, pero la gente que las posee no las vende porque las considera reliquias. No solo es un objeto o un regalo de Navidad, sino también es la inspiración, el tiempo que se le dedica, es el amor de tu vida, es la tradición de la abuela. Y ahora queremos saber dónde ella aprendió este arte. Mi abuela fue muy pobre, pero de mucho talento. Mi papá también era humilde. Aunque yo me siento rica en conocimiento. En México, dije: “Yo no tendré el conocimiento de los políticos, pero en mi arte soy mejor”.

¿Qué placer experimenta al realizar este tipo de piezas?
El día que no toco mi cerámica me siento inquieta. Siento que no he producido. Entonces, siquiera diariamente le dedico media hora. Cuando veo el trabajo final se siente una gran satisfacción. Gracias a Dios, sigo para adelante y gracias también a la feria Ruraq Maki, que nos da un espacio para vender. En esta feria están reunidas todas las sangres, como decía José María Arguedas. Ademas, debo decir la verdad, prácticamente solo vendo mis productos acá, porque en Ayacucho no tengo tienda ni stand. En mi casa puedo vender una que otra piecita, pero estoy más abocada a mi negocio de abarrotes y a los quehaceres del hogar.

¿Por qué es importante celebrar la Navidad?
Es motivo para la unión familiar. Para reunirnos todos alrededor de una pequeña cena. A veces es difícil, porque cada uno está en sus quehaceres.

¿Cuál es el mejor regalo para estas fiestas?
Hay que compartir con todos por igual, sin distinción. Un gran regalo también sería que nuestros políticos se dejen de vainas y así tal vez podemos mejorar nuestro Perú. También necesitamos que haya una verdadera justicia.

Si su padre Leoncio se apareciera en este momento, ¿qué le regalaría por Navidad?
Mi amor, mi reconocimiento y un millón de gracias por dejarme este arte. Y hasta lo último que pueda seguiré haciendo las piezas y representando su nombre.

AUTOFICHA

Soy Rosalía Tineo Torres. Nací en el distrito de José Félix Iguaín, en Huanta, el 4 de setiembre de 1962. Tengo 56 años de edad. No conocí a mi abuela que, hasta donde se tiene registro, es quien empezó con este arte. Somos seis hermanos y estoy entre los del medio. De siete hijos que tuve, uno de ellos es finado”. 

“Quiero agradecer a la señorita Soledad Mujica que año tras año me da un lugar en la feria Ruraq Maki. Gracias a esta feria sigo produciendo. De lo contrario, tal vez lo dejaría pues no habría dónde vender. Invito a todos que vengan a la feria. En un solo lugar está todo el Perú”. 

“Hoy sueño con poder viajar otra vez al extranjero para representar al Perú, llevando el arte de los Tineo, que lo hacemos con arcilla y tierras de color: rojo indio, rojo y blanco. Una vez intenté poner pigmento negro, pero los clientes lo rechazaron porque no era parte del estilo Tineo”.

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