Roberto Blades en el festival Los Grandes II. (Foto: Eduardo Cavero).
Roberto Blades en el festival Los Grandes II. (Foto: Eduardo Cavero).

La primera vez que vino al Perú llegó con dos músicos porque el Dr. Saravá, o Luis Delgado Aparicio, gran impulsor de la , le había prometido que tenía una orquesta de primer nivel para que lo acompañe en su presentación en la Feria del Hogar, allá por el año 84, o tal vez 85, cuando su hermano Rubén Blades, mayor por 15 años, ya era exitoso por estas tierras.

La orquesta prometida iba a tocar un tema de Fania, “Coro Miyare”, una de las composiciones más complejas de la mítica agrupación. “Nos miramos y dijimos: ‘Estos locos de mierda, qué atrevidos’. Burlándonos (ríe). ‘Qué disparate, vamos a escuchar’”, dijo en ese momento el cantautor panameño. Se puso la mano en la boca como para que no vean su expresión de burla. “Y brother, comienzan los tipos a tocar. Todo lo hicieron mejor que Fania (risas). Me levanté y los aplaudí”, recuerda.

Desde entonces, para el Perú es un paso obligado. Y así será este 15 de abril en el festival Los Grandes II, donde comparte cartel con Oscar D’ León, Willie Colón, entre otros artistas. La cita será en el Estadio de San Marcos.

Aquella vez, el Dr. Saravá dijo: “Bueno, vamos a ensayar”. Y Roberto respondió: “No hay que ensayar ni mierda. Con lo que acaban de tocar, ya sé que pueden tocar la porquería mía’”. Lo recuerda y reímos.

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-En el Perú hay escuela en la salsa.

Hay una escuela, hay una historia desconocida, traída y fomentada por el Dr. Saravá. Y comenzó desde abajo. Si no comienza de abajo, no se queda. El influencer era Saravá. Yo tuve la bendición de que me trajeran y repitieran.

-¿Hoy el Perú es una potencia en salsa?

Definitivamente. El Perú es una potencia y una necesidad en la salsa. Ustedes son para el mundo de la salsa el nuevo mineral. Y no ahora, esto se volvió así hace 10 años. Perú es un punto necesario y obligatorio para el que esté en la industria de la salsa.

-Y todo en medio del dominio de la música urbana. Incluso, se dice que los reggaetoneros son los nuevos salseros.

Sí, porque la salsa es urbana, no es ópera, aunque muchos salseros han tratado de legitimizarse como si fueran Frank Sinatra.

-El Perú es el lugar donde resiste la salsa.

La salsa inicia fuertemente en los 60. Puedes discutir que en los 50 con el mambo, Pérez Prado y eso. Pero ya el virus se regó en los 70, 80, 90. Y la salsa sigue aquí, es como un virus que no se va. Y Perú es una vena que alimenta.

-¿Por qué la salsa se mantiene?

Porque es parte de nuestro ritmo, lo llevas adentro, no es algo foráneo.

-En Grandes II eres empresario y artista. Finalmente, ¿quién eres?

Soy una persona que trabaja en el mundo de la música y el entretenimiento. Pero soy una persona que se preocupa por el mundo y el futuro. Y cada día más esa preocupación está reemplazando a la música. Si dejo de sonar mañana, no me preocupa. Mi papá siempre decía: “No te enamores de los aplausos”.

-¿Eso quiere decir que entrarás a la política?

Veo casi imposible no hacerlo y peor cuando veo que hay pillos, cuando hay ladrones.

-En Centroamérica están Bukele y Ortega.

Mi papá era un tipo duro y me la puso muy claro: “Al bueno, trátalo mil veces bueno; al malo, trátalo mil veces malo”.

-¿Eres más pragmático que emocional?

Cuando tú estás en esto (de la música) te das cuenta de que el timbalero, por decir cualquier músico, es tan fiel al dólar como cualquier otro. Es cosa de negocios.

-¿Has tenido que ser más empresario que músico?

Cantar no es solamente la fórmula. Conozco muy buenos cantantes que nunca llegaron a ser nada. Hay que tener la capacidad de negocio: cuando decir no, cuando decir sí. Hay quienes no saben avanzar y si avanzan no saben para dónde van, el miedo se los come. En todas los géneros, este es un negocio.

-¿Eso lo tuviste claro desde el comienzo?

Acuérdate que vengo de una familia musical. Tengo una ventaja. De pelao (chico) me sentaba y escuchaba los problemas. A veces cuando Rubén (Blades) venía, yo escuchaba las quejas.

-Desde niño ya te ibas interesando.

Yo tenía 8 años y Rubén unos 23. Eran otros tiempos, yo no hacía ruidos, los niños no molestábamos (ríe). Mientras fui creciendo, seguí viendo los problemas con los negocios, con los mismos músicos. Fui entendiendo. Entré con Inmensidad, hicimos la banda. Estuvimos cuatro años, haciendo todo, desde el piso hasta arriba. Soñadores, nada era imposible. Y cool, pero llegó un momento en que apareció la Yoko Ono de la salsa, la esposa de uno de los músicos, y en meses quería mandar. Dije: “Hasta aquí llegué, papi”.

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-¿Y en qué momento quisiste entrar a las Fuerzas Armadas de los EE.UU.?

Yo quería ser futbolista, un Pelé mezclado con Sócrates. Estaba becado para eso, pero tenía que comer. Y me gustaba también el lado de la disciplina, ser parte de un equipo, pero me gustaba la independencia, ser tu propio jefe con tu propia nave y me gustaba la tecnología. El lugar más tecnológico era las Fuerzas Armadas, las Fuerza Aérea, como piloto de combate.

-Rubén te debe haber dicho que no vayas.

No, no, no. Rubén no estaba en el mapa, ni sabía, ni decía, ni opinaba. Yo desde los 15 años soy mi propia persona. No le consulté a nadie. Iba a firmar, pero vi que un superior trató mal a otra persona. Tiré la pluma y le dije: “Esto no es pa’ mí”.

-Siempre fuiste entre rebelde y determinante.

La determinación viene de la educación. Me hicieron tragar la definición de que nada es imposible, no hay limitaciones y que tú eres el limitado, tú eres tu obstáculo.

-Debe haber sido difícil adaptarte al mundo de la salsa.

Yo entré como hobby. Mi plan era trabajar en McDonalds, pagar mi carro, irme para Brasil o Alemania, pararme frente al entrenador y decirle: “Aquí estoy, pruébame”. Pero cuando vi que comencé a ganar serio dinero en la música, que podía sostenerme, y teniendo a mi hermano como ejemplo…

-Ese sería un motor.

No era “él lo hizo, yo lo puedo hacer”, tampoco era “yo quiero ser una estrella”. Cuando vi que se ganaba dinero, dije: “Ok, esto es divertido, no es tan difícil; ok, voy a seguir”. Y fui creciendo.

-¿Ya tenías un hit?

Sí, sí. “Ya no regreso contigo” pegó de una vez. Rubén estaba número dos, número tres y yo estaba número uno.

-¿Ruben te decía algo?

No, nada.

Dato:

El cantautor panameño ha popularizado canciones como “Lágrimas”, “Poquita fe”, “Si estuvieras conmigo” y “Ya no regreso contigo”.

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