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Ricardo Muguerza: “El libro es un invento fantástico, es transformador”
Los libros llegaban en mulas a su natal Conga. Y los doce hermanos y padres se reunían alrededor de la palabra escrita. Es la historia de infancia de Ricardo Muguerza, flamante presidente de la Cámara Peruana del Libro. Conversamos con él.
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Nació lejos de todo y cerca de todo. Alejado del bullicio de las ciudades y de las pantallas. Pero en las entrañas de la vida: en Conga, en el cruce de caminos, por donde todos pasan para ir de un lado de la cordillera al otro, en las alturas de Cajamarca.
Los libros llegaban en mula. Los traía el postillón. Su padre —juez, alcalde y, de ser necesario, gobernador— estaba suscrito a colecciones de libros que llegaban cada mes. “Era el dulce para todos”, dice y sonríe como saboreando el recuerdo. Y era el pretexto para reunir, cada noche y sin energía eléctrica, a los 12 hijos y padres alrededor de la cama, y leer y escuchar lo que traían aquellos libros.
A los 11 o 12 años tuvo que independizarse. Migró para estudiar la secundaria, a la provincia de Santa Cruz. Ahí encontró lo que él llama el paraíso: la biblioteca. A los 17 o 18 años, volvió a migrar, esta vez a Lima. Y otra vez el libro en su camino.
Le pidió a su padre que le hiciera un gran favor de no enviarle dinero. “Ya me siento grande como para buscármela”, le dijo. Buscó trabajo por casi dos meses. Y empezó a vender, al crédito, enciclopedias, libros.
En 1990, en medio de paquetazos, creó Ordecupe, empresa librera que acerca los libros a sus lectores. Y hoy es el flamante presidente de la Cámara Peruana del Libro. “El libro para mí fue una bendición”, me dice.
Ricardo, en las redes sociales su figura ha alcanzado popularidad por su carisma a la hora de hablar de los libros que trae Ordecupe. Como flamante presidente de la cámara, ¿ese traje se deja atrás o, más bien, es necesario?
Siendo el encargo en mi empresa el de difundir los libros para que más gente pueda acceder a la lectura, no es más lejano el papel que me toca ahora en la Cámara Peruana del Libro, una institución con más de 70 años de gestión, cuyo objetivo central es, precisamente, fomentar el libro y la lectura en el país, que es lo que he venido haciendo en el trayecto de mi vida profesional, ya más de 40 años.
¿No falta un acercamiento más lúdico hacia el libro y la lectura?
Lograr atraer al lector no es una tarea sencilla. En tanto eso, uno tiene que ser muy creativo, pero más que creativo, muy natural. Yo me defino como una suerte de lector de origen. Yo tengo la lectura desde pequeñín.
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¿Cómo lograr que los libros tengan más lectores?
El libro es un invento fantástico, que es transformador, el vehículo directo para el desarrollo personal. Hemos sido muy localistas en los últimos años. Nos hemos enfocado mucho a los eventos en Lima. Pero tenemos que salir desde las regiones, desde los pueblos. Qué mejor que trabajar desde los niños más pequeños, en las escuelas y de la mano de las autoridades, que no solo tienen el encargo sino también los recursos. El lector peruano se fascina con la lectura, pero es un poco tímido al comienzo, hay que ir al encuentro del lector, ponernos casi en el camino del lector, en esta suerte de ferias, festivales, congresos. Acercar el libro al lector para provocarlo desde temprana edad. A veces cometemos un gran error con el niño, que para distraerlo muy tempranamente les entregamos las pantallas. Estamos privando al niño de que explore con el libro. Hoy existen libros tan lúdicos, con sonidos, con troquelados, con texturas.
¿Qué decir de la nueva ubicación de la Feria Internacional del Libro de Lima en el Campo de Marte?
Nos venimos mudando unas cuatro a cinco veces. La FIL empieza hace 28 años, en un espacio muy pequeño con apenas 40 a 50 expositores en los interiores del Museo de la Nación. Tuvimos tanta acogida que al año siguiente tuvimos que mudarnos a lo que quedaba de la Feria del Hogar. Crecimos y nos mudamos al vértice del museo, donde hoy es el Gran Teatro Nacional, al Jockey Plaza y de ahí a Jesús María. Y vaya que estábamos cómodos y el crecimiento nos vuelve a obligar a mudarnos. Y el municipio de Jesús María nos ofrece un espacio mucho más amplio, más generoso para la circulación, más cómodo para el expositor y el lector, con ingresos desde diversos lugares. Tendremos la explanada de la Avenida de la Peruanidad, la losa del monumento hacia adentro del Campo de Marte y la Concha Acústica.
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¿Cuántas personas llegaron en la última edición y cuánto se espera para ahora?
Hemos llegado a 430 mil visitas. Y pensamos que esta vez vamos a albergar a 450 mil. Antes de la pandemia estuvimos en 198 mil y en 2022 en 292 mil. Ese crecimiento que venimos teniendo nos obliga a usar este nuevo espacio. Y ahora tendremos 500 estacionamientos.
¿Qué otras novedades habrá?
Estamos cerrando todavía esta parte del programa cultural. Pero este año vamos a dedicar la feria al Bicentenario. No tendremos país invitado y el Bicentenario será el emblema. Eso nos obligará a que los países miembros de esta gesta libertadora tengan los mejores representantes. Haremos el lanzamiento, probablemente, antes del 15 de abril.
¿Qué tiene que pasar ahora con la ley del libro?
La ley del libro era un sueño dorado de toda la vida. Y el año pasado, justamente en octubre, hemos conseguido una ley histórica, con tantos beneficios que ni siquiera nosotros lo pensamos. Ahora la ley viene de forma definitiva, a quedarse. La exoneración del impuesto a la venta viene acompañada con, al menos, treinta beneficios adicionales que tienen que ver con toda la cadena del libro; beneficios de recuperación tributaria para el autor, para la imprenta, para el papel. Esta ley será un antes y un después para la industria del libro en el Perú.
¿Y qué falta?
El reglamento está prácticamente a un 98% y siempre eso toma su tiempo, porque participa el Ministerio de Economía, la Sunat, el Ministerio de Cultura. Pero todo está presto para que sea publicado pronto, probablemente en los próximos días. Tengo que decir que este gobierno por primera vez nos ha mirado de frente. El Congreso nos apoyó. Todo ha jugado a favor. Está todo listo para un despegue.
AUTOFICHA:
-“Soy Ricardo Muguerza Terrones. Tengo un segundo nombre que no lo uso. Ricardo era el nombre de mi padre. Venimos de una familia ganadera. Mi padre fue un lector fantástico. Mi madre estaba en la casa, pequeñita pero con una fortaleza y personalidad de gigante”.
-“Mi madre me dijo que había escuchado que estaban planeando que yo me quede a ver la hacienda en Cajamarca y verlos a mis padres. Y ella dijo no. ‘Si te quedas aquí, no me serás de mucha ayuda. Mejor te vas y cuando estés cómodo, tal vez me llevas’, me dijo, y así pasó”.
-“Mi madre duró hasta los 100 años… En el camino me he capacitado para la venta, hasta el año 90, a los tres meses de los paquetazos, que fundé la Organización para el Desarrollo Cultural del Perú (Ordecupe), cuando nadie quería salir de la casa; y vaya que nos ha ido fantásticamente bien (sonríe)”.
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