La Lá: "La realidad es más compleja que un me gusta o no me gusta"

“Me sorprende en redes ver que las conversaciones se hacen cada vez más extremas, como si se formaran dos bandos. Me hace pensar en que es parte de esa respuesta binaria de me gusta o no me gusta, soy blanco o soy negro, soy bueno o soy malo”, considera la cantautora.
(Perú21/ Piko Tamashiro)

Para escuchar su nuevo disco hay que ir a verla en vivo. Pues las composiciones que estrenará en dos semanas solo existen en su mente y en la de sus músicos, ya que no las ha grabado en un soporte físico ni digital. Esa es, quizás, una de las mejores maneras de sacar a la gente de sus pantallas y volver a conectar con los artistas cara a cara. La Lá nos recibe en su casa, un espacio colorido, con muchas plantitas y un tocadiscos. Ahí nos precisa que el premio del Ministerio de Cultura que galardonó el videoclip de su canción “La felicidad” es, en realidad, un reconocimiento a la realizadora Claudia Chávez, quien dirigió y escribió el proyecto.

¿Cómo aparece la idea de hacer el videoclip?
Yo conocí a Claudia y a su esposo Marcelo, quienes tienen una productora de contenidos que se llama Apus, porque yo necesitaba hacer un video para un proyecto de crowdfunding para mi tercer disco. Entonces, hicieron este video que aún no presento y me gustó mucho su trabajo. A raíz de eso, quedó la posibilidad de volver a trabajar juntos. Luego, salió esta convocatoria de los videoclips del Ministerio de Cultura y yo les dije para lanzarnos. Pensamos que el tema que debía tener un video era “La felicidad” y Claudia tomó la batuta del proyecto e hizo el guion y la dirección del videoclip.

Esa pieza tiene una suerte de anexos con testimonios de artistas mujeres que narran brevemente los obstáculos que han enfrentado en su carrera.
Ese trabajo paralelo terminó siendo considerado por la autora como un making off, pero es bien interesante porque recoge estos testimonios que mencionas y a la vez se ve, detrás del video, cuáles son las motivaciones que hay y cómo ha sido el trabajo para lograr transmitirlas a través del proyecto.

¿Es muy complicado ser una artista mujer en Perú?
Sí... Hay muchas cosas que pueden dificultar un trabajo en general. Este es todavía un país machista y racista; entonces, ser una mujer ya es estar en desventaja en una carrera porque se supone que no eres tan capaz y tienes un montón de estigmas, como que tienes que ser bonita para merecer un puesto porque básicamente tú vas a adornar. Pero esa es una cosa que se está cambiando, hay muchas mujeres ahora que están en cargos directivos.

En uno de los testimonios se señala que muchas veces a las artistas les exigen ser sexy para vender más. ¿Eso es muy común?
Alguna vez yo he recibido comentarios de gente que me ha dicho que sea más “simpática”, más dispuesta y que recurra a mis encantos. Pero a mí me parece que eso no tiene nada que ver con mi trabajo musical y menos mal estoy en un nicho de la música independiente, donde la gente no está esperando a una artista que salga en minifalda. Pero imagino que si hubiera querido dedicarme a cantar en un conjunto de cumbia, hubiera sido muchísimo más presionada a tener una apariencia determinada. No sería tan libre de vestirme como yo quiera.

¿A quién le cantas en el tema “La felicidad”?
Creo que más allá de a quién le canta uno, cuando yo compongo una canción hay motivaciones, pero estas son tan intuitivas y emotivas que no calzan con un objetivo exactamente racional. Lo que al final transmite la canción depende de quién la escucha.

Te pregunto eso porque en un video de YouTube donde cantas ese tema apareces con una foto de tu mamá.
Es que esa fue una de las motivaciones, pero no fue la única. Esa canción yo la escribí después de que mi mamá murió y también murió mi abuela... Todas las personas que me criaron murieron en dos años. Pero también pensé mucho en mi esposo, en mis hijos, en un montón de cosas, de diferentes maneras.

¿Crees que falta más apoyo del público a los artistas?
No puedo hacer un análisis sociológico antropológico de cómo estamos, pero me da la impresión de que a través de la dinámica de lo virtual se ha sustituido algo de la participación humana, en cómo la gente se acerca a lo que le gusta. Por ejemplo, yo misma veo avisos de eventos culturales para asistir, les pongo like y es como si todo tu cerebro y tu intención quedara en ese clic. Hay una gran cantidad de información y a lo mucho llegas a calificarla de si te gusta o no, pero siento que ese ejercicio constante de estar pendiente de una realidad virtual hace que la gente pierda la atención a lo que está alrededor. Siento que, además, poder escuchar lo que tú quieres todo el tiempo y ver videos, tal vez, son dinámicas que hacen que mucha gente se quede en su casa. Me parece que muchas personas se sienten muy contentas metidas en su cuarto, mirando una pantalla, más que salir a un concierto y, quizás, tener frío, caminar, ver un perrito, que te mojes tu media y que pasen tantas cosas que son tan lindas.

Pero también hay varios artistas que se han hecho conocidos gracias a la difusión de las redes sociales.
Sí, pero creo que esa difusión es en una calidad cuestionable para mí. Porque los contenidos en redes son tan abundantes, ¡tan abundantes!, que se trivializa todo: desde las malas noticias hasta las noticias alegres, las invitaciones a eventos, marchas, todo está revuelto y no hay ninguna jerarquía. Me sorprende también en redes ver que las conversaciones se hacen cada vez más extremas, como si se formaran dos bandos. Me hace pensar en que es parte de esa respuesta binaria de me gusta o no me gusta, soy blanco o soy negro, soy bueno o soy malo. Creo que esa lógica binaria de las redes aplicada en nuestro cerebro no nos hace bien porque la realidad no es así, es más compleja. Esto afecta la posibilidad de encontrarse entre personas, la empatía. Cuando hay discusiones sobre un punto de vista, todos sacan su machete, sus hachas y van unos contra otros y son gente que no se conoce y hablan de cosas que hasta ni saben. No me siento muy identificada con las dinámicas de las redes
sociales.

AUTOFICHA
- “Mi nombre es Giovanna Núñez, empecé como La Lá en 2009 y tengo grabados dos álbumes: Rosa y Zamba puta. De chica me gustaba Don Chezina y me parecía paja, pero el reguetón que escucho ahora no me gusta. El ritmo es bonito, pero no me gusta la producción musical; las letras, ni te digo”.

- “Me gusta mucho escuchar música para bailar, como merengue, salsa, guaracha, el house antiguo. Además, me gustan Pablo Milanés, Joan Manuel Serrat, me gusta escuchar gente cantar cosas lindas. Tengo una lista grandaza y muy diversa de gustos musicales”.

- “El nuevo disco tiene dos canciones que están inspiradas en la vida doméstica, un par de canciones sobre la relación con lo virtual, por ahí hay una bien romanticaza. Creo que no tiene tanta raíz latinoamericana, aunque hay una salsa. Lo presentaré en El Gato Tulipán, el 14 de mayo”.

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