"“A los 11 años, hice una lista de lo que podía estudiar. Eran once especialidades (risas). Pero todo tenía que ver con conocer cómo funcionan las cosas”, declara la neuróloga.(Juan Ponce Valenzuela/Perú21).
"“A los 11 años, hice una lista de lo que podía estudiar. Eran once especialidades (risas). Pero todo tenía que ver con conocer cómo funcionan las cosas”, declara la neuróloga.(Juan Ponce Valenzuela/Perú21).

“Siempre he sido un ser mutante”, “soy de ideas un poco fijas y estructuradas”, “realmente disfruto con las cosas que hago”, “soy obsesivo compulsiva”. Es el diagnóstico que hace de sí misma la doctora .

Estudió Medicina en San Marcos. La carrera, de siete años, la hizo en nueve años, tres meses y 14 días. Entre clase y clase, cuando había huelgas y ella tenía 19 años, se escapaba al que entonces era el hospital Santo Toribio y que ahora es el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas, del que hoy es la directora general.

Originalmente quería ser bióloga molecular, porque siempre le ha intrigado dónde comienza el principio de vida. Pero llegó a segundo año, conoció la neuroanatomía y empezaron sus visitas al instituto. “Y el amor sucede, quedé fulminada”, revela emocionada. Le atrajo lo fascinante de encontrar la explicación de cómo funcionamos. Lo fascinante de hallar cómo la vida puede expresarse a través de un cerebro.

Llego al instituto, que está sobre el jirón Áncash 1721, en Barrios Altos. Lugar que hacia 1700 era el Refugio de los Incurables. Primero vamos al fascinante Museo del Cerebro, donde se hacen las fotografías. La doctora en primer plano, de fondo cerebros afectados por tuberculosis, cáncer, alzhéimer. “El cerebro es el vínculo entre cuerpo y espíritu. Es el vínculo entre nosotros y el exterior”, remata la ex ministra.

¿Dónde está la raíz de su pasión por este mundo?
Eso vino conmigo. En mi familia todos hemos sido fierreros: mi padre era ingeniero mecánico, mi abuelo trabajaba metales. Yo me he criado en el campo, en Pacasmayo. Ahí uno crece salvaje, libre. Yo tenía mi lata con gusanos. Juntaba plantitas para alimentar a la oruga y ver cómo se transformaba en mariposa. Me iba por el río, trepaba por el cerro y con mi helado derritiéndose observaba todo el valle. Generalmente sola.

Entonces, ¿cómo nacía su gusto por la naturaleza?
Mi madre era periodista. Me enseñó el gusto por los libros. Aunque mi padre falleció muy joven, cuando tenía 32 años y yo 9. A raíz de eso, nos vinimos a Lima, donde ya no podía hacer fogatas y tenía que montar bicicleta por la vereda. En el norte montábamos la bicicleta a campo traviesa, nos metíamos a los cañaverales. Iba a comprar el pan en bici, cruzando el río.

¿Qué imaginaba que iba a ser de grande?
Uno de mis grandes sueños era estudiar la Antártida. Refleja tanto de las épocas anteriores de la evolución de la tierra. Me encantaba saber sobre lo que veía. Entonces, decía: tengo que aprender glaciología, luego lo fluvial, geología, cómo se habían formado los andes. Saber el porqué de las cosas. A los 11 años, hice una lista de lo que podía estudiar.

"La educación es más importante que todo”, manifestó Pilar Mazzetti (Juan Ponce Valenzuela/Perú21).
"La educación es más importante que todo”, manifestó Pilar Mazzetti (Juan Ponce Valenzuela/Perú21).

¿Qué había en esa lista?
Once especialidades (risas). Pero todo tenía que ver con conocer cómo funcionan las cosas. Mientras tanto, mi madre nos alimentaba con todos sus libros. Simone de Beauvoir ha nutrido mi adolescencia. Es la imagen que he tenido para formarme como mujer. Somos dos hermanas, pero nunca nos hemos percatado de que éramos mujeres. Solo éramos.

Vemos los feminicidios y aún nos cuesta aceptar por qué ocurren. ¿Qué está pasando?
La mujer en nuestra sociedad siempre ha representado un poco a las personas que tienen que ser protegidas, que tienen que hacer lo que uno dice, etc. Y eso hace que la violencia sea más fácil canalizarla sobre la mujer.

¿Ante qué clase de agresores estamos?
Vivimos en una sociedad disfuncional. Necesitamos líderes sociales que nos guíen, que encaucen la frustración, que nos ayuden a canalizar la violencia, que nos ayuden a querernos y ayudarnos.

¿Empoderar a la mujer es parte de ello?
Hay que empoderar a la mujer para que no sea agredida, pero también hay que empoderar al hombre para que conduzca sus furias. Todos tenemos que ser encauzados. Empoderar no es solo dar poder sino tener control. Y eso que no estamos hablando del maltrato social. Ahora se consideran normales los favores y las llamadas. Alguien dijo que los problemas del Poder Judicial no eran delitos sino problemas éticos, como si fuera algo menor.

¿La corrupción tiene relación con algún trastorno?
Tiene mucho que ver con nuestro lóbulo prefrontal, que tiene la función ejecutiva. Está en la parte de adelante del cerebro. Se supone que es la parte más evolucionada y que es por donde el cerebro seguirá creciendo. Nos permite analizar la realidad, medir los riesgos y programar qué vamos a hacer para salir adelante. El lóbulo prefrontal nos permite inhibirnos de una satisfacción inmediata con miras a una satisfacción mayor. En el caso de los corruptos, se forman circuitos en el cerebro que facilitan ciertas acciones. Si usted todo el tiempo recibe coimas, los circuitos del cerebro que lo gratifican se activan. Usted se acostumbra a recibir coimas. Mientras más repetimos algo, más fácil es hacerlo y hay mucho fenómeno de recompensa. Cambiar eso es complicado.

"Necesitamos líderes sociales que nos guíen, que encaucen la frustración, que nos ayuden a canalizar la violencia, que nos ayuden a querernos y ayudarnos", declara Mazzetti (Juan Ponce Valenzuela/Perú21).
"Necesitamos líderes sociales que nos guíen, que encaucen la frustración, que nos ayuden a canalizar la violencia, que nos ayuden a querernos y ayudarnos", declara Mazzetti (Juan Ponce Valenzuela/Perú21).

¿Qué debemos hacer para generar mejores ciudadanos?
Uno educa a una madre y está educando a toda una generación. Uno educa a un profesor y está educando a varias generaciones. La educación es más importante que todo. Somos un país en busca de una identidad, pero tenemos la gran suerte de ser multiculturales. En genética, las especies que son puras son más débiles que las especies que están mestizadas. En genética, los híbridos son mucho más resistentes. Cuando hay algún tipo de enfermedad, el mestizarnos nos protege.

¿Somos un país más optimista, pese a todo?
No pienso tanto como país. En Latinoamérica prácticamente somos lo mismo. Los latinos tenemos una alegría de vivir muy interesante. Tenemos mucha resiliencia, capacidad de salir a adelante, construir y buscar el lado mejor. Es un valor muy grande en Latinoamérica y es lo que más se le puede dar al resto del mundo.

Autoficha:

“Soy Pilar Elena Mazzetti Soler. Nací en la Maternidad de Lima, el 9 de setiembre del 56, aunque me he criado en el interior del país: en Pacasmayo, San Jacinto (una hacienda cerca de Chimbote). Mis padres eran de Lima. Mis abuelos paternos han sido italiano y español, y mis abuelos maternos peruanos”.

- "Estudié en San Marcos, luego hice maestría y doctorado ahí mismo, y en la César Vallejo. Hice una maestría de Genética en la Cayetano Heredia, tuve una formación en el extranjero para el área de neurogenética, en Francia. En ese país europeo también he trabajado”.

- “En el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas tenemos el único servicio en el país que trabaja con familias afectadas por enfermedades hereditarias del sistema nervioso. Me fascina descubrir que el cerebro es tan ordenado, que permite encontrar muchas explicaciones y plantear varias preguntas”.