/getHTML/media/1244002
Ántero Flores-Aráoz sobre ilegalidad del partido A.N.T.A.U.R.O.: “Me parece una decisión adecuada"
/getHTML/media/1244032
Omar Awapara: "El Reinfo permite operar en nombre de la minería formal"
/getHTML/media/1244018
Eduardo Quispe acerca de LOS WAYKIS: “Es un formato innovador que no existe en el Perú”
/getHTML/media/1244014
Actriz Lilian Nieto sobre serie 'Los Waykis': "Interpretar a este personaje fue muy difícil"
/getHTML/media/1244030
Lamento boliviano por grave crisis económica
/getHTML/media/1243568
Aníbal Quiroga: "La presidenta del TC no le puede prestar atención a un condenado"
/getHTML/media/1243565
Martin Salas: "Es fácil hablar cuando no aumentas el presupuesto de la Fiscalía"
/getHTML/media/1243564
Agustín Pérez Aldave: "Felipe Pinglo fue el cronista de Lima"
/getHTML/media/1243473
¿Los peruanos celebran Halloween o Día de la Canción Criolla? en Ciudadanos & Consumidores
/getHTML/media/1243373
Carlos Anderson: "¿Por qué se empecinan en comprar 24 aviones nuevos?"
/getHTML/media/1243175
José Baella tras disolución del Movadef: "La Fenatep debería ser investigada"
/getHTML/media/1243177
Iván Arenas sobre el paro en APEC: "Es un paro político e ideológico"
/getHTML/media/1243150
Renato Alí Núñez: "El caso Movadef podría ser una guía para otros movimientos"
/getHTML/media/1243185
¿Quiénes serán los Senadores de 2026?
/getHTML/media/1243007
Max Anhuamán sobre disolución de Movadef: "La decisión del Poder Judicial es histórica"
/getHTML/media/1243009
Guillermo Loli: "El 86% no quiere que Antauro postule"
/getHTML/media/1242963
Alfredo Torres analiza encuesta Ipsos: "Keiko y Antauro han crecido un poco"
/getHTML/media/1242972
Martín Pérez sobre beneficios del Puerto de Chancay: "Japón quiere ampliar inversión"
/getHTML/media/1242611
Alessandra Fuller: "A mí me encantan los retos”
/getHTML/media/1242442
Ana Jara: "Sí Dina Boluarte sigue así, no llega al 2026"
/getHTML/media/1242470
Javier Luna: "Donde hay un peruano con fe, aparecerá el Señor de los Milagros"
/getHTML/media/1242413
Silvia Miró Quesada: "Creo que el cáncer tiene que ver mucho con la actitud"
/getHTML/media/1242469
Día Mundial de la Suegra ¿El peruano quiere a su suegra? en Ciudadanos y Consumidores
/getHTML/media/1242118
Fernando Silva sobre Martín Vizcarra: "Acusación es bastante sólida por ello intentan evitar el juicio"
/getHTML/media/1242112
César Campos sobre Dina Boluarte: "La señora no sabe que todo es política"
/getHTML/media/1241958
Silvana Carrión: "Condena de Alejandro Toledo es resultado de un trabajo arduo"
/getHTML/media/1241947
Yvan Montoya sobre sentencia a Alejandro Toledo: "No importa el tiempo, la justicia te alcanza"
/getHTML/media/1241551
Gladys Echaíz sobre elección de Delia Espinoza: "Ojalá que le cambie el rostro al Ministerio Público"
/getHTML/media/1239253
Dina Boluarte endeudará al Perú por S/ 7,500 millones para comprar 12 aviones de combate
/getHTML/media/1239251
Todo lo que debes saber sobre el sorteo 'Escapada de Primavera'
PUBLICIDAD

Movida21: Un repaso por la historia de Dolores Delirio

Imagen
Fecha Actualización
¿Qué pasó antes del 23 de abril de 1994? José Inoñán y Josué Vásquez cerraban el capítulo del grupo Visos de Burdeos, que había empezado en 1992. Jeffrey Parra tenía la pretensión de forjar un propio proyecto como guitarrista; venía de tocar bajo en la banda post punk Cardenales y boceteaba en un casete dos ideas de canciones: “Viento Satélite” y “A cualquier lugar”. Y Ricardo Brenneisen tenía en su currículum haber sido parte de Sor Obscena hasta 1990. Todos frecuentaban la movida postboom del rock subterráneo.
Jeffrey se comunicó con Josué para comentarle que tenía esos primeros trazos. “Todo pasó como si ya hubiese estado pauteado”, recuerda José sentado en una banca de la plazuela del Teatro Municipal. A él también lo convocaron por esos días de marzo de 1994. La siguiente llamada telefónica fue de Brenneisen a Vásquez. En principio, una comunicación de cortesía, solo para saber cómo estaba. “Ya escribía canciones y quería volver a cantar”, señala sentado al lado de Inoñán, y evoca las palabras del baterista: “estamos armando un proyecto y no hay cantante”.
La primera reunión de los cuatro fue en el otrora Foco Rojo de la avenida Venezuela, frente a la iglesia Desamparados, en Breña. Espacio que era de la familia de Josué Vásquez. El primer tema que interpretó Ricardo fue “Viento Satélite”. Cuando empezó a hacerlo, hubo miradas de desconfianza. “Qué raro suena esto”, pensaron. Cantó “A cualquier lugar” y se dio el consenso: era la voz que buscaban. “Yo era consciente de que estaba a prueba”, aclara Ricardo. Una semana después, en plena Semana Santa, sellaron el proyecto. El cantante llevó un cuaderno con varias letras y ese día, esta vez en la casa del baterista, por el Coliseo Amauta ­­–donde en los ochenta se presentó Soda Stereo–, nacieron dos temas más: “Carmen” y “Vértigo”. Con cuatro canciones de repertorio, una semana después Josué recibió una llamada para que Visos de Burdeos se presente en un concierto, pero él propuso a su nueva banda aún sin nombre.
Cada uno escribió un nombre en el pedazo de una hoja y la dobló. Tras una votación interna, ganaron las palabras Dolores Delirio que serían escritas por primera vez para el concierto debut en el recordado Muná Muná de Miraflores. “Esa noche era como un examen para ver si estábamos haciendo bien las cosas”, apunta José. En el cartel también figuraban T de cobre y Último Refugio, entre otros grupos. “Fue mágico porque pese a que eran temas nuevos, la gente los cantaba. Era la gente sintiendo tu música como si la hubieran escuchado toda su vida. Eso nos dijo que ese era el punto de partida”, añade sobre aquel viernes 23 de abril de 1994.
¿Qué pasó después del 23 de abril de 1994? El ascenso del grupo fue veloz. En pocos meses revolucionó la escena underground limeña. De ahí al final de ese año, tuvieron más de 50 presentaciones y recibieron el título ­­–medio en broma, medio en serio– de “mejor grupo de los 80 y 90”, porque tenían la impronta postpunk y new wave, pero con la modernidad que imponía la última década del siglo pasado. Un rasgo que también impusieron fue el denominado “profesionalismo”. “Muchos, incluso, nos fastidiaban porque hacíamos prueba de sonido”, dice entre risas Inoñán sobre la banda que se preocupaba por contar con un staff técnico, proponer un show sobre el escenario y apoyarse en secuencias. Características no muy comunes en los sótanos del underground local. Fueron parte de una generación noventera que sostuvo con talento y dignidad eso que llamamos rock peruano.
PRIMEROS PASOS
En los cimientos de la historia de la banda está la primera maqueta que se gestó –casi– accidentalmente. La sala (de casa) de un señor que alquilaba equipos de sonido en El Agustino fue la sala –sí que vale la redundancia– de grabación de la maqueta que tenía en la portada la emblemática imagen en blanco y negro de una tijera ejerciendo presión en el pezón de una teta desnuda.
En principio era una grabación para tener registro de cómo sonaban y que, de paso, les sirva de carta de presentación ante productores y organizadores de conciertos. Manuel Munive, amigo del grupo, fue uno de los que escuchó el demo, tras lo cual salió corriendo y volvió con la imagen de la teta. Lo propuso como portada, gráfica que la había sacado de una viñeta de un cómic japonés. La maqueta se vendió subterráneamente en cantidades incalculables.
En las bases de cómo se fue forjando Dolores Delirio también está el concierto que dieron en una de las ediciones del Cóndor Rock, que se realizaba en una carpa de circo que había al lado del puente Santa Rosa, frente al convento del mismo nombre, en la avenida Tacna. Tal vez ahí empezó la historia de lo que sería el primer álbum oficial: ‘Cero’. En ese concierto se dio un acercamiento con un productor que abrió la posibilidad de grabar en El Techo, uno de los estudios más respetados de entonces. Empezaron a grabar, pero el productor desapareció y con él, el auspicio. Solo les quedó una gran deuda. Para pagarla ofrecieron ayudar, como carpinteros, en la remodelación del estudio. Además, para demostrar que iban a cumplir con su palabra, dejaron empeñados sus instrumentos y amplificadores; aunque ahora confiesan que no eran suyos. Hicieron de todo para pagar la deuda y continuar con la producción.
‘Cero’ no puede faltar en un ranking de los mejores discos del rock peruano. Es un álbum de ángulos perfectos, de sonoridad propicia, una forma que no se había delineado en la escena local hasta entonces. No tuvo productor musical, pero contó con la paciencia y el buen oído de Amadeo Gaviria, dueño de El Techo y trajinado músico. También aportó en partes de teclados, como en “Dame”. Un disco al que dedicaron casi todos los días de los seis meses que duró el proceso y que vio la luz en 1995. “La banda vive agradecida por el rol de Amadeo. Fue algo así como un señor Miyagi: de pronto aparecía con una genialidad”, subraya Ricardo.
SENDERO DEL DOLOR
‘Cero’ consolidó a Dolores Delirio y lo llevó, tal vez, a uno de los momentos más elevados. Pero la caída fue dolorosa tras el fallecimiento de Jeffrey Parra luego de un accidente vehicular. Para José, “fue duro tomar la decisión de continuar con la banda, pero en nuestras cabezas se repetían las palabras del mismo Jeffrey, quien antes nos dijo que a quien le toque, el grupo debía seguir y buscar que sea la banda que nunca ha tenido el Perú”.
Les pregunto si Dolores Delirio ha superado la partida de Parra. “Justo haces unos tres años, tomando un café con José, hablamos de cuánto aún atrapábamos la memoria de Jeffrey y cuánto estábamos obsesionados con buscar un guitarrista que lo reemplace, cuando lo que necesitábamos era otro guitarrista. Recién en ese momento desamarramos el nudo”, responde Brenneisen.
Pero el sonido de Parra no se fue inmediatamente. El grupo seguía tocando con su guitarra secuenciada, a través de un módulo conectaban toda la instrumentación. Registros que José conserva. Fue así durante todo el año 98. “Mirabas a tu derecha, lo escuchabas, pero no lo veías. Bajabas del escenario y terminabas hecho mierda, destruido emocionalmente. Hasta que paramos con eso”, explica Ricardo.
Dolores Delirio trató de levantarse de este episodio que hasta ahora conmueve. El grupo firmó con Sony y bajo este sello alistaron su siguiente producción ‘Raíz’. Las expectativas eran elevadas y los seguidores querían ver brillar al grupo internacionalmente y a nivel local de manera masiva. Pero no pasó nada de ello. Muchos nos preguntamos qué ocurrió. “Quizás no estábamos preparados, no tuvimos la proyección adecuada para coger esa oportunidad. Fuimos bastante exigentes, primero para elegir al productor musical”, responde el bajista. Sony propuso a Manuel Garrido-Lecca, quien antes había trabajado con Arena Hash y Pedro Suárez-Vértiz. Pero la banda ya venía experimentando con capas sonoras electrónicas y buscaba repotenciar ese camino. En ese sentido, se inclinaron por Gabriel Vigliensoni, el ex tecladista de la banda chilena Lucybell, quien llegó con un sonidista que tenía la experiencia de haber grabado a grupos como La Ley. “Nos faltó una madurez que no teníamos en ese momento. Es la verdad”, remata Ricardo. Otro factor que objetaron a la disquera fue el single de lanzamiento, que buscaba romper en radios. Para Sony era “Al acecho”, un tema que inicialmente entró al disco para completarlo. Se impuso la voz del grupo que optó por “Orilla”. Cuando llegó “Silencio” la relación con la disquera ya estaba quebrada. “Era una época que estábamos todos locos. Cada uno empezó a vivir su vida, algunos con más orden o desorden que otros. La hermandad en la banda pasó a ser una camaradería de trabajo. Fue un momento crítico”, reflexiona Brenneisen sobre aquel año 2000.
Los primeros seis años fueron, sin duda, los más intensos de Dolores Delirio. Lo que vino después tuvo oscilaciones de todo tipo, desde una gira de despedida que sellaron con un emotivo concierto en el Lawn Tennis Club, en 2003, hasta el regreso con cambios en la formación: la partida de Ricardo y el ingreso de Luis Sanguinetti en la voz, quien antes estuvo en Sor Obscena, Héroe Inocente, Leusemia y con Rafo Ráez. Este episodio gestó el lanzamiento de ‘Plástico Divino’, un disco que solo el tiempo le está dando el valor que tiene. Pero el temporal no había pasado: Ricardo Brenneisen volvió y Josué Vásquez dejó de ser parte de la banda, una de las columnas sonoras porque imprimió una forma de tocar la batería, con un estilo exquisito, matemático y único. Pese a todo, 25 años después, el grupo persiste en seguir haciendo historia, como si volviera a nacer.
LA HISTORIA QUE CONTAR
¿25 años después, qué se puede decir? A partir del 2011, Inoñán y Brenneisen buscan rearmar Dolores Delirio. Por las filas pasaron variados guitarrista y bateristas. Cinco años después, se incorporaron Janio Cuadros, en la guitarra, y Tito Sosa, en la batería. El primero venía de las canteras del metal, donde pasó por grupos como Mortem, pero también había experimentado con la electrónica, el folclore peruano e incluso la chicha. Sosa, con 23 años, creció escuchando al grupo, porque su padre fue guitarrista en la gira del disco ‘Raíz’.
De manera autogestionada empezaron a tocar puertas y a producir sus propios conciertos fuera de Lima. Parte de esta nueva ruta que han emprendido los trae al concierto de celebración de los 25 años, este sábado 19 de octubre, en el Centro de Convenciones Festiva, donde tendrán como invitado especial a Richard Coleman, guitarrista argentino que fue parte de la historia de Soda Stereo, y luego formó Fricción con Gustavo Cerati; también ha colaborado en producciones de Charly García y Andrés Calamaro. Y hoy es solista. En esta cita también estarán Rafo Ráez & Los Paranoias, Campo de Almas, Indiependencia, Lobel, Jet Rodeo, A Tiempo y Theremy_4.
Parte de la actualidad del grupo es su próximo álbum ‘Nuclear’, del cual ya se puede escuchar el single “Vulnerable”. “Es como un reencuentro. Durante muchos años Pepe y yo solo fuimos compañeros de trabajo. La paternidad nos puso en sintonía. Empezamos a ser amigos, luego de 20 años”, admite el cantante sobre esta vivencia en la que hallaron el concepto del nuevo disco, “que tiene que ver con seguir contando la historia”, añade.
Brenneisen asegura que ‘Nuclear’ es un asalto de honestidad y donde se podrán encontrar todas las influencias de la banda. Álbum que traerá 10 canciones, una de ellas una versión de “Si tú no vuelves”, de Miguel Bosé, canción que Dolores Delirio reinterpreta desde más de 20 años. Disco que aún no tiene fecha de publicación.
José Inoñán es el único que nunca dejó el grupo y tal vez tiene el panorama más amplio para enfrentar esta pregunta: ¿En qué momento está Dolores Delirio? “En sus primeros 25 años”, responde, se levanta y deja la entrevista.
DATOS
- El guitarrista Martín Choy iba a integrar Dolores Delirio (1994). No prosperó pues estaba en Los Mojarras.
- En 1999, Dolores Delirio fue parte del disco tributo de bandas latinas a The Cure, con la canción “M”.
- Dolores Delirio también musicalizó las películas Ciudad de M y Un día sin sexo.
- Richard Coleman tocará con Dolores Delirio temas del grupo peruano, de Cerati, Soda Stereo, propios y más.