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Miguel Gutiérrez, memoria de la novela
Descansa en los Jardines de la Paz de Lurín uno de los escritores peruanos más importantes. Narrador, crítico y ensayista, con Oswaldo Reynoso, forma parte de una generación que se reúne con la historia.
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Ahí donde el historiador olvida, el novelista recuerda, dice Miguel Gutiérrez (1940-2016), quien consideraba al novelista un historiador privilegiado. Pues, desde la ficción, interpreta la realidad adentrándose en la vida de los individuos, con lo cual ofrece una historia completa, posible, que compite con la realidad y la explica.
La historia, la identidad y el acto de escribir son temas del autor de La violencia del tiempo (1991), Babel, el paraíso (1993) y El mundo sin Xóchitl (2001), que falleció el miércoles, a causa de un infarto, a poco de cumplir 76 años.
También crítico literario y catedrático, integraría en los 60 el grupo Narración, que proponía una literatura profundamente política, de corte marxista, comprometida con las causas sociales.
En una época donde sectores de la izquierda tenían inclinación por la lucha armada, en La Generación del 50: un mundo dividido, calificó a Abimael Guzmán como el intelectual más destacado de su tiempo, porque llevó a la práctica la teoría de la revolución. Y es que el 18 de junio de 1986, en El Frontón, moriría su hijastro Carlos Ayala, a quien se le habrían encontrado supuestos vínculos con Sendero Luminoso.
Habiendo vivido una etapa oscura de su vida, Gutiérrez se retractaría, sobre todo al ver a Guzmán en 1989 bailando en una acomodada residencia de San Borja, mientras los campesinos morían anónimamente. En ello vio excesos y una deformación del ideal marxista.
El intelectual comprometido, que viajó a una China que viraba hacia el capitalismo, sumaría lectores en la década del 2000, cuando nuevas generaciones se acercan a sus novelas con admiración, sin prejuicios, lejos de la crítica que buscaba silenciarlo. Gutiérrez fue un hombre tímido, y en su timidez encontró su vocación, pues de niño, antes de decidir escribir, se contaba historias a sí mismo, incluso mientras caminaba. Era su forma de contrarrestar sus pocas amistades, su poca conexión con el mundo.
Gutiérrez, personaje
Han pasado 63 años desde que su tía le dijo: "El mejor escritor del mundo es Dostoievski y la mejor novela del mundo es _Crimen y castigo_"; y encontró en el clásico ruso un temperamento similar al suyo, una profundidad humana.
Tanto el catedrático Richard Leonardo como el escritor Alexis Iparraguirre sostienen que Gutiérrez es un escritor difícil de catalogar. Si bien vincularlo a la Generación del 50 es un recurso válido, su literatura es fruto de evolución y de un viaje intelectual cosmopolita que integra lo regional y la tradición oral. Un novelista extraño y extraordinario, con un proyecto ambicioso, incansable. Un lugar principal ocupa La violencia del tiempo, novela sobre la familia Villar que se enlaza con episodios como la Emancipación, la construcción del Canal de Panamá, y se fusiona con la Comuna de París y la Semana Trágica de Barcelona en una narración que retrata una historia peruana marcada por la violencia y el estupro. Una historia sin cerraduras, que adopta el punto de vista de los vencidos.
Violencia de la historia
Es una novela summa, dice Leonardo, que se publica cuando en el Perú aparecen proyectos minimalistas que descreen de la novela como opción para retratar la realidad. De ahí su apuesta y madurez narrativa.
Con Gutiérrez se va, dice Iparraguirre, un modelo de escritor difícil de recuperar, sensible y erudito, con una memoria gigantesca, con una capacidad de trabajo increíble, una parte de la bohemia literaria de los 50 y 60.
En algún momento, Miguel Gutiérrez debió escoger entre Marx y Cervantes, y eligió a Cervantes. Descansa un autor al que la crítica deberá dar su lugar, un narrador totalizante que, ahora, tiene al tiempo a su lado.
DATOS
- De sus ensayos destacan La invención novelesca y Celebración de la novela. Leyó a escritores jóvenes e hizo un panorama de la narrativa peruana del siglo XXI.
Por Juan Calderón Baiocchi (juan.calderon@peru21.com) Como Vallejo, Gutiérrez fue un escritor marxista, pero nunca dogmático. Un novelista comprometido con narrar la fractura de la historia, cuyo proyecto lo llevó a distintas experimentaciones y una obra variada. Él y Vargas Llosa son los autores más versátiles, con proyectos totalizantes. A ellos se sumaría Arguedas, como el trío más importante de la literatura peruana. A Gutiérrez se le debe situar en el posboom, junto a autores como Edgardo Rivera Martínez, Bryce, Gregorio Martínez, y junto a proyectos novelísticos ambiciosos como los de Bolaño, Mo Yan y Haruki Murakami.
Un escritor totalizante, por Ricardo González Vigil
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