(Roberto Cáceres)
(Roberto Cáceres)

Redacción PERÚ21

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La vida de Micky Vargas (38) es un gran teatro de sueños. Desde hace 15 años, cuando comenzó con el claun, sabía que lo suyo era estar sobre las tablas dándole vida a historias. Sin embargo, él necesitaba ponerle un poco más de vértigo y sal a sus actuaciones. Por ello, no dudó ni un segundo cuando le propusieron hacer improvisación teatral.

"El hecho de tener que responder al instante a un diálogo frente a un público y sin un guion es un golpe de adrenalina. Lo único que les dan a los actores son referencias, títulos. De allí todo corre por tu cuenta. Hay improvisación musical, deportiva, dramática y campeonatos, a los que les llamamos 'matchs'. Yo, por ahora, me dedico al humor, pero espero poder hacer luego otras cosas", sostiene el artista.

Bajo el contraluz que ofrece la casa Túpac en Barranco, Micky, entre risas, me cuenta lo bien que la pasa viajando llevando su arte a Colombia, México (donde incluso lo han contratado durante toda una temporada), Chile y Venezuela. Sin embargo, en un momento me dice que llevar su vida tal como quiere le ha costado dejar, hace tres años, un trabajo fijo en la televisión, donde se desempeñaba como productor.

DEJARLO TODO"Tenía que hacerlo si quería llevar a cabo mi sueño de vivir de la improvisación. La tele te paga bien, pero te absorbe mucho. Entraba al canal a las 10 de la mañana y salía a las 2 de la madrugada. No tenía un momento para ensayar. Por eso lo dejé y no me arrepiento, pese a que hay meses en que estás parado y, allí la cosa sí se pone dura. No obstante, si sabes moverte, puedes ganar buena plata con shows privados para empresas o brindando capacitaciones a trabajadores", revela.

EL BAÚL MÁGICOPor ahora, Micky cuenta que, junto con su amigo Walter Chullo, viene ofreciendo un espectáculo llamado El baúl mágico. "Es un show familiar donde contamos historias de animales, superhéroes y caballeros. En unos días nos vamos a Jujuy (Argentina). Así recorremos Sudamérica", asevera.

Cerca de la medianoche nos despedimos de Micky, dejándolo en su universo lleno de magia y risas que él solo comprende. Por eso lo ha dejado todo. Dejémoslo ser.

Por Martín Sánchez (msánchez@peru21.com)

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