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Marcela Castillo, plata en los Panamericanos: “Lima 2019 les cambió el chip a los peruanos”
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Tiene 26 años y su nombre, Marcela Castillo, ya está escrito en la fachada de la explanada norte del Estadio Nacional, en la zona reservada para los deportistas que han recibido los laureles deportivos. La subcampeona mundial de poomsae –modalidad del taekwondo– en 2016 tocó otra vez la gloria al lograr la medalla de plata en los Juegos Panamericanos Lima 2019.
Ella es como el deporte que practica. Detallista y perfeccionista. Todo tiene que estar en su lugar. El poomsae está en el límite del deporte y, tal vez, la expresión artística. En el tatami propone serenidad sin perder calidez, firmeza en los movimientos, armonía entre rapidez, fuerza y naturalidad.
“Uno tiene que lograr que a las personas que evalúan les guste tu poomsae”, señala la ingeniera industrial, que dejó de trabajar para concentrarse en Lima 2019, pese a las oportunidades laborales que se pierden y lo complicado que pueda ser retomar la carrera profesional. Decisión que mantendrá, por lo menos, hasta el Mundial de 2020. Siente que es un momento crucial para no bajar de esa cima y dedicarse sin tregua al deporte. Porque una cima mayor la espera.
-Después de ser subcampeona mundial y lograr los laureles deportivos, ¿qué representa la presea de plata en Lima 2019?
Demasiado. Para empezar, es la primera vez que el poomsae entra en unos Juegos Panamericanos. Haber tenido la oportunidad de ser parte del equipo fue emocionante. Hace cinco años, jamás me lo hubiese imaginado.
-Porque haber logrado el subcampeonato mundial es hasta ahora lo más grande.
Sí y es súper grande. Hasta ahora, a veces, no me la creo (risas). Pero ganar una medalla en unos Juegos Panamericanos es un sueño cumplido. Me cuesta creer que en algún momento empecé compitiendo por diversión. Cuando entras a competir a nivel internacional a representar al Perú, buscas dejar un legado, una historia y que la gente se inspire de esos logros. Ahora me gustaría que el poomsae llegue a los Juegos Olímpicos.
-¿Tener los laureles deportivos es una presión?
Sí, pero trato de tomarlo positivamente. Tienes que mostrarte correcta y tratar de no equivocarte, pero me encanta poder inspirar a las niñas que, a veces, dudan en practicar un arte marcial.
-¿Cuáles son los prejuicios hacia el arte marcial?
Que es muy rudo, que es muy agresivo para las mujeres.
-¿Y cómo es realmente?
El arte marcial te forma mucho carácter, disciplina y autocontrol. No lo veo como algo agresivo.
-Además, en el poomsae no hay contacto.
Es una rutina de diferentes técnicas de ataque y defensa, donde evalúan la expresión de la fuerza, la velocidad, la agilidad. Cuando empecé con el taekwondo, hice pelea y poomsae, y de ahí poco a poco te vas perfilando.
-¿Por qué elegiste el poomsae?
Empecé a los cinco años. Recuerdo que no me gustaba pelear. Lo veía como un juego. Mi hermano mayor empezó y por seguirlo me metí. Me gustaba la liberación de energía. Cuando tuve 13 años, comenzó la primera selección. Desde ahí me dediqué de lleno.
-¿Qué te gustó del poomsae?
Tener el control de mi cuerpo. Sentir cada técnica. Repetir la técnica para llegar al ángulo que se necesita.
-Cuando entraste a la selección, eran siete y ahora son más de 30. ¿Por qué se ha dado ese crecimiento?
Por el mismo desarrollo del poomsae mundial. En 2006 fue el primer mundial. Es una disciplina antigua, pero, a nivel de competencia, es relativamente nueva. Vivir ese crecimiento es increíble. Mi primer campeonato internacional fue en el segundo mundial de poomsae en Corea del Sur, la cuna del taekwondo.
-¿Es posible que el poomsae sea un deporte masivo?
Falta mucho trabajo por hacer. Antes de los Juegos Panamericanos creo que nadie conocía qué era el poomsae. Lima 2019 les cambió el chip a los peruanos.
-¿Y por qué estudiaste Ingeniería Industrial?
Mis papás son ingenieros industriales. Desde la secundaria yo sabía que iba a estudiar esa carrera, porque me gustaban los números, la ciencia, la tecnología.
-¿Se parecen en algo el poomsae y la Ingeniería Industrial?
En ambos casos se trata de optimizar los procesos para tener un mejor rendimiento. Por ejemplo, mi objetivo del año era llegar a mi mejor nivel.
-¿Lo lograste?
Sí. El proceso fue duro y largo, pero valió la pena. Entrenaba ocho horas diarias y el tiempo que quedaba era para ir a terapias, comer y dormir.
-Sin embargo, arrastras una lesión a las caderas.
La tengo desde 2016, por el mismo esfuerzo. En este deporte las patadas no son muy sanas porque pateas al aire y requieres de mucha apertura de caderas. Y creo que de por sí mis caderas vinieron falladas (risas).
-¿Fue tan grave como para pensar en algún momento dejar el deporte?
Sí. Me dijeron que lo más recomendable era una operación, pero sabía que eso me iba a dejar fuera de competencia, por lo menos, un año. Eso fue en 2018. Cada vez que levanto la pierna, me duele. Pero cuando estoy compitiendo, no siento el dolor.
-¿No lograr oro fue doloroso?
Cuando vi que quedé segunda, fue chocante. Sentí tristeza, impotencia. No era lo que buscaba.
-¿Qué se hace ante ello?
Sentí que se me derrumbaba todo, pero escuchar el calor del público me ayudó. Trato de analizar qué pasó, ahí no se acaba.
-¿Y cómo se procede cuando llega el triunfo?
También es difícil. Ganaste esta competencia, pero eso no te hace mejor que todos. La medalla se toma con humildad. No se puede bajar la guardia, la competencia siempre estará.
AUTOFICHA
- “Soy Marcela Castillo Tokumori. Mi segundo apellido es de origen japonés. Los abuelos de mi mamá son de Okinawa. Nací en Lima, tengo 26 años. Estudié Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima. Yo quería estudiar Aviación Comercial, era mi sueño. Quería ser piloto. Ahora veo más difícil estudiar eso”.
- “No llevo la cuenta de cuántas medallas he logrado, pero recuerdo con más aprecio la medalla de plata en el Campeonato Mundial de 2016, las medallas de oro en los Juegos Bolivarianos 2013 y 2017 y la de plata en Lima 2019. Mi primera medalla fue en 2008, gané oro”.
- “El próximo año se viene el Mundial de Poomsae, que será en Dinamarca; no estoy segura de la fecha. Antes tenemos abiertos, este año hay uno en Estados Unidos y en febrero será el otro abierto, también en ese país. Son competencias súper fuertes y espero estar participando en ambos torneos”.
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