(Nora Lezano/Arte by Alois Kronsclaeger)
(Nora Lezano/Arte by Alois Kronsclaeger)

“¿Cómo andas?” son sus primeras palabras, que suenan serenas, pausadas, como si acariciaran, como si estuviera cantando o recitando. Está en Mar del Plata, en el Atlántico Sur, Argentina. Está en la terraza de su casa, disfrutando del verano.

nació en Alaska, pero es argentino. El cantante no me quiere decir su edad; lo que importa es que nació con este siglo, cuando publicó su primer álbum solista The Nada. Dos años más tarde, lanzó Sur o no Sur, que marcó un antes y un después, la confirmación del arranque de su carrera en solitario.

Algo ritmos es el nombre de su más reciente disco, que recibió nominaciones a los Grammy Latinos y que lo trae de vuelta a Lima el 26 de febrero, que suena lejos, pero ojo que el cantautor tiene la costumbre de agotar tickets antes de tiempo. La cita será en el Gran Teatro Nacional y las entradas se consiguen a través de Teleticket. En ese mismo recinto se presentará, unos días antes, en el homenaje a Chabuca Granda por el centenario de su nacimiento, encuentro reservado para el 24 y 25 de febrero.

Si Kevin Johansen fuera un número, sería el 8, porque ha escuchado que es un número de la buena suerte en China. “Y algo saben los chinos”, precisa otra vez con la voz de locutor, oficio que su madre quería que aprendiera. Y también elige el 8 porque, en vertical, es el símbolo del infinito.

¿Eras bueno en matemática?

(Ríe). En realidad sí, pero yo era un poco vago en segundo y tercer año, mi profesor de Matemática de la secundaria estaba un poco ofuscado conmigo, porque sabía que yo ya tocaba la guitarra y componía, y me decía: “Kevin, si la música es pura matemática, vamos, ¿cuál es tu problema?”. Yo creo que el problema provenía porque mi madre era una mujer de letras, licenciada en Literatura Inglesa y Española, Filosofía y Letras, etc., y ella siempre me dijo que no era buena en matemáticas; entonces, creo que eso me influyó. Pero cuando hacía click, entendía perfectamente cómo hacer las ecuaciones, los algoritmos y logaritmos.

¿En esos años de secundaria ya tenías claro que querías ser cantante?

No era una ambición profesional. Como alguna vez dijo un cantautor uruguayo, Fernando Cabrera, la música no la tomé como una carrera, sino como un destino. Era algo que disfrutaba, me salía, a veces bien y a veces no bien, porque he escrito muchas malas canciones también. Hay tres formas de componer: mal, bien y como Charly García. Las primeras dos ya las hice bien.

¿Cuándo podrás componer como Charly García?

Nunca. Solo Charly puede componer como Charly. Es una combinación de virtuosismo con talento para escribir letras, con virtuosismo musical. A su vez, se sabe que Lennon, que era un genio y gran escritor de canciones, pero no era demasiado virtuoso con la guitarra. Pero, bueno, para escribir una buena canción sí hay que tener una cabeza musical.

¿Y de corazón cuánto hay que tener?

Lleno. Todo está correlacionado, como la música y la matemática, que son el cerebro y el corazón.

¿Cómo es una mala canción?

Es una canción que puede ser divertida de lo mala que es.

Puede ser un hit.

Hay muchos hits que son horribles. Una canción mala puede quedar sonando en la cabeza y terminas odiándola. Uno tiene su peor canción favorita.

¿Cuál dirías que es tu peor canción favorita?

En los noventa había una que se llama “What’s Up” (4 Non Blondes). Cada vez que escucho esa canción, digo: “¡No!, esto es una tortura”. Pero también digo que en el infierno debe sonar música infantil todo el tiempo. La música infantil también es bastante difícil cuando es condescendiente.

¿Te ha ido mejor en el amor que en las matemáticas?

(Ríe). Y... no sé. También está correlacionado, lo escribí en Algo ritmos, en la canción “Cuentas claras”. Cuando uno no es especulador, no tiene una agenda secreta y es llano, te va mejor que la gente que especula y que juega un poco al ajedrez en la vida.

Los algoritmos te llevan a una solución. ¿Pasa lo mismo con la música?

La música propone ir a otra dimensión, pero en realidad te planta en la tierra, te ubica después de hacerte volar.

¿La música de Kevin Johansen te hace volar o te pone los pies en la tierra?

La mayor ambición artística es lograr tres cosas: llevar a la emoción, a la reflexión y al baile. Me encanta que la gente se mueva. Todos somos música, todos tenemos música dentro nuestro.

Algo ritmos tiene de reflexión y emoción, pero de baile me parece que no tanto.

Depende de qué te gusta bailar. Tienes desde “La gente más linda” hasta “Mi querido Brasil”. Me gusta susurrar, sugerir, más pegarte el palazo en la cabeza y arrastrarte a la cueva con mi música. Uno se quita un poco la mochila al decir cosas sobre el amor, la política, el mundo del ego, del Instagram y esta estupidez que vivimos, que nos consideramos el ombligo del mundo, y nos perdemos en nuestros propios egos.

¿Este tiempo de redes nos está haciendo más daño?

No, porque hay un aspecto muy humano y atractivo, que es la conexión y compartir cosas, que es positivo. Pero los humanos solo somos hormigas grandes.

El problema es cuando nos creemos elefantes.

Nos creemos muy poderosos y no somos nada. Somos lo suficientemente poderosos para hacer daño, eso sí. Necesitamos una vacuna contra nosotros.

Ya perdí la cuenta de cuántas veces se ha presentado Kevin Johansen en Lima. ¿Por qué esta vez será diferente?

Hay canciones nuevas, pero es la misma persona y a la vez no. Uno siempre quiere mantener a los fieles y despertar a algún desprevenido o desprevenida que no conoce tu obra.

AUTOFICHA

- “Soy el Kevin Andrew Johansen. Tengo 28 años de edad (risas)..., es que no se le pregunta la edad a una dama (risas). Al salir del colegio, intenté estudiar algo, pero no lo logré. Tuve trabajos varios, paralelos a la música. Mi madre quería que, aunque sea, estudiara locución”.

- “Mi madre tuvo el buen tino de mandarme a estudiar guitarra clásica a los 14 años y eso me ayudó mucho, fue el mayor logro de ella porque me dio una buena base para la composición. Y después se aprende tocando con los amigos, llega la deformación profesional”.

- “Creo que tengo siete discos como solista en estudio y dos o tres grabaciones en vivo. Todos los discos marcaron momentos. Ahora debo hacer un par de videoclips importantes del disco Algo ritmos y estoy empezando a grabar material nuevo. Para 2020 hay muchos viajes por Latinoamérica y España”.

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