(Perú21/ Renzo Salazar)
(Perú21/ Renzo Salazar)

“Nadie quiere con Hugo Muñoz. A nadie le importa”. Así nos dice él mismo. Su esposa lo llama ‘Pitillo’. Solo cuando está enojada grita: “Hugo”. Pisamos el Circo de la Alegría e ingresamos a la entraña del monstruo: el camerino del payaso. Es una carpa negra y adentro nos espera ‘Pitillo’. Sentado al lado de sus ternos de colores, él lleva el clásico traje azul. “Si realmente me quieres conocer como persona, mírame actuar”, propone. Si desean hacerlo, pueden ir al C.C. Jockey Plaza (Av. Manuel Olguín puerta 7, frente a la Universidad de Lima). Mientras tanto, se abre este telón.

Hace tres años conversamos y me dijiste que el Congreso refleja lo peor de nuestra sociedad. ¿Estamos igual o peor?
Dicen que tenemos lo que merecemos. Pero eso depende de nosotros mismos. La palabra pendejo en el resto del mundo significa tonto. Solo en el Perú es algo ‘positivo’. Acá es el vivo. Y yo creo que por eso andamos tan equivocados. Gracias a Dios, estamos en una época de grandes cambios.

¿Los que salen en los audios qué reflejan?
El que no transa no avanza. Ya sé que si viene un policía, debo tener unos cuantos ‘pasecitos’. Es lo usual y, sin querer, uno participa en la corrupción.

¿Y dónde está lo mejor de nuestra sociedad?
En su gente. Somos chamba. Yo encuentro que a pesar de esa pequeña xenofobia a los venezolanos, nos identificamos con ellos, porque sabemos que hemos sido como ‘gitanos’ durante mucho tiempo.

Sin embargo, ahí también hallamos lo peor de nosotros cuando los discriminamos.
El problema es que más ruido hace una bomba que una caricia. Cuando la bomba es una y las caricias son millones.

Fuiste ‘gitano’ también.
Sí, pero con mi chamba. Hacer lo que te gusta y que encima te paguen, eso ya no es trabajo sino éxito.

¿Cuál es la medicina para lo peor?
Ser compasivo. Así como los hombres se hacen su examen prostático, también hay que hacernos nuestro examen de consciencia, ahondar en uno mismo.

Desde el circo, ¿qué se puede hacer por la sociedad?
En primer lugar, hay que respetar al público, darle un show A1. Me complace la competencia de un circo como el de Rusia o La Tarumba. De esa forma, la gente deja de ir al circo comercial, mediático.

¿Cuál es el circo comercial?
Yo no me meto en la televisión porque soy un hombre de circo. ¿Por qué ellos se quieren meter al circo y empaparnos de su farándula? Este es un arte con su propia riqueza.

¿Qué es el buen circo?
Es el que trae grandes actos, espectaculares. Que tiene un buen ballet coreográfico, que es la columna vertebral del espectáculo. Y debe tener dos cosas importantes para que funcione: un buen payaso y un buen acto de malabares. Junta todo eso, le das una dirección artística apropiada, con picos, pues debe haber emoción, risa y calma. Yo trato de practicarlo cada temporada.

¿Por qué no fuiste abogado, médico o ingeniero?
Hay que seguir la vocación. Estudié Diseño Gráfico. Trabajaba en eso. Tenía una agencia en los noventa. Me iba bien, pero me dio cáncer y dejé de chambear. Fueron tres años de tratamiento. Y tuve que hacer lo que he hecho desde niño: pintarme la cara.

Volviste al circo por necesidad.
Sí, pero la necesidad también es un descubrimiento.

¿Qué descubriste?
Que lo importante es la vocación. Que no tenemos que esperar una situación drástica ni que te digan que te vas a morir para decidirte. ¿Por qué no decidirlo en la sanidad o conscientemente? ¿Por qué nos enmascaramos?

Por temor, por la familia, por esta bendita pregunta: “¿de qué voy a vivir?”.
Hay que ejercer el libre albedrío, nadie lo hace. Vivimos sometidos por la plata.

¿Qué se encuentra en esa libertad?
No hay un punto de llegada. Hay que perdernos en la vida, porque si no lo hacemos ahora, ¿cuándo? ¿Esperar morir para beber de lleno la vida? Perderse en la vida no significa ser irresponsables o promiscuos, sino ver por dónde te lleva y agarrar lo mejor. Siempre decimos: ‘Voy a ser feliz cuando me case’, ‘seré feliz cuando tenga hijos o cuando me den mi cartón’. Postergas tu felicidad en vez decir vamos a vivir hoy. Aprovechar hasta lo malo. Dios manda la enfermedad, pero es como una cachetada para decirnos: “Desahuévate, este es tu camino”.

Han pasado 10 años del famoso comercial que posicionó a ‘Pitillo’. ¿Hay la necesidad de reinventarse?
Fue una bendición y nada esperada. Pero gracias a Dios, nadie se acuerda de ese comercial. Yo tenía otros planes. Cuando salió el comercial, me largué. Nunca quise ser un personaje de moda, al que exprimen y desechan. Las cámaras tuvieron que ir al circo donde estaba, en México. Vieron que se validaba mi imagen, que no era una fama momentánea. Eso hizo factible que regrese con un circo. Y cada año hay que ofrecer cosas nuevas, nunca repito actos.

¿Cómo ser alegres en una ciudad como Lima?
Una vez leí que el Perú estaba en el número uno de Latinoamérica en el ranking de tristeza. Para mí, la gran lección de los venecos es que ellos son gente feliz. Todas las venezolanas son hermosas no porque necesariamente lo sean, sino porque se sienten así. Tenemos que aprender eso. Ser feliz con lo que tengo no significa ser conformista, sino no postergar la felicidad y tener proyectos y buscar mejoría. Quedarte en la tristeza, el sufrimiento, el rencor, te detiene, te apaga, te consume.

¿Qué te hace feliz?
Ver gente amarga que se va riendo del circo. Entran frustrados, peleando y se van felices.

AUTOFICHA:
- “Soy Hugo Muñoz Cisneros. Tengo 46 años de edad. Estudié Diseño Gráfico. Soy payaso por vocación y por decisión propia. He estado en muchos países, pero no he actuado en demasiados circos. He trabajado con los Fuentes Gasca, con los Hermanos Atayde, con el circo Tihany, que es un sueño cumplido”.

- “Mi padre también es payaso. Él no me ha criado como hijo sino como compañero de trabajo. Y algo que es cierto: entre dos personas que hacen el mismo trabajo, no hay romance. Por más admiración que haya, siempre habrá competitividad y revancha. Pero amo a mi padre”.

- “Tengo dos hijas: de 18 años y de tres. La mayor está conmigo, le gusta la dirección. Planeo que el libro que publiqué hace tres años, El manifiesto del payaso, tenga una segunda parte. Ese libro es de la cortina para adentro. Pero hay un funcionamiento personal-interno que también hay que escribirlo”.

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