La primera actriz Haydée Cáceres y su notable adaptación a la pandemia. (Foto: Fernando Sangama).
La primera actriz Haydée Cáceres y su notable adaptación a la pandemia. (Foto: Fernando Sangama).

En el jirón Ica del Centro de Lima está el Teatro Municipal. Al frente vivió . “Toda mi vida he vivido ahí”, remarca. Ella entraba al teatro como en su casa. Vio desfilar decenas de obras y compañías extranjeras. Quizás la cercanía al teatro fue esencial para elegir la actuación como su forma de vida.

“La palabra reinventar me da risa, porque los artistas siempre nos hemos reinventado”, me dice por teléfono la actriz de 73 años. Sus palabras suenan decididas, sólidas, tenaces y alegres. Palabras que se resisten a la pandemia. Esa vitalidad la llevó el lunes último a La Merced, en la ceja de selva, a grabar un cortometraje y esa energía la lleva ahora a presentar la Master class, que tiene dos funciones: hoy y mañana, a las 9 p.m. Entradas en .

Recuerda la voz pastosa de su padre. Poeta, cantante y policía. “Hablaba muy bonito y bien”, detalla. En secreto su padre fue recortando todos los anuncios y notas periodísticas donde se nombraba a su hija. Fue confeccionando un álbum del nacimiento y crecimiento de la . Cuando él falleció, ella se enteró que existía aquel álbum. “Mira qué lindo...”, me dice Haydée. Baja la voz y se quiebra. Le pregunto sobre el futuro y sus sueños. Alza la voz y responde: quiere hacer todo, crear, trabajar. Llegar a la otra orilla, con salud y esperanza.

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-Usted es casi una youtuber con Cuentos inolvidables.

(Risas). Sin proponérmelo. Qué gracioso todo lo que me está pasando. Creo que debo escribir un libro. Bueno, me ha costado lágrima, sudor y sangre para poder adaptarme a esta realidad.

-¿Por qué ha sido difícil?

Las personas mayorcitas no estamos acostumbradas a la tecnología. Yo tenía mi laptop y decía: “para qué la tengo si no la voy a usar. Eso es para los jóvenes, yo ya no”. Pero ahora verdaderamente es mi brazo derecho, me voy a todas partes con ella. Pero me costó adaptarme y no tengo vergüenza en decirlo, porque estoy aprendiendo y lo estoy logrando. No sabía ni tomar fotos, fíjate. Pero me dije: todo depende uno, además de los deseos de superación. Y yo soy una mujer muy activa, no me gusta estar con los brazos cruzados ni esperando.

-Aún hay quienes se resisten a la tecnología. ¿Cuál es la clave para adaptarse?

No soy una experta, pero a mí el deseo de hacer algo me impulsó. Este año iba a ser de mucha actividad, mi agenda estaba copada hasta noviembre. Me dio un cuadro de ansiedad horrible. Todo se cerró y nosotros vivimos de esto. Tenía radio, trabajo por el bicentenario, tres películas, un estreno con Cattone, otro estreno en setiembre. Pero todo se canceló. Entonces, había que hacer algo. Toda va mi vida me ha gustado contar cuentos. Y pensé que había que fomentar la lectura. Así nació Cuentos inolvidables (en YouTube). Pero necesitaba contar con un talentoso equipo. Entonces, gracias a Dios tengo hijas súper talentosas: Trilce Cavero es actriz, cantante, escribe; Talía es editora; Telba estudió dirección y actuación; y Thaís es actriz, directora y fotógrafa. Yo vivo sola, pero por la pandemia me mudé donde Thaís y a ella le propuse. Y todos nos unimos, fue un proyecto familiar que se hizo realidad. Y lo logramos y lo hicimos muy bien. Claro, al principio tienes que aprender, preguntar.

-¿Todavía se subestiman las capacidades de las personas mayores?

Yo creo que sí. Me ha pasado y antes de la pandemia. Cuando no sabía algo, me decían: “no te preocupes, no es necesario que aprendas, nosotros lo vamos hacer”. Es una forma de subestimar. Las ganas de hacerlo es lo principal, las ganas de aprender, las ganas de no quedarse en el camino. La edad no interesa, el que quiere hacerlo, lo hace.

-Y supongo que así también nació Master class.

Sí. Master class trata de una señora que es cero en tecnología (risas). Es una obra de la dramaturga Sol Moscoso. Mi hija Telba nos dirige desde EE.UU.

-¿Los discursos que usted daba en el colegio fueron su manera de empezar en los escenarios?

Estaba en primaria. Para cada festividad la profesora me pedía que diga unas palabras. Mi papá me escribía los discursos porque él era poeta. Seguramente me elegían a mí porque era muy habladora (risas). Luego de los discursos venía la declamación. Yo tendría 9 años. Siempre me encantaba hacer los papeles difíciles, nunca me gustó hacer de la niñita buena. Yo era la bruja, la madrastra, personajes de hombre. A esa edad también dirigí mi primera escenificación. Ya en secundaria me inscribí en todos los cursos del club de teatro. El teatro me ha dado mucho: a mi esposo, que lo conocí ahí, y a mis cuatro hijas.

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-¿El Perú ha sido justo con usted, Haydée?

(Se queda en silencio). En general sí. Me respetan, pero uno no es monedita de oro para gustarle a todos. Estoy agradecida a Dios por darme tantos buenos compañeros y directores. Lo demás no interesa. No trabajo para que me feliciten. Soy una obrera del teatro. He estudiado para entregar lo aprendido. Eso es lo principal.

-Ladrillo a ladrillo ha ido construyendo su universo.

Sí y sin escándalos, ¡ah! Te cuento una anécdota. Recién egresada, me llamó un periodista para hacerme una entrevista. Primera vez que me llamaban. Fui a la redacción, me felicitó y habló bastante. Pensé: “algo raro pasa acá”. Me dijo que quería hacerme unas fotos pero con minifalda o con tanga en la playa. Le dije que iría con mi novio. “Ah, tienes novio”, me dijo. “Mira, te seré franco, no saldrá esto”, agregó. Fue una experiencia horrible. No había estudiado para eso.

-Con todo lo que ha aprendido en esta pandemia, ¿no siente que vive una suerte de nueva juventud?

Todo está en la mente. Si te sientes viejo, te fregaste la existencia. Pero si todavía tienes tu cerebro para hacer algo, no interesa la edad. Lo que vivimos ahora es un nuevo aprendizaje y lo tenemos que valorar. Ya no solo soy actriz, hasta técnica soy, he armado mi escenografía, fíjate (risas).

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AUTOFICHA:

- “Tengo 73 años. Nací en La Victoria, en la casa de mi abuela, porque a mi mamá le vinieron los dolores ahí. Toda mi vida he vivido en el Centro, frente al Teatro Municipal. El director chileno Sergio Arrau me dijo que postule al Instituto Nacional Superior de Arte Dramático”.

- “Debo haber hecho mucho más de 100 obras, novelas, películas, etc. Pero recuerdo cuando fui parte del grupo Teatro de Cámara con la dirección de Alfonso Santistevan. Primero hicimos Medea, luego Yerma y La vida es sueño, donde hice el personaje de Segismundo”.

- “Mientras uno esté viva, yo quiero hacer todo. Quiero seguir creando, seguir produciendo, porque no estoy acabada. Solamente cuando me falte la memoria, ahí sí... Mientras pueda moverme y todos mis sentidos estén en su sitio, seguiré trabajando, dando lo que tengo, dando mi conocimiento”.

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