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Grecia Cáceres, escritora: “Hay una vuelta al conservadurismo en todo el mundo”
Su madre dejó Chile en la niñez y Grecia dejó Perú hace 31 años. Es autora de la novela ‘El jardín en el desierto’, ambientada en Atacama. Grecia Cáceres nos da esta entrevista desde Francia.
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Cristina nació en María Elena, pueblo que floreció en medio del desierto de Atacama en tiempos de la explotación del salitre hacia la segunda década del siglo XX. Pero un día partió, de Valparaíso al Callao, con 5 o 6 años de edad. Ella y su familia se instalaron en Lima y hasta hoy no se tiene certeza de por qué dejaron Chile.
“La idea de la novela era también responder, desde la ficción, esa gran pregunta familiar, por qué esa migración”, me dice la hija, Grecia Cáceres, autora de El jardín en el desierto (Cocodrilo Ediciones, 2024), obra que tiene en su origen aquella historia familiar, pero que migra a una notable ficción coral, con aires poéticos que, precisamente, usan al desierto como realidad y metáfora.
Grecia sabía que Blanca Varela iba a estar. Ya llevaba el cabello corto, tendría unos 19 años, estaba en la Facultad de Literatura y escribía sus primeras anotaciones, pero aún no había publicado nada. Era una lectura poética y se acercó. Blanca la miró, le dijo con una seriedad amable: “Tú eres poeta, ¿no?”. Casi un designio. “Es la figura del escritor que a mí me inspira, su manera de mantenerse un poco al margen, de no buscar la notoriedad forzosamente”, me dice desde París, donde vive y adonde migró en 1993.
Con tantos años fuera del país, ¿el Perú es más lejano o, a pesar de ello, más cercano?
Blanca Varela decía que se dio cuenta de su peruanidad cuando estuvo en París. En mi caso, ha sido un proceso menos fuerte, menos ejemplar, poco a poco. Al comienzo pensé que iba a volver a Lima después del doctorado. Al final, nos quedamos acá. La relación a distancia hace que uno vea las cosas desde otra luz y eso fue muy importante para la escritura de novelas, porque cuando me fui de Perú solo había publicado poesía, no tenía intención de escribir novelas. La novela está ligada directamente a esta distancia, a este cambio de país.
‘El jardín en el desierto’ es etiquetado dentro de la novela de aprendizaje. Sin embargo, me impactó más el lado malo de las personas, siendo también buenas; esa dualidad, como las hermanas; personajes que se transforman; una novela de contradicciones más que de aprendizaje.
Me gusta mucho lo que dices. Uno siempre se refiere a un modelo. La novela de aprendizaje es un poco la novela por excelencia con el personaje que supera pruebas y pasa por momentos difíciles para llegar a una especie de momento que ya es la adultez. En el caso de esta novela no tiene ese esquema porque hay muchísimos personajes, una cosa de novela coral, entonces se diluye ese lado del destino individual. Y tienes toda la razón, tampoco no creo en la novela del individuo que se enfrenta al mundo y sale airoso. Es una novela femenina, con muchos personajes que intervienen y que no quiere entrar para nada en un maniqueísmo de personajes buenos y malos. En la novela de aprendizaje hay que escoger entre el bien y el mal, donde también hay como un lado moralizador, y ese no es mi caso tampoco. Es una novela que quiere mostrar, al contrario, la complejidad de las personas y hasta de los modelos. El modelo de mujer casada con hijos y que se somete al sistema social tampoco es, porque los personajes son ambiguos, se rebelan de cierta manera o se someten sabiendo que lo están haciendo, como en el caso de las gemelas; cada modelo femenino tiene su lado bueno y malo.
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Está el caso de Leonor, la hermana menor, que tiene un acercamiento al marido de una de sus hermanas, pero casi no muestra sentido de culpa e incluso en algún momento deja entrever que lo disfrutó.
Es una iniciación sexual de su cuerpo, de su sensibilidad y todo este juicio moral que viene de que es el marido de la hermana, que ella debería sentirse culpable, ni siquiera lo consideré; es una experiencia más de ella, que la va construyendo y la va preparando.
En tiempos polarizados, de extremos, esta ambigüedad, estas zonas grises son saludables.
Estamos en una época donde hay una especie de moralidad culpabilizadora y simplificadora, que está basada también en el miedo del otro y ante la relajación de ciertas normas sociales que hacen que haya un vacío; en ese vacío la gente se aloca y trata de buscar un modelo más conservador. Hay una vuelta al conservadurismo en todo el mundo.
La tensión política persiste en Francia.
No se sabe cómo el país será gobernado, puesto que no hay una mayoría en el Congreso. Pero como buena latinoamericana lo veo como una ocasión para experimentar otros modelos en los cuales los grupos se junten por afinidad de proyectos en vez de por partidos.
¿En ‘El jardín en el desierto’ hay una intención política?
Sí, es una novela política en el buen sentido de la palabra, no que esté dando consignas ni ideologías, pero da un punto de vista sobre el mundo. Y yo tenía cosas que decir, pero la manera que tengo de expresarlo es a través de la literatura. Es una manera de romper con esa visión tan simplista de lo que nos rodea y tratar de ver las cosas de una manera más plural.
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La novela tiene algún factor que conecta con tu historia familiar. ¿Qué opinas de la ‘literatura del yo’?
La autoficción nunca me ha interesado. No la he practicado y tampoco la he leído tanto. Yo defiendo la libertad de la ficción, la libertad que te dan los personajes de cambiar de puntos de vista y entrar a diferentes mundos. (La ‘literatura del yo’) termina mordiéndose la cola y excluyendo al lector.
¿Dónde está el límite entre la ficción y la ‘literatura del yo’?
En la ‘literatura del yo’ no sales de la conciencia del personaje, solo se refiere a su experiencia personal.
Más allá de que eres escritora, ¿por qué subrayar la fuerza de lo femenino en la novela?
En todas mis novelas los personajes son femeninos. En el mundo creado por los hombres, en ese estrecho margen que podía tener una mujer en esa época, se crea una manera de sobrevivir y evitar los escollos y tratar de ser lo más libre posible dentro de los márgenes. Ese es el mérito de las mellizas en la novela: sin ser rebeldes, dentro de su modelo estrecho de esposa y con hijos, tienen una libertad; esa inteligencia que también es del pobre, del sometido, del latinoamericano en el mundo, de ‘agenciárselas’.
Sobrevivir en un mundo de hombres.
Para no desaparecer, para no explotar. Creo que la hostilidad del mundo de siente mucho en esta novela, mucha violencia contenida.
En algún pasaje del libro se dice “esta parte de acá no es aún el país”. ¿Somos países que aún no somos países?
Estamos lejos y a deshora en la construcción de nuestras identidades nacionales. Tiene que ver con la república más que con la colonia; una república mal hecha que ha puesto las bases de nuestro caos actual. Las fronteras no necesariamente implican que lo que esté adentro tenga una coherencia. Se ha buscado esa coherencia con mucha violencia.
¿El Perú es mejor de lejos?
El Perú siempre es bueno, de lejos y de cerca, es un país extraordinario, con una potencialidad inmensa, una cultura maravillosa, Lima es una ciudad increíble, estoy fascinada con Lima, cuando vives en Perú no la ves igual; de lejos hay cosas que se ven y si con lo que escribo puedo aportar un poco de luz y una manera diferente de ver ciertos fenómenos, sin tener esa intención programática ni de decir la verdad… Aportar algo al monumento (sonríe).
Un libro (este libro) es ya un monumento.
(Risas). Estoy contenta, ha sido difícil. Estoy muy satisfecha con mis editores. Las editoriales pequeñas en el Perú son heroicas.
AUTOFICHA:
-“Soy Grecia Cáceres Figueroa. Mi mamá tiene una fascinación por la cultura griega, por lo grecolatino, la base de la cultura occidental. Tengo 56 años. Nací en Lima. Estudié en el Franco Peruano y de ahí ingresé a la Católica, a Literatura, yo sabía que quería estudiar esa carrera”.
-“Desde los 13, 14 años sentía que había un poder en los libros, que hay un respeto y una fascinación por la literatura, una fascinación por el libro, por el lenguaje, por la poesía; me emocionaba mucho la poesía, la armonía, el idioma. La educación francesa es muy literaria”.
-“Este año voy a publicar un poemario con Borrador Editores, a fin de año. Se llama Yo que siempre estuve aquí. Estoy muy contenta de publicar una novela y un poemario el mismo año. Y estoy haciendo la segunda parte de la novela La colección (2012). En Francia trabajo en una universidad privada”.
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