El arte interpela a la gente y a la realidad. Yo provoco con mi trabajo”, afirma el artista Fernando Bedoya (Loreto, 1952) mientras observa una de sus obras expuestas en la muestra La insurrección de los marcos:  malestares del presente y la rasca con la uña para sacar un poco de la primera capa de pintura, y demostrar que el arte no es intocable.

Esta obra forma parte de la serie ‘Las raspaditas’, que consta de fotografías intervenidas con la pintura plateada que se emplea en los cupones de lotería instantánea.

La exposición reúne un conjunto de obras recientes del artista, incluyendo la serie inédita ‘Te rompo un cuadro en la cabeza’, producida durante su estancia en la Residencia de Al Lado, programa para artistas radicados en el extranjero, desde Lima.

La insurrección de los marcos propone romper con la idea tradicional (y aún vigente) de un arte que exige al espectador una contemplación pasiva; más bien, se trataría de un encuentro impactante.

LO POLÍTICO EN EL ARTE
‘Coco’ Bedoya también es docente y radica en Buenos Aires. Aunque, como él cuenta, está “siempre pendiente de lo que pasa aquí y regresa con mucho cariño a sus orígenes”. Se inició en el arte durante el colegio y años después ingresó a la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes, pero dejó los estudios para viajar.

Ha formado parte de colectivos artísticos como Paréntesis-Huayco, Gas-Tar y Ca.Pa. Ta.Co, cuyas intervenciones en el espacio público estaban vinculadas a temas políticos y de ciudadanía.

Su obra forma parte de museos como el Reina Sofía en España y el Museo de Arte de Lima.

La insurrección de los marcos nos da luces sobre la visión provocativa de Bedoya. Y nos invita a ver el arte desde otro ángulo y cuestionar “ese velo de sagrado, puro e intocable”