Eduardo Herrera: “Hoy el sistema en el Perú es la corrupción”

“Las normas siempre tienen huecos, no hay leyes perfectas. El asunto en donde hay que trabajar son los incentivos y las personas. Si tienes un juez incorruptible o un policía que hace bien su trabajo, la norma es totalmente relativa”, dice el abogado.
Conversamos con el abogado Eduardo Herrera. (Perú21/ Mario Zapata)

En su oficina, hay una espada que sostiene una de las mamparas para que no se cierre. Eduardo no quiere un retrato sosteniendo esa antigüedad porque dice que lo van a creer más loco. Y, pues, cualquiera creería que si un abogado sale a desnudar un sistema corrupto donde él mismo ha estado metido, es porque se le zafó un tornillo. Pero el abogado es, en realidad, una voz muy lúcida, dura y crítica que está golpeando la maraña corrupta de nuestra sociedad a través de su libro El cerebro corrupto y también mediante su trabajo profesional como consultor para implementar buenas prácticas empresariales.

¿Por qué decidió dedicarse al Derecho?

Quienes éramos malos para los números íbamos a letras. Yo era pésimo para números y me gustó siempre escribir, hablar, leer. Además, la abogacía siempre le presenta a un adolescente la imagen de éxito. Entonces, me decidí por eso, a pesar de que siempre quise escribir. Pero, al final, todo llega adonde tiene que llegar. Entré a la Facultad de Derecho con una intención de triunfar, por un éxito económico.

¿Estudió en la misma universidad que la del personaje de su libro?

Sí, pero el libro no es exactamente autobiográfico. Sin embargo, eso no quiere decir que los hechos son ficcionados, son absolutamente reales. Por una cuestión, incluso de seguridad, he preferido cambiar algunos nombres y lugares.

¿La corrupción en la que está envuelto su personaje es la misma que está encarnada en nuestro sistema de justicia?

Sí, pero yo no sé en qué momento eso pasó, esa toma por parte de la corrupción del sistema. Hoy, el sistema es la corrupción y la excepción es lo ético, lo correcto y lo justo. Por eso es que vemos en los noticieros que premian a un policía por devolver una cartera, cuando debería ser lo común. Trágicamente es así.

¿Los jóvenes que se inician en el Derecho son fácilmente seducidos por ese sistema corrupto?

Sí, mira. Lo que pasa es que hay un equivocado concepto sobre lo que es el éxito. Las personas, cuando son jóvenes, no diferencian bien lo que es el éxito real de lo que es el éxito económico. En una coyuntura que es eminentemente consumista y extremadamente competitiva, cualquier chico termina mareado y se deja llevar por el entorno. Es muy fácil sucumbir porque los patrones éticos no están bien cimentados.

Su libro devela que no solo es la justicia la que se ha torcido, sino también todo tipo de actores, como los políticos.

Sin duda, va mucho más allá del Poder Judicial. Por ejemplo, si tú quieres sacar una licencia de funcionamiento en una municipalidad, te van a poner miles de trabas. Te la van a poner mucho más difícil para que tú al final llegues, por cansancio, temor o presión, a aceitar la máquina. La corrupción no es un tema solo de normas, sino de personas. La corrupción es pasiva, espera a que estés en una situación límite para que caigas.

Si las personas que empujan un sistema corrupto lo hacen por un equivocado concepto del éxito, ¿qué sería entonces ser una persona exitosa?

Yo creo que está mal la palabra éxito entendida solo como el económico. El asunto es cómo te ganas el dinero, ahí está el verdadero éxito.

¿Es difícil ser alguien exitoso sin formar parte de un sistema corrupto?

Actualmente sí es sumamente difícil, porque constantemente el entorno te recuerda que hay una manera de hacer las cosas y a quienes lo queremos hacer bien se nos hace como andar cuesta arriba. La honestidad se asocia muchas veces a que el juez tiene que ser pobre, que las personas tienen que hacer un voto casi de monasterio y esa tampoco es la idea. Hay que ser ético y rentable a la vez.

¿Es mucho el dinero que se mueve fuera de la legalidad?

Sí, inmenso. Empezando por el porcentaje de nuestra economía informalmente. La informalidad alienta la corrupción porque es un sistema paralelo en donde todo vale.

En una parte del libro menciona que hay dos tipos de sistemas legales que conviven en el Perú y que ambos dejan muchas grietas para la corrupción.

Las normas siempre tienen huecos, no hay leyes perfectas. El asunto en donde hay que trabajar son los incentivos y las personas. Si tienes un juez incorruptible o un policía que hace bien su trabajo, la norma es totalmente relativa.

“La corrupción en el Perú se hace a vista y paciencia de todos. Es un mecanismo tan normalizado que nadie se atreve a negarlo”, apunta también en su libro. ¿Cómo se puede reaccionar ante esto?

Todos los actores se deben poner de acuerdo y fomentar un cambio de sistema. El Poder Judicial, Fiscalía, Policía, abogados. Por ejemplo, ¿qué hace el Colegio de Abogados? ¿Cuántos abogados estafadores hay en el mercado o los que fomentan actos ilegales? ¿Qué ha hecho el Colegio de Abogados al respecto? Absolutamente nada. Tienen que portarse como una barra profesional y ayudar a limpiar la corrupción.

¿Y el Poder Judicial?

Ellos viven en una especie de autarquía donde dicen: tú no me puedes reformar porque soy autónomo, pero yo tampoco me reformo. Vive en esa hipocresía y no se deja tocar. El PJ se ha declarado en emergencia unas 15 veces. ¿Qué ha cambiado? El libro pretende un poco incendiar la pradera y decir: ya es el momento de cambiar y depende de todos, de una gran articulación del Gobierno.

¿Hay más de un César Hinostroza en nuestra justicia?

Hay un montón más, transversales, hacia arriba, hacia abajo. Hay quienes hablan de la lucha entre el bien y el mal, superhéroes y villanos, pero eso no es así. El asunto es que hay corrupción porque el sistema es lento. Entonces, tú pagas para que tu expediente se mueva rápido; es ineficiente y no es seguro. Entonces, tú pagas para que la resolución, en la que tú tienes razón, a veces, salga bien. Hay gente que está esperando eso y así es como se forman las ternas como las de Hinostroza.

AUTOFICHA:

- “Soy Eduardo Herrera. Nací en el Hospital de Policía, el 5 de abril de 1976, mi papá era médico que se asimiló en la Policía y mi mamá fue profesora. He vivido la mayor parte de mi vida en San Borja. Estudié Derecho en la Universidad San Martín de Porres y una maestría en Derecho Penal en Colombia”.

- “Trabajé alrededor de 18 años como abogado litigante en juicios penales. Me retiré de ese campo del Derecho en 2015 y actualmente me dedico a las consultorías en ética y anticorrupción para empresas. Formo parte del CPA de la Confiep. Estoy casado y tengo dos hijos”.

- “He pretendido ser muy duro con el libro que he escrito para que sea una cachetada virtual a todas las personas que debemos reaccionar. He sido procaz y perverso en su escritura para llamar la atención de los lectores. Ya hemos publicado la segunda edición del libro y hasta tiene su versión pirata”.

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