Carismática y decidida, llega puntual a la cita para conversar sobre su último show, sus proyectos y cómo empezó en la música. Cuando le pregunto cómo se siente por estar de vuelta en los escenarios, suspira y me dice que estuvo muchos años lejos de los reflectores y que este show que brindará por el Día de la Madre es un homenaje también a la suya, aunque ya no esté físicamente entre nosotros. Bárbara es la mayor de cinco hermanos, la primogénita de los Romero, la que salió con la novedad de ser artista, de adicionar a escondidas de sus padres para postular al Conservatorio Nacional de Música. Una corazonada que tenía desde hace mucho y que, pese a tener un arcoíris variado de opciones para tener una carrera, se decidió por aquella pasión que hoy considera su ‘hija’: la música. Hace más de 20 años conoció aquel amor que la acompaña hasta hoy y admite que ha sido un largo camino que ha valido la pena. Desde el amor, Bárbara nos invita a soñar con su voz y a teletransportarnos junto a nuestras mamás en una máquina del tiempo hacia la nueva ola, los boleros y el chachachá, en una cita este 12 de mayo, en el Roble de Barranco, a las 9 de la noche, junto al cantante Javier Castañón.


Barbara Romero


¿Cómo fue su aventura con la música?

Me he dedicado a la música desde hace muchísimos años, decidí dedicarme al canto sin que mis papás lo supieran. Decidí presentarme en el Conservatorio Nacional de Música, di mi examen y aprobé. Cuando ingresé tuve la fuerza para decirle a mis papás: ‘He decidido ser cantante’. En esa época era supercomplicado, muchísimo más de lo que es hoy.


¿Cuántos años tenía?

Tenía 20 años, superjovencita y a partir de ahí comencé a estudiar lo que es canto clásico. Tuve una gran maestra, Dora Brusseta. Pero me pasó algo curioso, me di cuenta en el camino que no era lo que yo quería, sin embargo, me preocupé por estudiar todo lo que era la técnica vocal. Estoy agradecida con mi maestra. Y, me dediqué al canto latinoamericano o como es conocido: el canto popular. A partir de ahí comenzó mi carrera y me fui del país


¿A dónde se fue?

A París, estuve viviendo allí, no me asustaba vivir fuera. Mi papá nos había criado en España, todos los Romero se criaron allá; y da la casualidad que todos los Romero somos artistas, así somos (risas). Viví en Francia alrededor de 12 años. Aprendí a perder el miedo al público porque tenía que trabajar y cantar, yo no me podía enfermar porque trabajaba de mi voz y de mi cuerpo. Me considero una artista vocal.


El talento está en la sangre.

Sí y ¿sabes? Siempre tuve esa seguridad desde muy chica. En la vida uno tiene que ser constante y consciente de lo que tiene. Tenía muchas posibilidades de estudiar y hacer otras cosas. Me encantaba la antropología, recuerdo. Entonces, tenía un abanico de opciones, pero la gente me animaba mucho cuando me escuchaba, decían que tenía una voz bonita, pero yo no me la creía del todo.


¿Por qué no se la creía?

Porque estaba en una edad en la que no sabía cuál iba a ser mi camino y finalmente aposté por la música. Lo que me ha permitido conocer a gente maravillosa y de mucha fama como Rubén Blades, Susana Baca, nuestra Cecilia Bracamonte; gente a la cual respeto como artista y, de conocer, como persona. Realmente una gran satisfacción propia.


¿Qué le dijeron sus padres cuando ingresó al Conservatorio?

Mi mami estaba feliz, mi papá me llenaba de preguntas. Pero en un show, mi papá fue a verme e ingresó al camerino y me dijo: “qué bien lo estás haciendo, sigue adelante, tienes todo mi apoyo”. Hasta ahora recuerdo el momento, voy a llorar. Era difícil, recuerdo, yo era la mayor de cinco hermanos, la que ponía orden. Pero digo difícil porque estaba creciendo, tenía aptitudes y de pronto que les diga a mis papás que quería ser artista, siendo la hija mayor, era una revelación. Todo fue bien gracias a Dios.


¿Qué ha sido su vida en estos años?

Dejé de cantar porque me dediqué íntegramente a mi mamita por muchos años, ella estaba muy delicada y luego vino lo de la pandemia que fue otro golpe. Mi mami fallece en junio y luego llega la pandemia en marzo. Hacía tiempo que no cantaba, hasta que poco a poco empecé a colaborar con cantantes como Víctor Miranda con quien colaboro hasta hoy. Él fue el que me dijo: “¿no te gustaría ser mi invitada?”, por supuesto que le dije que sí. Luego estuve en el Peruano Japonés cantando con Los Morunos y con Lucía de la Cruz. Hoy estoy con el gran amigo y cantante Javier Castañón, en este show para las mamás.


¿Qué significa la mamá?

La mamá significa ese amor. El gran amor de mi vida, puedo decirlo, es mi madre. Yo hablo con ella todos los días, le pido que me ayude, que me dé fuerzas en momentos difíciles, sé que me escucha.


¿Es mamá?

No, no tuve hijos. Tengo a la música que es mi hija y me siento muy contenta. He sido también maestra de música por muchos años. ¡Cómo es la vida!, nunca tuve niños.


¿Qué es lo más difícil de estar en el escenario?

A veces uno como artista se quiebra, pero debes remontar. Nosotros somos sentimiento, no somos máquina. Tenemos el pre-show, el show y el post-show. Te preparas y te concentras, luego ingresas como un sol brillante al escenario que es el momento cumbre. Desde que ingresas hasta que sales tienes que ser fantástico.


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