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Columna vertebral: Symbol, la filuda lengua de la madrugada [Opinión]

“El infierno de la depresión y la toxicomanía encuentran en Symbol una de sus más terribles crónicas… Influyó en los proyectos de varios poetas…”.

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Fecha Actualización
Roger Santiváñez Vivanco (Piura, 1956) fue uno de los más activos participantes de las escenas poéticas surgidas entre los años setenta y ochenta. No solo fue miembro de la segunda fase del movimiento Hora Zero, sino también fundador de Kloaka, quizá la última agrupación destacable de la poesía peruana (las que surgieron después fueron más bien poco imaginativas, remedos de los grupos mencionados). Desde muy joven fue considerado por la crítica como uno de los poetas que con mayor fortuna había recogido las enseñanzas de autores mayores como Antonio Cisneros y Rodolfo Hinostroza, afectos al llamado británico modo. Esta influencia es notoria en los estupendos Homenaje para iniciados (1984) y El chico que se declaraba con la mirada (1988). Es a finales de los años ochenta cuando Santiváñez se destierra a los bajos fondos de la ciudad, refugiándose en el consumo de sustancias y en el contacto con personajes de malvivir.

Fruto de esta experiencia es su cuarto libro, Symbol, obra imprescindible de su bibliografía y que es necesario tener en cuenta para comprender las motivaciones de la poesía peruana desde los noventa hasta la actualidad. Es por ello elogiable que la editorial Pesopluma haya publicado una nueva reedición de este poemario, ya que las dos primeras ediciones aparecidas en los años noventa, además de ser inhallables, estaban pobladas de erratas e imperfecciones.

Santiváñez escribió Symbol bajo el efecto de las drogas duras y escuchando atentamente lo que él denomina "la lengua del lumpen", es decir la que se oye en "los bares del Centro de Lima luego de la medianoche". Esa circunstancia les imprime a estos poemas una atmósfera dislocada, eufórica, pero sobre todo sumamente degradada. Symbol significa el incontinente clímax de una de las obsesiones recurrentes en la poesía de Santiváñez, al menos desde su segundo libro: la violencia sexual. Los temas de este libro aparentan ser variados a primera vista, pero basta internarnos en el caos para comprobar que la lascivia desbordante, la apología de la fornicación enfebrecida –casi zoológica– y el fetichismo plasmado de la manera más descarnada invaden y contaminan todas las estancias de su discurso. Ello brinda al conjunto una poderosa energía verbal que en los momentos más dramáticos consigue comunicar la opresión y angustia existenciales de quien se siente perdido en un laberinto cubierto de grafitis y desechos. El infierno de la depresión y la toxicomanía encuentran en Symbol una de sus más terribles crónicas.

Por otro lado, Symbol influyó en los proyectos de varios poetas jóvenes de la década de los noventa y de los años siguientes. El hecho de haber roto amarras con la poesía conversacional imperante lo convirtió en una puerta abierta para ensayar nuevas posibilidades de expresión; por ejemplo, para quienes en los últimos años han experimentado con el neobarroco, este libro resulta un referente insoslayable. Posteriormente, el propio Santiváñez proseguiría por el camino que él mismo había inaugurado, con resultados diversos, pero que de todos modos patentizan el inquieto espíritu de un poeta que no se ha conformado nunca con las fórmulas preestablecidas, sino que las subleva y radicaliza hasta hallar en ese acto de inconformidad el magma preciso para su personalísimo trabajo.

SOBRE EL AUTOR

Roger Santiváñez, Symbol. Pesopluma, 2015. 68 pp.

Relación con el autor: amistad.

Puntuación: 4 de 5 estrellas.