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Carlos Galdós: “Todos tenemos demonios pero los escondemos”
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Salón de 2do. grado de secundaria, colegio miraflorino. El encargado de normas de la oficina administrativa llamaba desde la puerta: “Galdós Irribarren Carlos Enrique”. El alumno levantaba la mano. “No ha pagado, ¡afuera!”, ordenaba. De castigo, tenía que pararse en el patio, debajo del sol, durante varias horas. Lo que restó de segundo de media no fue a clases: se tiraba la pera, falsificaba libretas. “No soportaba el colegio”, recuerda.
Tomaba el bus Chama y en la residencial San Felipe subía una chica del colegio Belén que le encantaba. “Siempre he sido bien tímido”, asegura. Un amigo del colegio le “hizo el bajo”. Él se acercaba, pero hacía ruido. En las plantas de los zapatos llevaba una suerte de herrajes que su madre le había mandado a poner para que no se gasten las suelas. Un día la invitó al cine. Y ella le dijo “no, porque suenas. Eres misio”. Tenían 15 años. Desde entonces, siempre aprendió el lado B de las cosas y cómo surgir desde ahí.
En su primer trabajo como comunicador salvaba vidas. “Literal”, agrega ante mi extrañeza. Era en la cabina de radio Del Pacífico, una emisora evangélica, en el programa Llamadas de medianoche y con la Biblia en la mano. Llegaba en su bicicleta, toda la Salaverry hasta Guzmán Blanco. Arriba del bar Monarca, segundo piso, recibía las llamadas, de medianoche a 5 de la mañana.
Galdós Va a Terapia es el nombre de su nuevo espectáculo unipersonal, que presenta este 14 y 15 de febrero, en Bianca de Barranco, y el 22 de febrero, en el Teatro Plaza Norte, acompañado de la terapeuta Rosa María Cifuentes. Las entradas an en Teleticket. Pero antes, el popular conductor de radio y TV se echa en el diván de esta entrevista.
-¿Fuiste en varias oportunidades al psicólogo?
Muchas veces. Primero, porque en el colegio me mandaban mucho al psicólogo. Yo estuve en el Maristas, un colegio religioso. Como tenía preguntas existenciales, era más fácil mandarme al psicólogo. No me conformaba con lo que ocurría en el salón.
-¿Por qué? ¿Qué hacías?
Recuerdo nítidamente una vez que me mandaron al psicólogo porque cuestioné al profesor de Matemática en primaria. Se prohibía que arranquemos hojas del cuaderno. No entendía la lógica. ¡Al psicólogo! Alguna vez en la clase de Historia, yo decía que tal personaje no era un héroe. ¡Al psicólogo!
-¿Dirías que te portabas mal persiguiendo ciertas causas?
Siempre he preguntado cosas. ¿Por qué un hombre no podía usar aretes?
-¿Y el psicólogo qué te decía?
Ir al psicólogo era un tonteo puro y duro. Era lo mejor que me podía ocurrir porque salía del salón. Pero sí, a mi vieja la tenían un poco podrida. Ella vivió muchos años preocupada por esta sensación mía de no pertenencia. Yo estuve en tres colegios y no por burro, sino porque elegí dejarlos. En segundo de media, me dije: no pertenezco a esto. Se hablaba de solidaridad y amor, y a mí me sacaban al patio a broncearme en el sol, todo el día, porque mi vieja se había atrasado en pagar una cuota del colegio.
-Hoy en día ese castigo sería duramente sancionado, al menos socialmente.
¡Uf, olvídate! Tampoco soportaba esta cosa arribista de la competencia de quién tenía mejores zapatillas, quién traía trapper keeper, las peleas boca a boca que se resolvían con un “sí, pero mi viejo gana más plata que tú”. Yo ni viejo tenía (se ríe a carcajadas). Me molestaba el “soy mejor que tú porque tengo mejores cosas”. No me hallaba ahí, yo escuchaba Leusemia, Eutanasia, Voz Propia, Eructo Maldonado, Q.E.P.D. Carreño.
-¿Pero en el psicólogo llegaste a resolver algo?
De adulto tomé una terapia, hace 10 años. Decidí conocer cosas que no me gustaban de mí, que gatillaban inexplicablemente.
-¿Como qué?
He tenido un problema con la autoridad, al no haber tenido la figura paterna, y en mi cabeza, desde niño, había instalado que esa figura me falló, aunque ya no lo veo así. El sanseacabó vino en una provincia, donde produje un show. Media hora antes de entrar al espectáculo, mi representante me dijo: “El alcalde me pidió toda la mezanine, que son 80 entradas y en algún momento te va a distinguir, pero no hagas nada Charly, ¡ah!”. Ya (cambia de voz), le respondí. O sea, estábamos todos al servicio del tipo. En pleno show invitamos al alcalde, se mandó un discurso, el distintivo y etc. Aplausos. Y le dije: todo muy bonito, pero los de arriba, ustedes, son mis invitados, mis invitados; agarré el distintivo y lo tiré. “Tú no sirves”, me dirigí al alcalde, y me fui del escenario. Con eso me di cuenta de que algo no estaba bien en mí; el pata estaba mal, pero yo estaba peor (risas). Necesitaba una terapia.
-¿Hoy qué demonios tienes?
Están sentados aquí. Todos tenemos demonios, el problema es que los escondemos. Y yo me he hecho muy amigo de ellos.
-¿Qué demonios son?
¡No te voy a decir! Son míos. No te voy a dar ese poder.
-¿El amor es un demonio?
El amor es demonio y ángel, todo a la vez. Hay momentos endemoniados en el amor, que no hay que asociarlos a la violencia.
-¿El amor a los 45 años tiene una forma diferente?
El amor necesita ser ni tan sereno que se duerma ni tan tormentoso que te agobie. El amor es como estar en altamar.
-¿Ahora estás en altamar?
En un súper altamar de mi vida. De repente en el amor más importante, que es el mío. He tomado la decisión de mirarme mucho. Tendemos a darles a los demás las herramientas y decimos: “Quiero una persona que me haga feliz”. ¿Por qué le tienes que dar esa responsabilidad a otra persona? Se trata de: me acompañas en mi viaje, y yo te acompaño en tu viaje.
-Con 45 años y dos divorcios, ¿volverse a casar es un probable viaje futuro?
¿Qué culpa tiene el matrimonio? ¡El problema soy yo!
AUTOFICHA
- “Soy Carlos Enrique Galdós Irribarren. Nací el 10/9/74. Estudié en tres colegios: Maristas, Skinner y Mauricio Simons, un colegio no escolarizado, donde caí porque ya no había plata en mi casa. Y en la universidad estuve becado. Estudié Ciencias de la Comunicación”.
- “Cuando empecé a trabajar en el programa de televisión Oki Doki, dejé de ir a la universidad, en el tercer ciclo. Y actualmente, estoy en Radio Oxígeno, de 6 a 10 de la mañana, y en Radio Capital, de 5 de la tarde a 8 de la noche. Ambos programas de lunes a viernes”.
- “Para este 2020 quiero hacer distintos tipos de shows, tocar con mi banda, hacer un par de conciertos. Hay una sobrevaloración con la televisión, siempre me llaman y me proponen algo, pero tiene que ver con que si me gusta o no. Finalmente, les dedico el tiempo a mis hijos, tengo tres”.
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