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Andrey Sladkov, entrenador de esgrima y actor: “Cuando regreso a Rusia, la nostalgia mata”
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Komsomolsk Na Amure es una frase rusa que significa “los jóvenes comunistas construyeron la ciudad sobre el río Amur”. Y es el nombre de una ciudad fundada en 1932, en la entonces Unión Soviética de Stalin, para construir los aviones MIG-29. Su ubicación era estratégica en caso de guerra. Está cerca de la frontera con China, a ocho horas en avión de Moscú. Es la ciudad donde nació Andrey Sladkov.
En un anuncio de Facebook leyó: “Se busca un ruso que viva en Lima y hable español, entre 40 y 50 años”. Se presentó y ahora es uno de los protagonistas del filme Todos somos marineros, ópera prima del cineasta peruano Miguel Ángel Moulet. Pero Andrey Sladkov no solo es actor. Llegó al Perú hace 19 años como entrenador de esgrima. Y no solo es entrenador, también es emprendedor, vende Pastilatto, basado en un postre ruso de manzana. Asegura que no tiene harina, que es una receta de hace 300 años y que es bueno contra la anemia.
A sus abuelos los echaron de la ciudad porque eran “demasiado ricos” para la revolución. Los embarcaron en un tren hacia algún punto cerca de China. La mitad murió en el camino y la otra mitad se estableció por el río Amur, uno de los más grandes del país. “Todos creíamos en la revolución, pero también tenía cosas atroces. Millones de personas estaban presas en los campos”, señala Andrey Sladkov, el ruso que a los 13 años ingresó a un internado en Moscú, donde estudiaban los futuros campeones olímpicos. Hoy es peruano nacionalizado, tiene dos hijas nacidas en el Perú y está casado con el primer amor de su vida. “Regresar sería un fracaso”, me dice. Una historia de película.
¿Qué te trajo al Perú en 2001?
Me invitó el Club Regatas para trabajar como entrenador de esgrima. Llegué de Moscú.
¿Pero y cómo así nace esta oferta laboral?
Estaba en una encrucijada. Tenía 33 años, me acababa de separar de mi chica. En este club de Lima había trabajado un ruso; tuvimos la misma profesora. Cuando él se fue, le pidieron una recomendación y él llamó a nuestra profesora, y ella me preguntó.
¿Qué sabías del país?
En el colegio nos habían enseñado sobre los incas. Pero lo extraño fue que cuando llegué al Perú, una señora me dijo: “Te conozco”. Resulta que ella estuvo en Rusia haciendo esgrima e hizo fotos por todos lados. En una de ellas, estaba yo. Increíble, el destino.
¿Cuando te propusieron venir, lo dudaste?
Eh, bueno, me reí, me pareció gracioso. “¿Qué voy hacer allá?”, pensaba. Nunca había salido de las 15 repúblicas de la Unión Soviética. Me dijeron que era un contrato por un año y que si no me gustaba, podía regresar.
¿Cómo te recibió el Perú?
No hablaba español, tenía un traductor. En el primer año sacamos dos medallas de oro y dos de bronce en esgrima. Desde ese momento hasta ahora, hemos logrado más de 100 medallas.
¿La esgrima y la actuación son tu vocación?
Todos sueñan con ser estrellas de cine (risas), pero yo nunca lo intenté. Yo era una persona totalmente antideportiva, odiaba el fútbol, era descoordinado total. Más bien, me gustaba la música, la electrónica, leía bastante. Un día al colegio llegó un profesor de esgrima. No me gustó este deporte, pero luego volví a intentarlo. Era zurdo y aplicado. El entrenador me notó con condiciones desde el principio.
¿La esgrima y la actuación se parecen en algo?
Bueno, dicen que esgrima es ajedrez, artes marciales y ballet. Es así. Se considera que la esgrima es el deporte más complicado que existe en el mundo después del boxeo, que está primero por el dolor físico que deben aguantar los boxeadores. Hay deportes de juego, es el grupo más simple, como el fútbol, por ende tiene más seguidores; están los deportes donde la persona lucha contra la naturaleza: el atletismo, el surfing; y están los deportes de combate, entre ellos la esgrima.
¿La esgrima te ayuda en algo para la actuación?
La esgrima, al ser complicado, te ayuda a desarrollar el cerebro. Es un deporte calculador, sirve para la vida, en la toma de decisiones.
En Todos somos marineros hay desarraigo y soledad. ¿Te identificaste rápidamente?
Cuando al director le conté lo que te estoy contando, encontró muchos paralelos entre mi vida y el personaje. Yo a los 13 años dejé mi casa y tuve que enfrentar un mundo para nada amigable.
¿Ya te adaptaste al Perú?
En 2004 me fui al pueblo donde nací, me casé con mi primer amor de colegio y me la traje acá.
¿Cómo así?
La última vez que la vi, yo tenía 19 años. Le dije que al próximo año iba por ella. Pero no fue así, recién regresé en 2004. Un día antes de volver a Moscú y luego a Lima, fui a visitarla. Resulta que me seguía esperando. Me impresionó tanto que, al día siguiente, le pedí que renuncie a su trabajo y que se venga conmigo al Perú. Llegamos acá y en tres días nos casamos.
¿Regresarías a Rusia?
¿Quién sabe? Si mañana me botan y no encuentro trabajo, tendré que volver o tal vez irme a otro país.
Eres como un marinero.
Como un marinero pues. Aunque acá tengo casa (ríe).
¿Qué sientes por Rusia?
Cuando regreso a mi ciudad, hay lágrimas, la nostalgia te mata.
¿Y qué se siente por el Perú?
Me siento un peruano. He estado muy emocionado porque por primera vez voté, ahora en las elecciones del Congreso. Y esa es otra anécdota. Cuando quise nacionalizarme, había otra persona con mi nombre y ruso, que tenía una orden de captura de Interpol. Mi expediente lo guardaron para no hacer nada. Luego de dos años, insistí y recuperé mi expediente. Lo mandaron a Moscú y se confirmó que yo no era el otro Andrey Sladkov. Siguió su proceso y Humala no lo firmó. PPK todo el tiempo estuvo bailando y no tenía tiempo para firmar. Entonces, el único que tomó la decisión valiente fue Vizcarra (risas).
AUTOFICHA:
- “Tengo 51 años. Soy egresado de la Universidad Estatal de Deporte y Turismo, la universidad más antigua del mundo, donde el deporte se estudia como una carrera profesional. Salí como especialista en Cultura Física. Soy profesor de Educación Física, especialidad de Esgrima”.
- “Fui campeón de esgrima de Moscú en mayores, bronce de la Unión Soviética en cadetes, subcampeón de la Unión Soviética en sub-20. Pero es más importante que mis alumnos destaquen: María Luisa Doig, 49 del mundo, y Eduardo García llegó a ser quinto del mundo”.
- “He actuado en los filmes Todos somos marineros y Curandera, y el programa de TV El Dorado; y después he grabado varios comerciales, la novela De vuelta al barrio y una nueva novela que aún no sale que se llamará Te volveré a encontrar, donde soy un policía gringo. También salgo en la película de Farfán”.
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