Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, de Aterciopelados. (Foto: Cesar Balcazar).
Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, de Aterciopelados. (Foto: Cesar Balcazar).

Once horas adentro en bus. Desde Lima ascendemos a Ticlio, a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar. Luego bajamos hacia la ceja de selva e ingresamos a aquella inmensidad exuberante que se va revelando entre montañas. Y en la noche, la oscuridad profunda de la Amazonía. Así se llega a Oxapampa y así nos recibirá la nueva edición del , este 7 y 8 de junio.

Uno de los artistas estelares de esta cita, por los 15 años de Selvámonos, es el grupo Aterciopelados de Colombia. Y Andrea Echeverri, la cantante, atiende nuestra videollamada desde Bogotá.

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Acaban de lanzar una nueva versión de “Rompecabezas”, del disco Gozo poderoso (2001). ¿Por qué lo hicieron?

Es parte de una campaña que se llama feat. Nature. La idea es que la naturaleza es un artista. En nuestro caso, hay pajaritos que grabó un colectivo que se llama Voz Terra. Entonces, además de Vivir Quintana y Los Auténticos Decadentes, están los pajaritos, que reciben regalías y ese dinero se invierte en conservación. De Latinoamérica estamos nosotros, Los Amigos Invisibles y Bomba Estéreo.

¿Y por qué eligieron “Rompecabezas”?

Creo que dijeron que sería chévere que sea una reversión de algo ‘famosito’. Hicimos un par de toques en México y yo me he vuelto muy cercana de Vivir Quintana. En una de esas íbamos a tocar con ella y le dijimos si quería cantar con nosotros. Y ella dijo que quería cantar “Rompecabezas”. Como orgánica la cosa. Hicimos la versión y ¡guau! Y como la versión que desarrollamos tenía ska en el coro, al ingeniero se le ocurrió invitar a los Auténticos. Quedó relindo.

Esta versión me llevó a la época del disco El dorado (1995).

(Ríe). Y en vivo es rechévere.

¿Qué tuvo ese tiempo de El dorado?

Esos noventas fueron muy chéveres, la época del rock latino, del rock mestizo; pero también se refleja en una cosa más identitaria, más cultural. Creo que antes de eso, todos, como buenos mestizos, mirábamos para afuera. Y como que no teníamos muy claro quiénes éramos. Creo que todos los 90 y el rock mestizo lo que hacían era valorar todas esas influencias: lo indígena, lo negro, lo tropical y sus derivados. Uno podía echar mano de todos esos ingredientes para fusionarlos y hacer una música propia. Es como el gran logro y el gran impacto. Es un proceso que debe seguir sucediendo.

¿En qué momento estamos?

Pues yo creo que nosotros seguimos como en eso, como tratando de hacer ese proceso. Y en este momento es importante hablar de lo que está pasando con las mujeres, ¿no? Porque, definitivamente, sí se le están abriendo espacios a las mujeres, yo conozco muchas chicas nuevas que están impresionantes.

Algo que no era muy frecuente cuando aparecieron ustedes.

Para nada. Yo siempre estaba en unas giras que eran 98 hombres y dos mujeres. Igual, eso es un proceso. No es que se diga “chicas en todas partes y suceda”. También es una cosa de ejercer e ir cogiendo experiencia. Es un momento de formación.

¿Qué representa El dorado para el rock latinoamericano?

Pues está en varias listas de las mejores canciones o discos bisagra que llaman, que operan un cambio, que dan nuevas rutas, que tienen influencia. Yo creo que El dorado es un disco muy poderoso, bonito, conectado, lleno de ingenuidad y de genialidad (risas).

¿La ingenuidad nunca debe perderse?

Uhmm... Pero no sé (ríe).

Es complicado.

Es complicado porque uno se vuelve también producto de lo que es su vida. Pues hay personas que, digamos, todo les va bien, que todo el mundo lo trata bien y, de pronto, siguen todos ‘ingenuitos’. Pero uno ya es más jodido, porque uno también tiene que aprender a defenderse, ¿no? Que yo me describa como ingenua, ¡no! (ríe).

En todo caso, no hay que perder ese brillo que tiene el descubrir algo.

¡Eso sí! El seguir buscando, el seguir en el proceso y el seguir muy consciente de que uno no llegó a ninguna parte, que la cosa es darle y darle. Es generar lo mismo pero desde diferentes lugares. Uno está cambiando y está envejeciendo y cada vez su lugar es diferente. Por eso ahora siento muy claramente que tengo que hablar desde la mujer de 58 años que soy, de volverme vieja, de que ya el sexo no me interesa, no sé, tantas cosas. Porque estamos todos, pues, que tenemos que vernos de 25 y que tenemos que seguir con la libido de los 25. Eso es mentira, no es real, eso es un proceso comercial donde el sexo se ha adoptado como mecanismo publicitario. Yo abogo por que el sexo sea en la intimidad y como algo sagrado, poderoso, hermoso, pero no una herramienta de mercadeo.

Festivales como Selvámonos rescatan un poco esa idea de ir más allá del producto, de lo netamente comercial.

Estoy muy emocionada (sonríe). Me parece una cosa mágica, increíble. Me apunto, ¡sí! (risas).

Y está en consonancia con el mensaje de ustedes.

Sin duda, porque Aterciopelados ha tenido un repertorio enorme tanto ambiental como ancestral, como antibélico y como feminista.

Aterciopelados de Colombia. (Foto: Cesar Balcazar).
Aterciopelados de Colombia. (Foto: Cesar Balcazar).

¿Amor y naturaleza son dos etiquetas para Aterciopelados?

Amantes de la naturaleza.

¿No te molesta que eso sea entendido como una suerte de ‘hippismo’?

A mí me encanta que digan que es hippie. Yo voy pa’ allá, pa’ lo hippie.

¿Te hubiese encantado vivir esa época?

Pues no lo sé, pero hay muchas cosas que son muy bonitas. Hay otras que no. Hay unos ideales y una ingenuidad hermosos.

Datos:

-En Selvámonos también estarán Lit Killah de Argentina, 3 AM de Ecuador y Armonía 10 por Perú.

-De Chile viene Niño Cohete y, por Perú, Amen, Laguna Pai, 6 Voltios, La Mente, Zen y más.


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