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Edward Málaga Trillo: el científico rockero que acaba de diseñar las nuevas pruebas rápidas moleculares en Perú
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¡Eureka! El director del laboratorio de neurobiología del desarrollo de la Universidad Cayetano Heredia (UPCH), Edward Málaga Trillo, anunció en sus redes sociales que ya están listas unas nuevas pruebas rápidas moleculares para descartar el coronavirus. Se trata de un tipo de test de alta precisión y bajo costo que podría ahorrarle tiempo y miles del soles al Perú si es que deciden apostar por esta tecnología desarrollada por talento peruano.
Hasta ahora, el Perú ha estado aplicando dos tipos de pruebas para descartar el COVID-19: serológicas y moleculares. Las primeras son las más baratas y rápidas, pero pueden arrojar resultados equivocados, como varios falsos negativos que se han reportado. Mientras que las moleculares son mucho más caras y lentas, pero sus resultados tienen mejor precisión. Con el tipo de pruebas desarrolladas por el equipo de científicos de la UPCH y la Universidad de Ciencias Aplicadas (UPC), el país puede contar con resultados precisos en poco tiempo y a un costo muy por debajo del actual, pues, se pueden producir en nuestro propio territorio.
[1] 18 de Junio: EUREKA! Comparto con gran satisfacción este video de nuestra prueba rápida MOLECULAR en acción, detectando la presencia del nuevo coronavirus en un paciente COVID-19 peruano. Dos líneas reactivas en una tira de papel, formato portátil y de bajo costo, made in ???? pic.twitter.com/gi5bAXwxrr
— Ed Málaga-Trillo (@EdMalagaTrillo) June 19, 2020
EL CIENTÍFICO ROCKERO
George Edward Málaga Trillo es el biólogo molecular que dirige el laboratorio de la UPCH, pero antes de ponerse una bata blanca y trabajar durante años en Estados Unidos y Alemania, estuvo muy comprometido con la música, tuvo una banda de rock propia y fue tecladista de Arena Hash, junto a Pedro Suárez Vértiz.
Edward nació en Lima el 6 de junio de 1969, pero sus ancestros son de Arequipa, Ica y Huacho. Sus padres fueron médicos. Cuando tenía nueve años descubrió el rock y le voló la cabeza. Le impresionó la imagen del rockstar por su rebeldía, independencia, porque un rockero era alguien que hace lo que le gusta y la pasa bien. El pequeño Edward supo que quería ser un guitarrista.
“La guitarra es como un hacha, una herramienta, un arma. La guitarra te empodera. Además, es un instrumento que te lo puedes llevar a todos lados. La guitarra eléctrica, además... cuando descubres la diferencia entre una acústica y una eléctrica y haces el swhitch entras a un mundo del cual ya no regresas. Tocar con distorsión y fuerte es una sensación liberadora”, enfatiza el experto.
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Estudiaba en el Colegio María Reina Marianistas y su afán por la música lo hizo entablar una fuerte amistad con Pedro Suárez Vertiz, con quien estudiaba. Ambos soñaban con ser músicos, así se que se empezaron a juntar con más amigos del colegio para formar una banda.
“Nos sentíamos Lenon y McCartney, Jagger y Richards. Esos eran nuestros ídolos: The Beatles, The Rolling Stones, Led Zeppelin, AC/DC”, recuerda Málaga.
Cuando pasaron a segundo de media ya tenían una banda de rock llamada Paranoia y durante toda su etapa escolar tocaron, básicamente, en eventos del colegio.
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Para los últimos años en el María Reina Marianistas, Málaga y Suárez Vertiz se dieron cuenta que ambos eran los núcleos creativos de su banda y esta tenía cada vez más integrantes, por eso decidieron formar dos grupos distintos. Edward formó la banda Duende y Pedro, Arena Hash. Duende se dedicó a tocar en todos los locales donde le dieran una oportunidad, tanto en Lima como en provincia. Mientras Arena Hash estuvo más concentrada en producir y grabar un disco.
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“A pesar de que estábamos en bandas diferentes, compartimos muchas veces instrumentos y músicos. Si nos faltaba el baterista, nos prestaban uno; si a ellos les faltaba un guitarrista, iba yo. Había un ambiente de mucha colaboración no solamente entre nuestras dos bandas, sino también con Frágil, Los noséquién, Río y todas las bandas de los 80", relata a Perú21.
Esa camaradería era la única manera en que la escena musical peruana podía salir adelante porque fueron tiempos muy difíciles y no era sencillo comprar una guitarra eléctrica o un amplificador. Por eso, cuando Arena Hash grabó su primer disco -o casete- y empezó a organizar su primera gira, Edward tuvo que ayudarlos.
“La gira empezaba en la entonces Feria del Hogar, pero en ese momento Christian Meier no estaba en Perú, se había ido de vacaciones a Miami y no regresaba. No había e-mail ni celular, no se sabía cuando podía volver; así que Pedro me llama desesperado y me dice: tocamos en tres días, estas son las canciones ¿te las puedes aprender? Necesitaban un tecladista. Yo era guitarrista, pero también tocaba teclado, así que lo hice y fui el tecladista de Arena Hash durante toda esa primera gira”, narra el biólogo molecular.
¿QUÉ TIENEN EN COMÚN LAS NOTAS MUSICALES Y LAS MOLÉCULAS?
Para Edward Málaga la música y la ciencia no están apartadas como parecería. “Las dos son disciplinas de la actividad humana que tienen una alta carga intelectual, creativa, personal y emocional”, considera. Junto a Pedro Suárez Vértiz se la pasaban hablando sobre las estrellas, películas, libros y ciencia.
Cuando le tocó decidir qué rumbo iba a tomar su vida, Edward tomó el camino de las ciencias médicas. “En este país, en esa época, para un joven que salía del colegio era muy duro pensar en una carrera, el trabajo, el futuro. Era una época donde se dio el gran éxodo hacia afuera del Perú durante el gobierno de Alan García. Todo el que podía se iba”.
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Él tenía mucha curiosidad por la Astronomía y la Biología porque eran dos áreas de conocimiento donde nunca iba a dejar de hacerse preguntas. Al final eligió Biología para tratar de entender los principios de la vida, para descubrir la genética, el ADN. Ese mundo le despertaba la misma pasión que la música, pues, el proceso de trabajo en el laboratorio -según Edward- tiene cierta semejanza con la composición una canción, para ambos casos se necesita una chispa de inspiración y un torrente de creatividad.
Málaga estudió Biología en la UPCH y luego se fue a estudiar un doctorado en Miami (Estados Unidos). El jefe del laboratorio donde el peruano estudiaba también era director del Instituto Max Planck de Alemania y lo invitó a terminar sus estudios de posgrado al otro lado del Atlántico.
A pesar de que no hablaba ni una palabra de alemán, Edward aceptó viajar a Europa y se terminó quedando durante 21 años en el instituto Planck. Allá trabajó como profesor e investigador hasta que decidió volver a su patria. En Alemania sentía que su trabajo como biólogo era muy apreciado por toda la sociedad, pues, están totalmente habituados a hablar y leer sobre ciencia. Ese escenario, lamentablemente, está muy lejos de lo que ocurre en el Perú, pero aún así quiso regresar.
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“Decidí volver porque necesitaba un reto de vida. Así de sencillo. Llega un punto en la vida donde te empiezas a preguntar cuál es tu propósito. Alguien como yo, que se dedica a su carrera, vuela en el tiempo, es un país tras otro, pero llega un punto en el que dices: me siento desarrollado como individuo, como profesional. ¿Qué hay más allá?”.
Edward regresó al Perú con la intención de ser un agente de cambio, de compartir todo su conocimiento con gente más joven y de ayudar a la divulgación científica en el país. “Quiero dejar una marca”, dice. Y parece que la suya será como la huella de un enorme tiranosaurio de la ciencia.
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