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La envidia de las estrellas

A 12 años del primer viaje interestelar de la Voyager 1

La misión espacial más exitosa de la historia de la humanidad fue el primer objeto fabricado por el hombre que ha hecho un viaje interestelar.

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as sondas Voyager 1 y 2 fueron lanzadas en 1977 para aprovechar una rara alineación planetaria.
Las sondas Voyager 1 y 2 fueron lanzadas en 1977 para aprovechar una rara alineación planetaria.
Fecha Actualización

Era 25 de agosto, pero de 2012, cuando la sonda Voyager 1 atravesó la conocida como "burbuja" que envuelve a nuestro sistema solar, una que genera el propio Sol. Así, la sonda ingresó en el espacio interestelar, siendo el primer objeto hecho por el hombre que logró alejarse tanto de nuestro planeta. 

La Voyager 1 es conocida como la misión espacial más exitosa de la historia y se ha alejado de la Tierra desde hace casi 50 años. ¿Por qué es tan reconocida esta misión y por qué es tan importante este logro de la humanidad? Aquí te lo explicamos.

 

¡Y despegue!

La sonda espacial robótica de 722 kilogramos fue lanzada el 5 de setiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral, Florida. Hoy, tras 17156 días, continúa activo, prosiguiendo su misión de estudiar los límites del sistema solar, incluyendo el cinturón de Kuiper y más allá.

“Despegue del cohete Titan-Centaur, que lleva una de las dos naves Voyager para extender los sentidos del ser humano en lo profundo del sistema solar como nunca antes”, mencionó el locutor de la transmisión del despegue.

Esto dos décadas después del inicio de la era espacial, cuando los soviéticos lanzaron el primer objeto humano a órbita, el Sputnik, que causó revuelo y cierta histeria en en Occidente. Las misiones Voyager fueron la respuesta natural a esta especie de duelo espacial.

La Voyager 2 fue lanzada a las 10 de la mañana del sábado 20 de agosto de 1977. Dos semanas después, el lunes 5 de septiembre, partía su gemela, la Voyager 1, con las misma esperanzas pero con una trayectoria más rápida.

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Se estima que las sondas Voyager darán vueltas por la galaxia durante 5 mil millones de años. El documental “The Farthest” recorre su camino. / Crossing the Line Productions.
Se estima que las sondas Voyager darán vueltas por la galaxia durante 5 mil millones de años. El documental “The Farthest” recorre su camino. / Crossing the Line Productions.

Tras varias décadas fuera de casa, ambas sondas hicieron algo que en un principio, más aún en esas épocas, parecía imposible: sobrevivir al frío e inhóspito espacio. Sin embargo, nos ayudaron también a darnos cuenta de lo que había allá afuera, revelando secretos bien escondidos por la inmensidad de nuestro sistema solar.

A una velocidad de 61.000 km/h, las Voyager están dejando atrás la burbuja protectora de nuestro sol y cruzando hacia el territorio inexplorado entre las estrellas. Cada segundo que pasa se internan en territorio desconocido, lugares donde nuestra especie nunca ha estado.

“A través de su tecnología, sus descubrimientos y los mensajes que están entregando a la galaxia en nuestro nombre, todos hemos entrado en la era interestelar”, dice el científico planetario Jim Bell, autor del libro The Interstellar Age: Inside the Forty-Year Voyager Mission. 

“A largo plazo, los seres humanos tendremos que dejar la cuna de nuestro sol y mudarnos a las estrellas. La Era Interestelar es el futuro inevitable de la humanidad y las Voyager son nuestros primeros pasos en ese camino”.

 

Suman y siguen

Los logros que han concretado estos robots autónomos, que aún siguen explorando más allá de los límites de nuestro sistema planetario, han sido de vital importancia para una serie de descubrimientos y nuevas misiones espaciales. Si bien escaparon de la gravedad de nuestro planeta hace casi 50 años, los hijos pródigos siguen "llamando a casa".

Desde las profundidades del espacio, ambas naves mandan débiles señales de radio que tardan entre 22 y 18 horas en llegar al planeta. Son los objetos hechos por el ser humano que están más lejos: la Voyager 1 se encuentra a más de 22.700 millones de kilómetros de la Tierra y la Voyager 2 a 19.300 millones de km.

Pese a tener una electrónica de ordenadores de los años 70, sus propulsores y sensores funcionan todavía, pese a las temperaturas extremas que ofrece el poderoso vacío espacial. 

En los últimos años, los ingenieros leales y envejecidos que aún aguardan y analizan sus murmullos han apagado los componentes no esenciales para extender su vida útil hasta alrededor de 2030.

Su suministro de plutonia se ha reducido a la mitad en todo el tiempo que estuvieron fuera de la Tierra y la esperanza de vida de este robot es de no mucho más de una década. Tal vez menos.

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Ambas sondas se encuentran ya en espacio interestelar

Las cámaras de las Voyager ya no están en funcionamiento, por lo cual van ciegas en el vacío del espacio en soledad, sin embargo, aún recopilan datos de diversos tipos: detectan la composición y dirección de las partículas de viento solar y los rayos cósmicos interestelares; los campos magnéticos solares o interestelares; y las ondas de radio naturales que se originan en el espacio interestelar cercano. 

Por ejemplo, a principios de 2021, registraron el zumbido constante de gas en el sistema solar exterior.

 

Un evento inesperado

La misión inició de una forma particular. Gary Flandro, un estudiante de doctorado en aeronáutica en el Instituto de Tecnología de California, trazó trayectorias de las órbitas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno en 1965. Así, descubrió que a finales de los 70, y principios de la de 1980 estos planetas gigantes estarían casi alineados

Este fenómeno celestial raro que ocurre solo una vez cada 176 años y que permitiría que una sola nave pudiera visitarlos mediante el uso de asistencias por gravedad.

Fue este hallazgo el que llevó a la NASA a construir dos vehículos espaciales −idénticos en todos los detalles− para aprovechar esa oportunidad única.

Con un esqueleto de silicio y aluminio, un peso de 720 kilogramos, once instrumentos científicos y tres ordenadores con una memoria 240 mil veces menor que la de un smartphone, surgió lo que sería el viaje más grande realizado por la humanidad.

Las primeras imágenes que captaban las gemelas Voyager cautivaron al mundo, siendo protagonistas de películas y alimentando la miniserie documental 'Cosmos: un viaje personal", del reconocido científico Carl Sagan.

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Sonda Voyager

En marzo de 1979 la Voyager 1 llegó a Júpiter, mientras que en julio de ese año, su hermana, hizo lo mismo. Ambas inundaron a nuestro planeta de imágenes espaciales de alta resolución que cautivaron a propios y extraños de la ciencia.

No era lo que los astrónomos esperaban. Era más. Las sondas ofrecieron una vista hasta entonces única de la Gran Mancha Roja de Júpiter y la primera evidencia de sus tenues anillos. 

Los anillos de Saturno dejaron a todos anonadados. Mundos que hasta entonces se creía completamente áridos se revelaron enigmáticos: como la luna Titán y su atmósfera espesa y anaranjada o Encelado y sus géiseres disparados por sus criovolcanes.

 

Hermanas, separadas

Es en este punto que las Voyager tomaron rumbos distintos. La Voyager 2 enfiló hacia Urano donde en 1986 retrató anillos oscuros y descubrió nuevas lunas. En 1980 llegó a Neptuno y midió las velocidades de viento más altas de cualquier planeta del sistema solar. Hasta ahora ninguna otra nave visitó estos planetas azules.

La Voyager 1, por su parte, se enfiló a lo recóndito del sistema solar, logran en 12 de agosto de 2012, salir del sistema, entrando a territorio interestelar. 

“Probablemente sea la misión más exitosa jamás realizada”, indica Ellis Miner, científico planetario de JPL. Y también la más inspiradora: sus descubrimientos impulsaron a la NASA a lanzar misiones ambiciosas como la Galileo, Juno, Cassini, New Horizons, todas ellas descendientes de aquellas viajeras.

 

Mensaje en una botella

Un dato curioso es lo que existe en el interior de nuestras Voyager: se trata de discos dorados con saludos en 55 idiomas distintos, así como 116 imágenes de nuestro planeta y la sociedad humana en todo su esplendor. También una compilación de sonidos de la tierra, 54 clips de sonido como risas, un beso y 90 minutos de música, con canciones de México, Australia, Beethoven e incluso Perú.

 “Fue una oportunidad única para contar cómo es la vida en la Tierra para seres de dentro de quizás mil millones de años”, recuerda Ann Druyan, directora del proyecto ‘Mensaje Interestelar’ y quien incluyó una grabación de sus ondas cerebrales.

Nadie sabe si alguna civilización extraterrestre alguna vez decodificarán las inscripciones. Las probabilidades que las sondas sean encontradas son ínfimas. Pero hay tiempo.

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El disco dorado que lleva cada una de las Voyager funciona como una cápsula del tiempo de la humanidad. / JPL
El disco dorado que lleva cada una de las Voyager funciona como una cápsula del tiempo de la humanidad. / JPL

Según el astrónomo Frank Drake, fallecido hace ya un par de años, las Voyager podrían ser a la larga la única evidencia de la existencia de la humanidad.

 

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