Indiana Jones se podría considerar como uno de los pilares del séptimo arte. Su trilogía redefinió en gran parte al cine de taquilla, logrando que las historias de aventuras posteriores tengan un mayor énfasis en efectos especiales. Aún hoy en día sentimos el efecto Jones con franquicias a tutiplén. ¿Puede Indiana Jones y el Dial del Destino, la última entrega de esta saga, destacar como las entregas anteriores?
Es 1969 e Indiana Jones (Harrison Ford) está a punto de retirarse. A pesar de haber coleccionado emocionantes aventuras, el doctor Jones está atravesando momentos complicados en su vida y ha decidido descansar; sin embargo, un antiguo enemigo nazi (Mads Mikkelsen) vuelve para obtener el Dial del Destino, un poderoso artilugio que permitiría viajar a través del tiempo. Es así que el protagonista se une a su ahijada, Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge), para intentar obtener el preciado objeto y así evitar que los nazis tomen control de la realidad.
PROTEGER LA HISTORIA
Aunque esta secuela usa la nostalgia en torno a la saga para entretener a los fans, también carga con una trama profunda sobre el paso del tiempo. El doctor Jones está cansado y siente que ya tiene poco por aportar, lo que le lleva a dudar de emprender una nueva aventura. Eventualmente, su tradicional sed por las emociones lo empuja a luchar contra los nazis. Harrison Ford despliega con naturalidad los momentos dramáticos del personaje.
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Phoebe Waller-Bridge trae picardía a la cinta, mientras Mads Mikkelsen aporta elegancia para interpretar al villano. Las escenas de acción llegan a ser emocionantes, combinando efectos especiales y nuevos escenarios.
Se puede recriminar que la película sea algo sencilla y que abusa, en ciertos puntos, de la nostalgia. Sin embargo, siendo la última entrega de la saga, es comprensible que hayan decidido no explorar nuevos rumbos y tomar decisiones atrevidas que los lleven al arrepentimiento.
Un último hurra para Indiana por todas sus aventuras. Indiana Jones y el Dial del Destino es lo que necesitábamos para despedirnos de nuestro amigo.