Entrada de la Universidad de La Habana.
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Todos nos encontramos con palabras que no conocemos, pero a veces sucede que creemos conocer el significado o el origen de un vocablo y estamos equivocados. Por ejemplo, ‘alma mater’, que es una expresión latina, no significa ‘alma madre’. Aquí ‘alma’ no se refiere a la palabra castellana, sino que es un adjetivo: ‘lo que alimenta, nutritivo’. Así, el significado es ‘madre que alimenta’, y se aplica a la universidad donde el profesional se formó (o deformó, según el caso).

Otro término que mucha gente encuentra familiar es ‘chamán’. Recuerdo que en una ceremonia de curandería, con unos ciento cincuenta asistentes y que duró desde la medianoche hasta el amanecer, el maestro me preguntó con sincera curiosidad qué cuernos significaba ‘chamán’. No es voz quechua, como muchos creen, sino proviene de Siberia. La trajeron periodistas y antropólogos extranjeros y luego se generalizó, al punto de que hoy la RAE la define como “persona a la que se supone dotada de poderes sobrenaturales para sanar a los enfermos, adivinar, invocar a los espíritus, etcétera”. Eso lo saben muchos hispanohablantes, menos los maestros curanderos. Originalmente, el chamán siberiano practicaba un tipo específico de magia, que no se parece en nada a la que se realiza en el norte del Perú. De hecho, no existe chamanismo sin un tambor mágico, instrumento ajeno a nuestra tradición.

Recuerdo que una abogada se quejó en una librería porque las novelas brasileñas estaban en la sección de literatura latinoamericana. “Brasil”, sentenció enfática, “no pertenece a América Latina: allí no se habla español”. Lo cierto es que la latinidad de las Américas se refiere a las naciones donde se hablan lenguas romances, o sea, nacidas directamente del latín. En Brasil, claro, el portugués cumple esa condición. (Eso supone que Canadá, donde el francés no es infrecuente, sea un país latinoamericano.) Así mismo, los países caribeños donde se habla inglés, francés u holandés no están comprendidos en ese conjunto; de allí que las instituciones abocadas al estudio de los países pobres (‘en vías de desarrollo’ puede ser un eufemismo bastante cruel) usen la expresión ‘América Latina y el Caribe’. También sería interesante y útil comentar el caso de los términos especializados o técnicos (vocablos de un tecnolecto) que se usan a diario de manera errónea. Pero aquí debe terminar esta columna.

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