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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Prácticamente no existe lugar en el país que este no haya contaminado, mientras que, en la cadena de producción y exportación, todas las regiones tienen ahora alguna participación.

Incluso, para muchos debe de ser una sorpresa el conocer la magnitud del negocio de la droga en Cajamarca, detrás del cual hay desde narcotraficantes hasta ronderos, pasando por funcionarios. Al final, aparte de la preocupación ambiental que existe por los proyectos mineros, estos tienen otra importante oposición que proviene de quienes realizan actividades ilegales y, por tanto, están en contra de la formalización que, inevitablemente, seguiría a la inversión en esa región.

Por otro lado, es preocupante la continua participación de los ronderos cada vez que se investiga el ingreso del narcotráfico en una comarca o región. Ocurrió en Pataz, hoy lo estamos reportando en Bambamarca, y seguro que habrá ocurrido en diversas otras zonas durante los últimos años.

En realidad, el esquema de ronderos tenía mucho sentido en los años del terror y fue, incluso, un gran freno que impidió el crecimiento de Sendero. Sin embargo, con excepción del VRAE y el Huallaga, llevamos alrededor de 15 años desde que los terroristas dejaron de ser un peligro diario, pero las rondas han continuado.

En ese contexto, uno se pregunta si todavía es necesario otorgarle el poder de ser juez y policía a la vez a 'vigilantes' que deciden qué está bien o quién debe ser castigado. Más aún, son grupos armados que pueden ser captados con facilidad por delincuentes buscando protección para desarrollar el narcotráfico.

Incluso, no se amplía la presencia del Estado en la zona rural en parte porque se ha confiado en delegar la seguridad a los ronderos, quienes al final terminan como aliados del narcotráfico. Consideramos que ya es hora de que ese esquema sea revisado.