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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois, La opinión del directorUna característica que tuvieron los gobiernos de Toledo y de García fue que ambos dependieron en gran medida de la inercia que heredaron. Por lo cual estuvieron bastante cómodos en piloto automático. Ahora, muchos esperan que se repita la situación, pero me temo que en esta ocasión se va a requerir de un gobierno más involucrado. El motivo para esa conclusión es que el escenario, tanto externo como interno, está mucho más convulsionado. Por lo que el riesgo de que nos encontremos frente a problemas muy serios e inesperados es alto y no podemos darnos el lujo de no estar preparados.

Empecemos por el tema del crecimiento que es la única manera de reducir la pobreza y mantener relativamente satisfecha a la clase media. Ahí tenemos que entre la desaceleración de la economía mundial y la incertidumbre en los mercados externos, sumado a la preocupación que conflictos como Conga causan en el sector privado, ha llevado a que las expectativas de inversión sean las más bajas en años. Por lo que es imperativo apuntalar la confianza del empresariado.

Para ello, implementar un programa de promoción –concesiones, salida a bolsa de empresas del Estado– junto a manejar con más cuidado temas como el laboral podría retornar la inversióna una tasa de dos dígitos de incremento anual. De lograrse nos aseguraría que crecemos no menos de 5% al margen de cualquier eventualidad.Luego está la esperanza de la población de una mejora sustantiva en los servicios que brinda el Estado, particularmente en seguridad ciudadana y en los programas asistenciales. En el primer caso no hay duda que el sector Interior se abandonó luego de que el terrorismo fuera derrotado, lo que permitió una explosión de delincuencia que es hoy el principal problema que tienen la inmensa mayoría de peruanos. Si bien el gobierno parecía, al inicio, decidido a enfrentarlo, han perdido el impulso y se han frenado. Deberían recobrar la urgencia, es el sector donde más rápido podrían demostrar resultados.

Finalmente, llegamos a la pobreza extrema. Es inaceptable que la ineficiencia estatal haya llevado a que los más dramáticos bolsones de esta se mantengan en las regiones donde justamente operan los principales contribuyentes al Estado. Es hora que el canon minero sea distribuido directamente a quienes lo necesitan antes que la frustración termine ahuyentando a los que generan la riqueza. Porque en ese momento nos iremos en picada con el piloto automático y nadie sabrá desconectarlo.