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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

En esa época consideraban importante para el país que tuviéramos algunos trabajadores con desarmadores para entornillar kits de carros que venían listos para ser armados u operadores con mameluco blanco echando a una cápsula algún polvo que era importado.

Al final, los autos eran malos y caros, al igual que los medicamentos. Para no hacer el cuento largo, durante años exprimieron a millones de consumidores a fin de darles un jugoso margen de utilidad a contados empresarios.

Todo ello cambió cuando se abrió la importación y se democratizó el consumo, desde carros hasta televisores, pasando por ropa y alimentación. Asimismo, se multiplicaron las cadenas de farmacias compitiendo para tener participación de mercado. Así, la ganancia se trasladó del mercantilista al ciudadano.

Sin embargo, esa utilidad algunos la siguen añorando. Así tenemos que el oficialismo ha presentado un proyecto de ley que restablece el sistema (derogado hace 20 años) mediante el cual el aparato estatal analiza todos los medicamentos que son importados. Como si el control de calidad europeo o norteamericano fuera menos confiable que el peruano.

Con lo cual el resultado de ese innecesario obstáculo será un enorme incremento en los costos de importación, además de otorgar discrecionalidad a funcionarios para rechazar productos que compitan con los ensamblados por sus allegados.

¿Quiénes serán los más perjudicados? Los millones de pobres que no podrán pagar el mayor precio de los medicamentos. ¿Los grandes beneficiados? Los ensambladores nacionales de cápsulas con polvo importado, uno de los cuales es un ministro de estado. El concepto de inclusión que tiene el Gobierno es bien extraño.