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Redacción PERÚ21

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Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com

Sobre la base de este énfasis, resultaría lógico preguntarse para qué el diálogo entre el gobierno nacional y las autoridades regionales, cuando la población pide más firmeza. O para qué cambiar al primer ministro, adalid de la resolución de conflictos decretando estados de emergencia.

Perú21 pasa por alto al potente 35% que considera que el Gobierno sí ha aplicado mano dura. Porque lo cierto es que la diferencia entre ambos porcentajes no es muy amplia (8%), sobre todo considerando, además, que un 22% se abstiene de responder.

Se agrega a este 'detalle' que cuando se pregunta "¿quién es el principal responsable de la paralización y de los hechos de violencia que vienen ocurriendo en Cajamarca?", el 45% considera que son los dirigentes de la región, y el 44%, el Gobierno Central. El cuasi empate quiere decir que existe polarización y paridad cuando se trata de precisar responsabilidades. También quiere decir que las campañas mediáticas no logran inclinar claramente la balanza a favor del gobierno nacional.

Un dato debería resultar revelador para el Gobierno si piensa persistir con la orientación que le reclaman los radicales de derecha: un 55% tiene "poca esperanza de que el Perú estará mejor que ahora cuando finalice el gobierno del presidente Ollanta Humala". La cosa es clara: las esperanzas se van licuando. Es más, el 10% no tiene "ninguna esperanza" de que las cosas mejoren. Entre los que contestan "ninguna" y los que tienen "poca esperanza" suman 65%. Solo un 30% cree que el país estará "mucho mejor" en el 2016.

A pesar de que el presidente Humala ha virado hacia la derecha, sigue soportando de este sector político más demandas y reclamos de fidelidad; es decir, subordinación. Por eso le piden más "mano dura". Así las cosas, las esperanzas de la mayoría, que votó por él, se esfuman irremediablemente.