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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

No es una ley buena, es una ley extraordinaria. Así la califican en la ONU y así la ven los especialistas en comunicación sin vínculos ni sujeción a los medios que verán afectadas sus prácticas monopólicas. Advierto que los ataques deformarán la realidad, dirán las barbaridades propias de quienes no quieren perder ni uno solo de sus múltiples privilegios, y los concernidos se victimizarán. Calificarán como agresión la libertad de expresión –libertad por la que, personalmente, me jugaría íntegro– simplemente porque reduce los grandes monopolios mediáticos y multiplica el número de voces que podrán hacerse escuchar a través de los medios.

No hay NINGÚN TIPO DE ESTATIZACIÓN, digan lo que digan. Las licencias que van más allá de las que la ley permite, y que serían más de las que se admiten en Estados Unidos, deben ser vendidas e irán a medios de diferentes localidades, a municipalidades, a gremios, a minorías sociales, así como a las ONG, a otros grupos privados, etc. Argentina multiplicará el derecho a opinar. Se oirán nuevas voces, y el canto coral, es decir, la repetición del mismo discurso con distintas tonalidades –que tanto daño hace a la democracia y a las neuronas de los ciudadanos–, reducirá su impacto y nos hallaremos ante una sociedad cuya pluralidad de opiniones ayudará a crecer. Si eso no es democracia, ¿qué lo es? La medida achicará las millonarias ganancias de las grandes corporaciones mediáticas y ya no serán los únicos en marcar la agenda política.