La conformidad social es la influencia social en el que la persona adquiere un comportamiento que sea visto como aceptable o apropiado en su grupo. (Foto: iStock)
La conformidad social es la influencia social en el que la persona adquiere un comportamiento que sea visto como aceptable o apropiado en su grupo. (Foto: iStock)

Episodio 37

Las vivencias de esta pandemia han sido muy grandes. Fueron de gran incertidumbre en la fase inicial, cuando realmente no sabíamos qué es lo que iba a pasar o cómo es que el virus afectaría al organismo de las personas que se contagiarían. Luego, fue de pánico y sufrimiento, cuando, inmersos en la etapa más crítica, vimos la gran cantidad de personas que se contagiaban y fallecían. Ahora, nos toca lidiar con las repercusiones de todo ello, y, aun cuando ya hay bastante información sobre cómo cada persona puede verse afectada, es escaso lo que se ha escrito sobre las consecuencias a nivel psicosocial. Siendo el ser humano, un ser social, es muy importante considerar también este aspecto en la salud mental. Por ello, esta, y las siguientes dos columnas, estarán destinadas a ello.

¿Qué es la conformidad social?

Se trata de un tipo de influencia social en el que la persona adquiere un comportamiento que sea visto como aceptable o apropiado en su grupo o sociedad, estando así, en concordancia con las expectativas del grupo.

La conformidad social es muy útil para seguir normas y promover un espacio de respeto y bienestar común entre todas las personas que formamos parte de la sociedad. Así, es factible que la conformidad sea una de las razones por las cuales las personas acatamos las órdenes que se nos dan. No obstante, existe un gran peligro cuando la conformidad pública no va de acuerdo a la aceptación privada.

En un famoso experimento de Salomon Asch (1952), en el cual se les pedía a sujetos elegir cuál imagen (de un grupo de tres) era la imagen que coincidía con una imagen modelo, se planteó un dilema para los participantes: debido a que el experimento era grupal, todos los participantes (a excepción de uno), eran cómplices que daban respuestas incorrectas, a pesar de lo fácil que era elegir la imagen apropiada. En ese contexto, los participantes que no eran del grupo de cómplices debían resolver el siguiente dilema: ¿debían seguir a los otros individuos presentes o aferrarse a sus propios juicios?

La gran mayoría eligió seguir las opiniones de los demás a pesar de no estar de acuerdo. ¿La razón? La necesidad de conformarse socialmente y no ser excluido o señalado. Algunos participantes reales, al ser interrogados, dijeron que los otros participantes (los cómplices) tenían alguna ilusión óptica o eran ovejitas que seguían a la manada. Sin embargo, habían copiado las respuestas de estos.

Entonces, ¿cuántos de nuestros comportamientos están siendo ahora regulados por conformidad social saludable, y cuántos están colocándonos frente al dilema de “actuar” cuando no estamos de acuerdo? ¿Por qué, si salimos a la calle, sentimos la obligación de detallar todas las medidas se seguridad que hemos tomado para no contagiarnos, si estas son ya públicas y conocidas por la población? ¿Es realmente por salud, o por temor a la sanción social? Lo que nos deja una pregunta final: ¿se ha convertido la pandemia en una oportunidad de castigo social, en lugar de actos solidarios?

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