Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), entre 2022 y 2023, más de 800 mil peruanos dejaron el Perú y no regresaron. Para el primer trimestre de 2024, la Superintendencia General de Migraciones del Perú asegura que existen 300 mil citas para obtener el pasaporte peruano.

Según también el INEI, el rango de edades de aquellos peruanos que vienen generando un nuevo “éxodo” hacia otros destinos va entre los 15 y 49 años. Es decir, hablamos de una porción significativa no solo de parte importante de la Población Económicamente Activa (PEA), sino también de una fuga de talentos que viene siendo invisibilizada por Rolexs, Oscorimas y otras hierbas.

Según una encuesta del IEP de finales de 2023, el 47% de jóvenes peruanos considera irse a trabajar o vivir en el extranjero en los próximos tres años. Y es que la inconmensurable inseguridad ciudadana, la crisis económica y las constantes crisis políticas (entre otras variables) han generado el hartazgo de una juventud que busca escapar rápidamente de aquel país que los vio nacer pero que perciben que no les permitirá crecer.

El nuevo éxodo de peruanos refleja la decadencia y desesperanza respecto a un futuro que se percibe incierto y peligroso. Deja de lado cualquier tipo de arraigo, amor a la tierra, a la comida o incluso a la familia, sabiendo que, mientras más rápida sea la salida, mejor oportunidades se tendrán.

Para aquellos jóvenes que aún tengan dudas respecto a migrar, desde mi propia experiencia como migrante les digo: no tengan miedo, planifiquen bien el lugar a donde migren y sepan que adaptarse a cualquier lugar tendrá sus dificultades. Sin embargo, tengan la seguridad de que podrán obtener, más allá de un trabajo, una mejor calidad de vida alejada de ese Perú ancho y ajeno que no los valora. ¡Adelante!