"Y mientras en la prensa se fagocitan, buscando debilitar la credibilidad del otro, en el Congreso de la República avanza a paso firme un proyecto de ley que podría irónicamente fagocitarlos a todos, Capuletos y Montescos..." (Foto: Difusión)
"Y mientras en la prensa se fagocitan, buscando debilitar la credibilidad del otro, en el Congreso de la República avanza a paso firme un proyecto de ley que podría irónicamente fagocitarlos a todos, Capuletos y Montescos..." (Foto: Difusión)

Hay, a qué dudarlo, una guerra intestina entre comunicadores sociales y periodistas, concordante con la aguda polarización que tiene el Perú en los últimos años, unos por razones ideológicas, otros por ofrecer defensa del modelo económico, otros por antipatías u ofensas no cobradas de larga data, etcétera. Lo cierto es que a diario, en medios y redes sociales, aquellos que nos tienen que presentar los hechos y acontecimientos que marcan la agenda del país, parecieran haber perdido de cuenta que no son ellos los protagonistas de la noticia y están enfrascados en un fuego cruzado graneado de críticas con altas dosis de sorna entre pares, a riesgo de perder la objetividad o imparcialidad de su misión: el proporcionarnos a la ciudadanía información veraz y oportuna. Ojo que esta columna no desconoce la legitimidad del comunicador y periodista, de contar con opinión propia, independientemente a la línea editorial del medio donde se desempeña; nadie les pide ser meros ventrílocuos en la reproducción de las noticias, pueden expresar su parecer de estas. Pero en vez de enfocarse en la crítica al mensaje, apuntan al mensajero, sus colegas; que si lo dijo tal medio o periodista que le es antagónico, pues entonces no vale, no sirve, no existió, dejen por favor esa valoración a la misma ciudadanía.

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Y mientras en la prensa se fagocitan, buscando debilitar la credibilidad del otro, en el Congreso de la República ; el poder político les muestra los dientes, este por lo general repele a la prensa de investigación, a la prensa independiente. La norma, de aprobarse, elevaría las penas por delito de difamación haciendo viable la prisión efectiva para quien incurra en esta.

¿Cuál es la urgencia de una medida así?, ya el derecho de los agraviados a ser indemnizados está previsto para toda clase de delitos, así como el derecho a rectificación en el modo y proporción utilizado al dañar la honra, tribunales de ética de la propia prensa, etcétera. Más bien se percibe como un “estate quieto” contra la prensa hostil a las autoridades de turno, se infiere como una medida disuasiva contra quienes hacen prensa de investigación, claro, se lo pensarían mejor antes de hacerla.

Qué tal más bien, ustedes los que hacen prensa, en vez de gastarse en atacarse mutuamente, enfrentan en unidad a este enemigo en común. Quizá ya no la cuenten.

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