Ante la proximidad de la y llegada de las los presentan la tendencia de incrementar el tiempo que le dedican a jugar. Los padres por su parte tienen la oportunidad de identificar su importancia y ser partícipes para sumar a su aprendizaje.

Al respecto, la profesora Leslie Ramsey, del Colegio Markham indica que: “Los niños aprenden de diversas formas, siendo el juego una de las más constantes durante su infancia y fundamental para su aprendizaje y el desarrollo de nuevas habilidades”. En ese sentido, como adultos se tiene la responsabilidad de prestar atención a todo lo que involucre estas actividades.

En cuanto a la obtención de recursos, hay que tomar en cuenta que los juguetes más genéricos desarrollan más la imaginación, como los bloques y los rompecabezas, etc. Asimismo, se puede promover la creatividad mediante otros objetos, por ejemplo: los tubos pueden utilizarlos como rampas que complementan su juego; también se puede estimular la curiosidad a través de los instrumentos musicales fomentando la improvisación e innovación; los ganchos de ropa, cajas de cartón y en realidad, cualquier elemento se puede implementar siempre que sea seguro para que los niños jueguen con él.

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Referente al desarrollo del juego, el Colegio Markham brinda algunas recomendaciones para fomentar el aprendizaje en las actividades de los más pequeños:

Sea buen observador: es un papel difícil y lo aprendemos sobre la marcha. Tenemos que dejar que el niño dirija, cometa errores y aprenda. El objetivo es que el niño piense en soluciones y aprenda. Así también aprendemos qué le gusta al niño, qué le interesa, qué podemos aportar para fomentar un mayor aprendizaje.

Permita que el niño dirija: No detengamos sus iniciativas. Al observar, podemos permitir que el niño dirija el juego permaneciendo cerca pero no dentro del juego. Así conocemos sus intereses y sus iniciativas mientras permitimos que el juego se mantenga de manera natural.

Ofrezca sugerencias pero no tome el control: podemos hacer preguntas abiertas sobre cómo hacer las cosas para que el niño pueda explorar y decidir cómo jugar. No controlamos el juego, el niño sí. Motivemos al niño para que continúe desarrollando el juego así como su creatividad.

Sepa cuándo dejar el juego: algunos niños pedirán a los adultos que se queden o abandonen el juego. Lo mejor es dejar el juego cuando el niño se sienta cómodo y seguro de modo que pueda continuar imaginando y explorando.

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Es importante recordar que esta última época del año es una oportunidad para fortalecer los lazos de unidad permaneciendo atentos a las actividades que los más pequeños realizan y aportando a su desarrollo. Si bien los alumnos salen de vacaciones, el aprendizaje continúa; incluso, podríamos decir que el juego es equivalente al trabajo para los adultos: mediante el juego los niños desarrollan nuevas habilidades, ganan autoconfianza, descubren cómo resolver problemas, potencian su creatividad, expresan y procesan emociones, mejoran la actividad cognitiva, entre otros muchos beneficios.

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