Foto: Julio Angulo/GEC
Foto: Julio Angulo/GEC

En nuestro país muchos procesos de urbanización se ejecutan al revés. Lo normal –en todo el mundo– es que primero se planifican las urbanizaciones… escuelas, hospitales, comisarías, espacios recreativos, áreas comerciales, etc. Luego se instalan las redes de agua y desagüe, gas y electricidad. Después se construyen las pistas y veredas. Y al final se construyen las casas. Y una vez construidas las casas vienen los moradores… y todos contentos.

En nuestro caso, estos procesos suelen ser al revés. Primero los moradores invaden terrenos baldíos –incluso, privados– y durante años viven en condiciones deplorables… sin agua potable, sin electricidad, sin seguridad, y en esteras. Después de las esteras viene la autoconstrucción.

Bueno pues… como casi todo lo malo que ocurre en nuestro país, estamos ante un proceso más de corrupción a gran escala.

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Todo empieza por los traficantes de tierras. Entre ellos –sí o sí– hay alcaldes y regidores involucrados. Incluso, policías, jueces y demás.

El problema es que después del negociado de las invasiones viene el proceso de urbanización propiamente dicho, Durante los primeros años aparecen –poco a poco– las viviendas de ladrillo y cemento. Pero nada pasa con los servicios públicos. En ese período los traficantes se encargan de sangrar –sin misericordia– a los moradores. Desde las cuotas para titular las invasiones, hasta la venta de esteras y materiales de construcción, agua en cisternas, “seguridad”, transporte público, etc., todo es negocio de los traficantes.

Luego –pasados los años– cuando ya se tienen los certificados de posesión, previo pagos por lo bajo a las autoridades municipales, empiezan los proyectos municipales de servicios públicos, plazas de cemento y los monumentos… a lo que sea.

Fácil es imaginar lo caro e inseguro que resulta instalar redes de agua y desagüe, electricidad, y construir pistas y veredas en asentamientos humanos donde hay niños y gente viviendo, y mototaxis y combis circulando por allí.

La corrupción en el sector construcción es descarada… alfombra roja para las mafias de tráfico de tierras. Pero mil trabas, demoras y pagos sin sentido para las urbanizadoras y constructoras formales. Y el Estado no mueve un dedo al respecto. ¿Intereses creados? Obvio.

PROPUESTA: Prohibir las invasiones y la autoconstrucción. Pero previamente, el Estado tendría que promover masivamente la construcción de urbanizaciones y viviendas de bajo costo –bien construidas– en terrenos de su propiedad.

“La corrupción en el sector construcción es descarada… alfombra roja para las mafias de tráfico de tierras. Pero mil trabas, demoras y pagos sin sentido para las urbanizadoras y constructoras formales”.