Tamar Arimborgo y su férrea denfesaen de su cuestionado proyecto de ley sobre enfoque de género. (GEC)
Tamar Arimborgo y su férrea denfesaen de su cuestionado proyecto de ley sobre enfoque de género. (GEC)

Se armó la gorda. Tamar Arimborgo presidiendo la Comisión de Educación del Congreso es un peligro, una persona adulta y educada, capaz de decir que “la función biológica del sexo y de su anatomía orgánica es la reproducción y no el placer”, es una bomba de tiempo. En sus manos está el arma que, como evangélica fanática, necesita para traerse abajo el urgentísimo enfoque de género a nivel educativo, uno que ya ha calificado de malsano, nocivo, tóxico, productor de homosexuales y generador de cáncer y sida. Esta joya congresal ha dicho, de sus propios alumnos, que si son homosexuales, puede tolerarlos, pero los convencerá de que están confundidos. Sus discursos prehistóricos son aplaudidos por miles de fanáticos, quienes necesitan un Dios castigador para que sus inclinaciones diabólicas sean contenidas y así eviten quemarse en el infierno. A lo mejor el calentamiento global no sea producto de las emisiones de carbono, sino de tanta calentura proveniente de una humanidad perdida que solo piensa en sexo. Horror de horrores.

Al parecer, la presidenta de la Comisión de Educación del Congreso es virgen, o es simplemente hipócrita, porque el sexo es y debe ser rico, no un sacrificio, no una labor reproductiva, no un sometimiento. Pero lo más irresponsable de su teoría es que, una vez más, perjudica a las mujeres y niñas, antes que a los hombres. Porque para tener hijos basta con el placer del hombre; vamos, seamos directos: son ellos quienes tienen que llegar al clímax para fecundar. Las mujeres tenemos derecho a buscar el placer y conseguirlo, pero este no es requisito para procrear... esa es la trampa que nos ha puesto la naturaleza. Una mujer violada puede quedar embarazada y en ese acto no hubo placer ni “función biológica del sexo” y, sin embargo, igual se dio la reproducción, como resultado de la violencia absoluta. Y es precisamente esa condición la que ha hecho que las mujeres vivan marginadas y sometidas durante siglos, esa idealización de la madre de Jesús como una que tuvo hijos sin tener sexo, porque tiene que ser santa y las mujeres buenas no pueden sentir placer. En un país plagado de violadores, el enfoque de género es impostergable, así como promover el derecho de las mujeres a elegir con quién tienen sexo, aunque no les dé la gana de reproducirse. Y, por último, profesora Arimborgo, no nos amenace con su religión, pues cuando usted asumió su cargo, ni siquiera juró por Dios y por la patria, usted juró “por el indulto a Fujimori”, a un expresidente condenado por matar, por esterilizar a miles de mujeres y por abusar de los más vulnerables. Y Dios, bien, gracias.

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