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Redacción PERÚ21

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Roberto Lerner,Espacio de crianza

¿Recuerdan cuando uno terminaba con la pareja o la pareja terminaba con uno? Eso era hace tiempo, porque ahora uno termina a la pareja o la pareja lo termina a uno.

Quizá es una ilusión o comentario nostálgico propio de los mayores, pero como que el contigo da una idea más relacional, más interactiva, menos unilateral. Me terminas o te termino transmite un no sé qué de aniquilación, cercano a lo que hacemos cuando vamos avanzando por un videojuego y exterminamos a los villanos, los vamos sacando del camino para acceder al siguiente nivel.

Te cancelo, te saco de mi vida. No es que la relación no da para más, cumplió su ciclo, acumuló más sufrimiento de la cuenta, se estrella con estilos incompatibles u objetivos divergentes. No se acabó la relación, yo te acabó a ti o viceversa.

No quiero decir que el amor y los vínculos de pareja no sigan palpitando con ritmo e intensidad, que no produzcan compromiso serio, que no aporten profundidad, belleza, valentía y construcción de vidas plenas o suficientemente gratificantes. Para nada.

Obviamente relaciones de pareja mucho más simétricas e igualitarias, puestas en el contexto de un ciclo vital que va a contener varias y cuyos integrantes son autónomos, tienen mucho de bueno.

Pero las expresiones lingüísticas siempre reflejan el mundo interno compartido de quienes las emplean y ayudan a consolidar sus significados. Y en este caso, por lo menos a mí, junto con una dimensión de asertividad y acción decidida, y los cambios positivos mencionados, el "te termino" y "me terminas" suena a cliente que cancela un servicio o a consumidor que deja de usar un producto.