El examen para la Junta Nacional de Justicia (JNJ) estuvo compuesto por 50 preguntas que fueron elaboradas con diferente grado de dificultad. (Foto: GEC)
El examen para la Junta Nacional de Justicia (JNJ) estuvo compuesto por 50 preguntas que fueron elaboradas con diferente grado de dificultad. (Foto: GEC)

El sábado pasado, 104 de los 113 abogados inscritos compitieron para pasar el examen escrito con miras a obtener una vacante en la Junta Nacional de Justicia, ente que reemplazará al desactivado Consejo Nacional de la Magistratura.

El examen fue tomado en la Universidad Nacional de Ingeniería y pretendía ser el primero de tres filtros que el Comité Especial que diseñó la arquitectura de la institución pensó. Quienes aprobasen el examen de conocimientos pasarían a un examen psicológico y quienes pasasen este segundo filtro se entrevistarían con los miembros del Comité Especial.

Justamente, la semana pasada tuve la oportunidad de conversar con el brillante ingeniero peruano Jorge Alva, doctor en Ingeniería por el MIT y rector de la UNI. En la charla que sostuvimos, me explicó puntillosamente el procedimiento que habían creado para reducir al mínimo posible las posibilidades de que un pillo se cuele entre las barreras que habían diseñado.

Me pareció que el sistema estaba bien estructurado y que se había construido sobre las mejores intenciones; sin embargo, hubo un asunto que me dejó bastante preocupado.

Para realmente conocer la profundidad de los conocimientos jurídicos de una persona, un examen de opción múltiple difícilmente es el camino correcto: el Derecho es estructuralmente argumentativo y es muy complejo reducir las capacidades de exponer formas de interpretación e integración de normas cuando uno tiene que elegir entre una de cinco respuestas propuestas. En mis años en la Facultad de Derecho, no debo haber dado más de dos o tres exámenes de opción múltiple, porque la forma de evaluar suele ir por otro lado.

Los exámenes suelen ser de desarrollo en cuadernillos que los alumnos con frecuencia agotan y se hace necesario pedir otro para continuar con la argumentación, o son exámenes orales en los que el evaluado puede sostener su posición frente a cualquier embate o repregunta del evaluador.