[Opinión] Fernando Cillóniz: ¿Dónde está el Estado? (Presidencia)
[Opinión] Fernando Cillóniz: ¿Dónde está el Estado? (Presidencia)

El último paro de transportistas y agricultores en abril pasado –en Ica– reveló una clamorosa ausencia del Estado. Tanto la Policía como el Ministerio Público brillaron por su ausencia. Cero prevenciones de los anunciados actos de violencia. Cero procesos judiciales contra los delincuentes.

El ensañamiento pandillero fue atroz: casetas y oficinas de peaje incendiadas, tiendas comerciales saqueadas, vehículos particulares destruidos, periodistas agredidos, ciudadanos maltratados a más no poder.

¡Qué injusto resulta que sean las empresas privadas –y la sociedad civil– las que tengan que resolver los problemas sociales causados el propio Estado!

Veamos. ¿Por qué faltan accesos e intercambios viales para integrar a las poblaciones del lugar con la recientemente inaugurada Autopista Pisco – Ica? ¿Por qué –en vez de pasos a desnivel– han colocado semáforos y rompemuelles en plena autopista? Bueno pues –aunque parezca mentira– el Ministerio de Transportes y Comunicaciones no autoriza la construcción de dichas obras. Resultado: atropellos y accidentes por doquier.

Repito. Los paganos de la clamorosa inacción del Estado somos los ciudadanos y la sociedad civil. ¡Cuándo no! Las empresas agrícolas, pesqueras, mineras, industriales, turísticas, comerciales, etc. Incluso, instituciones sociales como escuelas, hospitales, entre otras… todo el mundo sufre las consecuencias de la clamorosa inacción del Estado.

Eso, en el aspecto cualitativo. Sin embargo, cuantitativamente, la afectación es multimillonaria. ¿Cuánto cuestan los bloqueos y actos vandálicos en materia de bienes y servicios perdidos? ¿Cuántas remuneraciones dejan de percibir los trabajadores que no pueden acudir a sus centros de trabajo? ¿Cuánto cuestan los accidentes y pérdidas de vidas humanas? ¿Cuánto cuestan las instalaciones incendiadas, los vehículos destruidos y la mercadería saqueada? ¡Cuánto empobrecimiento genera la inacción del Estado!

Ahora bien, tanto o peor que todo lo anterior son los nefastos precedentes que deja el Estado pusilánime y permisivo. Por ejemplo, la empresa concesionaria de la autopista tuvo que trasladar la estación de peaje fuera de la zona de conflicto. ¡El Estado coordinó dicho traslado con los delincuentes! ¡Patético!

¿Esta solución evitará futuros problemas? Ciertamente, no. ¿Quién asume los gastos de los trabajos de reubicación? ¿Dónde quedan las garantías de seguridad que debe brindar el Estado a la infraestructura vial?

Mal, pésimo… ¿dónde está el Estado? ¡No hay Estado!