Mesa Directiva del Congreso. (GEC)
Mesa Directiva del Congreso. (GEC)

Se han comenzado a difundir las primeras movidas partidarias para postular a la Mesa Directiva del nuevo Congreso de la República. La lista que va cobrando mayor forma y fuerza es la que, en principio, encabezaría Manuel Merino de Lama, de Acción Popular –aunque se dice que en AP algunos preferirían la opción de Mónica Saavedra–, y que integrarían también representantes de Alianza para el Progreso (APP), Somos Perú (SP) y el Partido Morado (PM), quienes, en conjunto, suman la cantidad mínima de votos para obtener la mayoría simple que les allanaría la ruta a la conducción del Legislativo.

Sin embargo, como bien han aclarado los propios impulsores de la lista, ello no implicaría descartar conversaciones con agrupaciones como Podemos o, incluso, Fuerza Popular, para que se instale una directiva lo más ecuménica posible y se rompa con la tradición bochornosamente sectaria de sus antecesoras. Una actitud que prevalece en la ya caducada mayoría que solía dominar el recinto de la Plaza Bolívar.

La propia Comisión Permanente, que entró en funciones tras la disolución del Congreso, se empecina en dañar la reputación de ese poder del Estado al sembrar bombas de tiempo que se traducen en contrataciones aparentemente injustificadas, viáticos irregulares, etc., que seguramente se incluirán en la lista de contenciosos a resolverse al inicio de la primera legislatura del estrenado Congreso. Ni siquiera su máximo representante, y responsable directo de estos desaguisados, Pedro Olaechea, ha podido dar una explicación meridianamente coherente sobre los bonos y otros gastos cuestionados que se han venido otorgando a cierto personal de la institución durante el llamado interregno.

Con la vista puesta en el futuro, lo que sí puede ralentizar los acuerdos para la nueva directiva congresal es el hecho de que no son pocas las organizaciones –Frepap, UPP, Podemos, por lo pronto– que sin haberse instalado en sus respectivas curules, ya comenzaron a presentar resquebrajamientos internos. Esperemos que esto no termine pesando como un mal augurio.