Reunión entre la Resistencia y el Mincul. Foto: Mincul
Reunión entre la Resistencia y el Mincul. Foto: Mincul

Es alarmante lo que viene sucediendo en el Perú. Desde hace un buen tiempo, acompañado al deterioro del sistema democrático, se ha empezado a evidenciar síntomas de un brote de fascismo, proveniente tanto de la derecha como de la izquierda, y que parece haber encontrado un espacio dentro del gobierno de Dina Boluarte, que es cuestionado internacionalmente por la violación de derechos humanos.

Hace algunos días el ministerio de cultura (sí, de cultura) publicó una foto de la reunión que se tuvo con el grupo “La resistencia” en su sede institucional. Este grupo, vinculado al fujimorismo y al partido Renovación Popular, es conocido por violentar presentaciones de libros, por hostigar a funcionarios públicos en sus casas, por admirar a la falange española (es decir, al fascismo español) y, en las últimas semanas, por tirar excremento a la casa de una conocida periodista. El líder de Renovación Popular, el alcalde Rafael López Aliaga, es un extremista que pertenece al Opus Dei, grupo religioso que se desarrolló durante el franquismo. No debiera sorprendernos que tenga en sus filas fanáticos cristianos capaces de atacar los derechos de las minorías.

‘La resistencia’, liderada por Jota Maelo, actúa en conjunto con otro grupo llamado “Los combatientes”, cuyo líder ha viralizado un video pidiendo violencia contra quienes protesten hoy. Este señor apellidado Ayachi terminó su video haciendo el saludo nazi. También ha sido vistos gritando proclamas antisemitas. La reunión en el ministerio provocó, naturalmente, la indignación ciudadana. Los funcionarios despedidos acusaron a la ministra de obligarlos a reunirse con ellos. Coincidentemente, el gobierno, ha reducido el presupuesto para las academias de arte en todo el país. Adiós cultura, hola barbarie.

El nivel de polarización política que actualmente vive el Perú, que inició con el gobierno de Pedro Castillo, es francamente peligroso para el sistema democrático. El centro político y la moderación, tanto de la izquierda como de la derecha, han sido licuados por extremos a los que no les interesan los ciudadanos, sino mantenerse en el poder. Pensemos en Verónika Mendoza traicionando todas sus banderas sociales al aliarse con Pedro Castillo solo por una cuota en el ejecutivo. Pero a la derecha tampoco le interesa los ciudadanos, se empecinan en mantener a Dina Boluarte en el poder a cualquier costo, sin importar la cantidad de muertos de los que este gobierno tendrá que hacerse responsable tarde o temprano. A pesar de ser un clamor de la mayoría de los ciudadanos, en lo que coinciden, tanto la izquierda como la derecha, es en que no habrá adelanto de elecciones.

Sueltos en plaza, los congresistas (tanto de derecha como de izquierda) han atacado a la Sunedu, a la colaboración eficaz (en procesos en los que ellos mismos están siendo investigados). Tanto son los favores que se deben que la derecha, de forma increíble, ha salido a defender la candidatura de Waldemar Cerrón a la mesa directiva del congreso. Sería realmente inverosímil que terminen dándole a Perú Libre el poder del congreso (como lo hicieron con la Defensoría del Pueblo) después de que Pedro Castillo intentó perpetrar un golpe de estado. Lo peor que le ha pasado al país es pasar de una izquierda radical incompetente y autoritaria, a las manos de una derecha conservadora también incompetente y autoritaria. Tenemos de presidente a una persona que no le interesa cambiar de principios y que no le interesan los muertos con tal de quedarse en el poder. Si el poder en el congreso se va a la izquierda, ¿qué creen que hará Boluarte para aferrarse al cargo? La presidenta puede tener legitimidad de origen, pero puede perder la misma por su ejercicio. No se puede gobernar en contra de la mayoría, menos si es para asegurar la candidatura de Keiko Fujimori en las siguientes elecciones. Aunque a estas alturas deberíamos preguntarnos si el fujimorismo será capaz de sobrevivir a Keiko, su principal verdugo.

Sin embargo, el fascismo no es solo patrimonio de la derecha. En el Perú existe un fascismo de izquierdas (término acuñado por la Escuela de Frankfurt para diferenciar a la socialdemocracia de los extremismos comunistas). Hace más de un año habíamos visto con pena, y hasta con miedo, cómo el expremier de Castillo, Anibal Torres, hizo una loa al nazismo y dijo que Hitler fue un hombre ‘visionario’. También está Antauro Humala, quien ha venido llenando plazas prometiendo fusilar a todos (menos a Castillo, claro), la supremacía de la ‘raza cobriza’ y meter a los venezolanos en guetos. Y lo más triste de todo es que no hemos sido capaces, hasta el momento, de crear una alternativa electoral a todo eso.

Si las sociedades más avanzadas del mundo han sucumbido a este tipo de ideas, una sociedad tan poco educada como la peruana es mucho más fácil de convencer. Fascismo por angas y por mangas. Los síntomas están ahí. Luego no se diga que no se advirtió.