Hallan a una mujer muerta en la sala de su casa. La escena es escalofriante. Se trata de una anciana: cabello blanco, estatura pequeña, ropa de casa. Estrangulada con un cordón de teléfono, la mujer yace boca abajo mientras sus parientes cercanos se preguntaban si, acaso, lo que están viviendo, es una terrible pesadilla. Entre 1998 y 2006 en México DF fueron asesinadas, con el método de estrangulamiento, más de 46 ancianas. Las víctimas cumplían el mismo patrón: tenían algún dinero por cobrar (pensión o beneficios sociales), eran consideradas de clase media y vivían solas.

Las autoridades mexicanas, quienes al inicio no daban pie a la teoría de un asesino en serie, sospechaban de un varón (por la forma en que las víctimas eran asesinadas) de tez morena y de contextura ancha. Encontrar al asesino fue un proceso complicado. Se acusaron a personas inocentes que cumplían con la descripción dada de manera oral por los testigos. Se barajó la posibilidad de que el asesino sea un hombre vestido de mujer. Se sabía que una persona vestida de mujer, que decía trabajar para programas sociales u hospitales, era la que asesinaba a las ancianas. Para el México de fines del Siglo XX, dominado por los valores patriarcales, pensar en una asesina serial mujer era simplemente imposible.

Por ello, sospecharon de las personas trans que ejercían el oficio de la prostitución callejera. Maltrataron (y discriminaron) a todo aquel que pudiera ser sospechoso. La autoridad mexicana se deshacía y se requería encontrar un culpable como sea. Se tuvo que cambiar de estrategia varias veces al no tener resultados. Tardaron ocho años en resolver el caso. Resultó que el asesino no era varón, sino una mujer obsesionada con la lucha libre llamada Juana Barraza Samperio, alias “La Dama del Silencio”, que hoy cumple una condena de 759 años de cárcel en el penal de Santa Marta en la Ciudad de México.

El documental “La Dama del Silencio: El caso mataviejitas” dirigido por María José Cuevas muestra la historia del asesinato de las víctimas de Juana Barraza Samperio. Además de ser entretenido, el documental logra hacer algo que pocos trabajos como este logran: reivindicar a las víctimas. Lamentablemente, los documentales o ‘docuseries’ sobre asesinos seriales suelen terminar romantizando la imagen de los asesinos. El caso de Jeffrey Dahmer es un claro ejemplo: después del estreno de la serie, muchos jóvenes alrededor del mundo empezaron a disfrazarse de él para celebrar Halloween.

Este documental, que se encuentra disponible en Netflix, es una buena apuesta no solo porque está filmado a partir de la posición de las víctimas, sino porque también nos ayuda a romper los estereotipos de género que han marcado este caso. En este documento fílmico, de casi dos horas, se mezcla, de manera extraordinaria, la ineficiencia y corrupción de la autoridad política, la discriminación a las minorías sexuales, el clasismo con el que las autoridades trabajaron, la frialdad con la que la asesina estrangulaba a sus víctimas después de haber adquirido su confianza, la extravagancia alrededor de la asesina y, sobre todo, la palabra de los testigos cercanos. Si están buscando una historia que se narre desde una perspectiva acertada, pero que al mismo tiempo sea controversial, morbosa y perturbadora, vale la pena ver “La Dama del Silencio: El caso mataviejitas”.