(Foto: Leandro Britto / @photo.gec)
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La pandemia de COVID-19 ha significado un sufrimiento inmenso para muchas familias peruanas, se ha llevado a más de 200 mil de nuestros compatriotas y ha dejado en la orfandad a más de 98 mil niños. A estas alturas, todos hemos sentido la pérdida de amigos o familiares. Hemos sentido también el dolor del duelo como un reflejo de todo el amor que no terminamos de expresar en su momento. Actualmente, se ha desatado una tercera ola; sin embargo, con los cuidados adecuados, podremos disminuir su impacto.

Estos son tiempos de duelo, qué duda cabe, pero también de muchísimo compromiso, sacrificio y esperanza. Muchos peruanos se han jugado y se juegan la vida a diario con un sentido del deber más allá de lo exigible. Estos peruanos laboran en muchos sectores, pero principalmente en la primera línea de combate, como nuestros médicos y personal de salud. Héroes. Además, la vacunación es un esfuerzo enorme que hay que felicitar, agradecer y que avanza con resultados positivos notables. Lamentablemente, también hay grupos que argumentan desde la ignorancia científica un conjunto de bulos y proposiciones absurdas tan atrevidas que, al distraer tiempo y recursos escasos, dificultan innecesariamente el avance de la vacunación.

En la actual tercera ola todos los sectores se están viendo impactados en su capacidad operativa por una curva de contagios elevadísima, vertical para todo propósito práctico. Al mismo tiempo, esta curva vertical de contagios se ha desacoplado de las curvas de casos críticos y de fallecimientos. La demanda de oxígeno medicinal, las hospitalizaciones, las atenciones en UCI y los fallecimientos permanecen muy por debajo de lo sucedido en las dos olas anteriores para niveles de contagio similares.

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Además, los casos más graves se concentran en aquellas personas sin vacunación completa. Esta evidencia permite apreciar la efectividad de la vacunación, el valor del esfuerzo desplegado y de la necesidad de seguir por esa senda. Las mutaciones virales son inevitables, pero mientras mayor sea la población vacunada, menor tiempo y espacio para reproducirse tiene el virus y, por lo tanto, menor facilidad para mutar. Es de esta manera que vacunándonos nos protegemos y también protegemos a nuestra familia y a nuestra comunidad.

Vacúnate y cuídate actuando como si no lo hubieras hecho. Completa todas tus dosis, usa mascarilla, mantén la distancia, evita aglomeraciones, evita lugares de poca ventilación. Especialmente ahora que enfrentamos una tasa de contagios tan alta que pronto puede afectar a una parte tan importante de nuestra población que, aun con tasas bajas de casos críticos y de letalidad, puede comprometer nuevamente nuestra capacidad de atención médica y nuestras posibilidades de reactivación económica.

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