"Los fenómenos naturales y las crisis son parte de nuestra realidad y no podemos evitarlos. Lo que sí podemos es generar las condiciones que nos permitan enfrentar cualquier choque externo con una alta capacidad de recuperación".
"Los fenómenos naturales y las crisis son parte de nuestra realidad y no podemos evitarlos. Lo que sí podemos es generar las condiciones que nos permitan enfrentar cualquier choque externo con una alta capacidad de recuperación".

Muchos artículos sobre el (FEN) y otros eventos buscan resaltar y cuantificar sus efectos sobre nuestro país, unos más rigurosos que otros, otros más optimistas o alarmistas, pero todos apuntando a cuantificar los efectos. Dado que no soy un experto en clima ni geopolítica, voy a enfocarme en cómo dichos efectos pueden ser atenuados o anulados.

Desde los 80 hemos tenido tres fenómenos de El Niño, dos terremotos, una crisis financiera, un par de guerras y una pandemia. En ese periodo, el PBI real creció 2.4 veces, los despachos de cemento cinco veces y el ahorro de los peruanos aumentó 300 veces.

El FEN ha tenido un efecto cada vez menor. En los 80 hizo que nuestro PBI caiga 10%, en los 90 en 0.4%, pero en 2017 aumentó 2.5% luego de haber aumentado 4% en 2016. Asimismo, la crisis financiera hizo que el PBI se desacelere desde 9.1% en 2008 hasta 1.1% en 2009, volviendo a crecer 8.3% en 2010. Las demás variables tuvieron una dinámica similar. Conforme nos alejamos de la década de los 80, nuestra economía absorbe mejor los choques externos y temporales.

Las reformas que se hicieron en el país y que generaron estabilidad social y política nos hicieron más resilientes, pero quisiera ir más allá. Nicholas Taleb desarrolla el concepto de antifragilidad para explicar que algunas cosas se benefician de los choques, prosperan y crecen cuando se exponen a factores estresantes. La antifragilidad va más allá de la resiliencia o la solidez: el resiliente resiste los choques y permanece igual, lo antifrágil mejora.

Luego del FEN de los 80, nos dimos cuenta de que no podemos vivir aislados, así que abrimos nuestra economía. Entendimos que necesitamos instituciones sólidas e independientes, que regulen con normas claras y predecibles para generar la estabilidad y la visión de largo plazo que necesita la inversión. Esto ha servido para que nuestro país no solo sea resiliente, sino también antifrágil, por ahora.

Los fenómenos naturales y las crisis son parte de nuestra realidad y no podemos evitarlos. Lo que sí podemos es generar las condiciones que nos permitan enfrentar cualquier choque externo con una alta capacidad de recuperación.

Actualmente, tenemos varias reformas vitales para el país que esperan ser aprobadas y que ayudarían a recuperar la estabilidad y la visión de largo plazo, necesarias para que el país esté más preparado ante cualquier evento y mantener nuestra antifragilidad.

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