Hoy corresponde buscar a esos jóvenes engañados y heridos en su intelecto para conquistar sus corazones y emprender un nuevo país, señala el columnista.
Hoy corresponde buscar a esos jóvenes engañados y heridos en su intelecto para conquistar sus corazones y emprender un nuevo país, señala el columnista.

La confrontación de posiciones de los seres humanos, especialmente en el campo político, social, económico y militar, siempre ha develado el uso de diversas estrategias para intentar someter, neutralizar o sabotear al oponente de turno para el logro de sus objetivos. Esta antigua práctica ha sido recogida por filósofos y pensadores, que incluso hoy parecen hablar al oído de algunos. Un autor de presencia recurrente en las cabeceras de líderes ha sido Nicolás Maquiavelo (1535), quien con su famosa obra El príncipe, logró encandilar a quienes añoran el poder, aunque no sea para servir, sino, para servirse. Un ejemplo claro fue Vladimiro Montesinos y su nefasto paso por el poder en el Perú.

Otros pensadores como Lenin y Mao Tse Tung (y hoy el presidente chino Xi Jinping), ejercen influencia hasta hoy, no solo en algunas partes del mundo, sino también, en la región sudamericana y muy particularmente en el Perú. Las consecuencias de las teorías que esbozaron, para un determinado momento histórico, hicieron posible que accedan al poder a sangre y fuego, sin que estas resuelvan el verdadero problema en los lugares donde ejercieron la violencia, por el contrario, agudizaron las condiciones de miseria y sufrimiento en dichos países. Cuba, Venezuela y Nicaragua son ahora esos ejemplos. Las propuestas trasnochadas de dominar el Estado, controlar las economías y coactar las libertades en nombre de las grandes mayorías, increíblemente aún tienen asidero en algunos sectores.

En el Perú, pese a las múltiples y disímiles formas de pensar dentro del espectro de la izquierda, estos mantienen una sola visión, inamovible, que es llegar al socialismo y al socialismo del siglo XXI, en algunos casos, y hasta el comunismo, en otros. Las formas que han utilizado tienen un denominador común: La mentira y la manipulación. Muchos jóvenes hoy que fueron “cultivados” desde el colegio o la universidad, que sin saber terminaron en proyectos políticos de izquierda, hoy se dan cuenta de que fueron utilizados para proyectos perversos como son el totalitarismo de izquierda y el recorte de las libertades. El despertar de la juventud frente al fenómeno de la violencia frena la voracidad de una izquierda mentirosa y rapaz, como se puede comprobar en el nulo apoyo a las algaradas promovidas en especial por Sendero Luminoso.

Hoy corresponde a la derecha peruana la unidad frente a una estrategia montada exprofeso para hacerse del poder. Hoy corresponde buscar a esos jóvenes engañados y heridos en su intelecto para conquistar sus corazones y emprender un nuevo país. Que no sean quienes tienen las manos manchadas con millones de muertos en nombre de la pobreza quienes tomen el control. Quienes aún no deciden por meterse a la lucha, en cualquiera de los campos para fortalecer la democracia, no deben olvidar estas sabias palabras: “Si una revolución triunfa será por la haraganería de quienes deben combatirla”. Sí se puede.